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Las elecciones catalanas de este 2015, con récord de participación del 77,46% y tomadas por la mayoría de partidos como plebiscitarias (tanto para afirmar este hecho, como para negarlo), nos han deparado un triunfo en caída de las formaciones nacionalistas catalanas, una diáfana victoria moral de C’s y ha reafirmado a la CUP como imprescindible llave de gobierno. Mientras se confirma el descenso continuado de PSC y PP, Catalunya que es Pot fracasa en su intención de ser alternativa racional a la fiebre independentista y UDC queda fuera del Parlament, tras su ruptura con CDC.

Estas elecciones autonómicas celebradas en Catalunya han finalizado con récord de participación en la historia de nuestra joven «democracia«. El 77,46% de catalanes que han acudido a votar este 27-S ha supuesto un aumento de casi el 10%, respecto a los últimos comicios para determinar la composición del nuevo Parlament, demostrando que el carácter plebiscitario con que ha sido afrontado el proceso electoral ha funcionado como un gran canto de sirenas que ha atraído a los catalanes fielmente hacia las urnas.

La coalición Junts pel ha hecho buenas las encuestas y, con un 39,57% de los votos y 62 escaños, ha obtenido la victoria en las Elecciones Autonómicas catalanas. Sin embargo, este resultado queda lejos de los 71 escaños logrados en 2012, cuando CDC se presentó en coalición con UDC y obtuvo 50 escaños y ERC lograba por sola otros 21, e impide a la formación alcanzar la mayoría absoluta de la cámara.

Desde los sectores independentistas, la gran beneficiada ha sido la CUP, formación de clara tendencia izquierdista, que ha pasado de sus 3 escaños en 2012, a los 10 escaños de este 2015, asumiendo el 8,21% de los votos. Con este resultado la CUP consigue el papel de socio imprescindible para formar gobierno, si finalmente se plantea apoyar la investidura de Artur Mas, cosa que, a priori, no entra en sus planes si nos atenemos a las declaraciones constantes durante la campaña en contra de este supuesto. Las patentes diferencias ideológicas entre ambas formaciones, incluida la forma de encaminar el proceso soberanista, no parece facilitar un pacto a corto plazo.

El gran triunfador, sin ambages, ha sido C’s. La formación de Albert Rivera, con Inés Arrimadas como candidata, se ha convertido en la segunda fuerza más votada en Catalunya, al pasar de 9 a 25 escaños y lograr el 17,91% de los votos. C’s ha asumido el papel destinado históricamente al PP y se ha visto claramente beneficiado por el cariz nacionalista que ha impregnado la campaña, atribuyéndose el papel de defensor de la unidad de España, frente a la deriva independentista de Junts pel . La gran mayoría de votantes anti-secesionistas parece haber encontrado en la formación naranja la respuesta a sus inquietudes unitarias, toda vez que el PP, principalmente a causa de su nefasta gestión al frente del gobierno central, ha dejado de ser una opción atractiva.

Precisamente el PP, con Xavier García Albiol, ha sido uno de los grandes derrotados de la jornada. Ha pasado de los 19 escaños de 2012, a 11 (8,5% de los votos), haciendo patente que la formación derechista prosigue su caída sin frenos. C’s ha tomado su lugar y parece difícil que la situación mejore a medio plazo, teniendo en cuenta las Elecciones Generales que asoman a tres meses vista y que auguran un descenso aún mayor. Catalunya siempre ha sido terreno vetado para el PP y la irrupción de C’s le ha privado de jugar la baza nacionalista española. El clavo ardiendo de Mariano Rajoy, merced al entusiasmo con la gestión de Albiol al frente del ayuntamiento de Badalona, no ha dado los resultados esperados.

Por su parte, el PSC de Miquel Iceta, sin hacer demasiado ruido y con una campaña anti-independentista, pero no, donde ha recuperado y cimentado la vieja aspiración de encaminar Catalunya hacia la construcción de un estado federalista mediante el diálogo con España, ha conseguido mantenerse como tercera fuerza del Parlament. Sus 16 escaños (12,72% de los votos), quedan algo lejos de los 20 logrados en 2012, pero le son suficientes para atenuar el descenso prolongado de la formación… y quedarse en una cómoda «tierra de nadie». Parece difícil que en el nuevo escenario político, el PSC pueda devenir fuerza de presión.

Otra de las grandes derrotadas, más por aspiraciones que por resultados, ha sido Catalunya Sí que es pot. La coalición que forman Podem, IC y EUiA solamente ha conseguido 11 escaños (8,93% de los votos), empatando con el PP como cuarta fuerza política. La formación de Lluís Rabell ha quedado por debajo de los 13 escaños alcanzados por IC-EUiA en 2012, muy por debajo de las expectativas creadas. Su discurso centrado en política social y «aparcando» la cuestión independentista no ha calado en un proceso electoral tan bipolarizado.

Por último, UDC no ha conseguido representación en el Parlament. Su renuncia a formar parte de la coalición Junts pel Sí le ha pasado factura y ha visto relegado su papel político a mera comparsa. Un desastre en mayúsculas.

¿Y ahora? Ahora se puede decir, sin temor a equivocarse, que la vida no sigue igual. Empeora.

Por el momento, a 28 de septiembre de 2015, se hace patente la apertura de una interesante ronda de contactos, que los próximos días, quien sabe si semanas, nos aclarará qué Gobierno catalán se forma, cuando se forma y cómo se forma.

La opción más plausible, que no la, ideológicamente hablando, más lógica, sería apostar por un acuerdo Junts pel Sí-CUP, que garantice un Govern independentista y consolide el proceso soberanista. Pero, para esto, puede que Artur Mas deba demostrar su amor a Catalunya y renunciar a la investidura, para lograr dicho pacto. No parece probable, mas el President nos tiene acostumbrados, como animal político que es, a enrocarse debidamente cuando procede.

Por contra, el 47,78% de los votos conseguidos entre ambas formaciones demuestra que la opción pro-independentista cuenta con gran beneplácito del pueblo catalán, pero tiene a un 52,22% del electorado en contra, situación que va a tener que abordar sí o sí a la hora de afrontar el proceso soberanista que pierde cierta fuerza a causa de la evidente división «civil»..

Por su parte, C’s cuenta con el insuficiente apoyo del PP, pero estos resultados suponen una inyección anabolizante para las aspiraciones a medio plazo de la formación. Con las Elecciones Generales a final del año, la posición de Albert Rivera sale más que fortalecida, al menos, en principio. SI bien es cierto que la baza españolista no podrá ser jugada y habrá que ver si el «cambio sensato» puede alargar el efecto de las autonómicas. Su papel como primera fuerza de la oposición en el Parlament va a quedar ligeramente reducido, a causa de los 37 escaños de diferencia, pero para este joven partido es un comienzo prometedor.

El PSC vuelve a ser, con todos los respetos, el Villarreal de la liga catalana. SIn aspiraciones por encima y a varios puntos del descenso directo, lleva años conformándose con la Europa League. Este resultado, aunque menor, no ha de suponer gran cambio en su forma de actuar. Iceta es muy consciente de su papel y de la trayectoria histórica del partido catalán y parece que el inmovilismo y la moderación se ha instalado y acomodado perfectamente en el seno de sus dirigentes. Salvar los muebles parece seguir siendo suficiente. El PSC está cada vez más posicionado en el centro del espectro político catalán, con ligera desviación diestra.

Catalunya Sí que es pot se ha visto arrastrada por su falta de implicación en la cuestión nacionalista. Su intención de mostrarse como alternativa al fagocitador independentista no ha funcionado lo más mínimo y lo ha pagado con creces. La sociedad catalana no ha querido pensar en estos momentos en políticas de recuperación social ni en cuestiones tales como la corrupción: Ha sido tiempo de Estelades y Rojigualdas y la izquierda no nacionalista no ha sido capaz de encauzar su discurso y hacerlo atractivo. En diciembre tendrá una mejor oportunidad… si logra evitar otro tipo de dogmatismo nacionalista, relacionado con Venezuela o Irán.

El PP, bien, gracias.

UCD. ¿UC qué?

Hagan juego. La banca gana.

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