Arturo Seeber: «Las religiones no son vías espirituales, sino partidos políticos». Arturo Seeber Bonorino es un escritor argentino que lleva más de dos décadas viviendo en Madrid. Autor de La gran oportunidad del Pelusa, que recibió el premio del XXI Certamen Manuel Vázquez Montalbán, y del libro de relatos negros: Un paquete para el mánager, ahora presenta esta colección de relatos, con una farsa sacramental en un acto a modo de intermedio, que bebe de la mejor tradición del llamado humor anticlerical que en España se plasmó en las revistas satíricas del final del siglo XIX y principios del XX, por no hablar de la literatura picaresca. El autor se cura en salud cuando en el prólogo dice: “Espero con estos relatos no herir la sensibilidad religiosa de nadie; por el contrario, sólo espero entretener, sacar una sonrisa, y por eso los he llamado divertimentos”. Pero claro, la sensibilidad va por barrios, y nunca falta quien está dispuesto a sentirse ofendido, incluso hay quien vive en permanente estado de agravio. En estos tiempos tenemos ejemplos de cómo lo que defendemos como libertad de expresión cuando de hacer sátiras de creencias ajenas se trata, tornase en blasfemia cuando tocan las nuestras. Ya saben, ver la paja en el ojo ajeno… La cita que abre el libro es de Alphonse Allais, y deja claro el espíritu del libro: “La gente que nunca ríe no es gente seria”.

Arturo Seeber Bonorino
Arturo Seeber Bonorino

El título La levitación de Sor Clarisa hace referencia al primer cuento donde, a modo de las vidas de los santos, se nos relata la historia de Sor Clarisa, guapa moza, otrora entregada el desenfreno sexual y de las drogas, y renacida a la devoción, la mortificación y la oración desde que la imagen del Cristo en el madero, cuál la versión femenina del Marcelino pan y vino, le habla para alejarla de la vida disipada y los oscuros pensamientos que albergó mirando un río desde un puente, después de salir de una sesión de Bukkake, que todo hay que decirlo. Este relato tiene un final desternillante, por cierto. En La milagrosa vida de Gladys “La tigresa” (¿estará inspirado el nombre en La Tigresa del Oriente, la cantante peruana, reina kitsch en YouTube?) nos encontramos casi una historia negra, con lupanares, colipoterras, hampones, palizas a la pobre Gladys (Eusebia, de nombre de bautismo), policías corruptos y claro, la historia de una santita popular, sanadora y milagrera. Muy bien escritos los trece relatos, con los arcaísmos justos, algunos giros del argentino, y claro, con el vocabulario eclesiástico y los términos religiosos que éste “pecador” alguna vez aprendió antes de desviarse del recto camino. Nos encontramos con el autor en la plaza Real de Barcelona.

Entrevista a Arturo Seeber Bonorino

Este es su segundo libro de relatos, en el primero retrataba muy seriamente el mundo y el submundo del mundo del boxeo en Argentina. Ahora, en clave de humor, se ocupa de la Iglesia Católica.

Bueno, no sólo de la Iglesia Católica, también de otras manifestaciones religiosas que podríamos llamar paganas. Y lo hago desde el humor como instrumento de relajación del ánimo, pero a veces ni yo me lo creo, porque el humor rara vez tiene acceso a los ámbitos del fanatismo.

¿Vivimos épocas de gran fanatismo?

Con los años he llegado a la conclusión que los dos mayores males de la humanidad son las religiones y los nacionalismos. Y cuando me refiero a lo segundo, no me pongo en contra del natural sentimiento de amor al lugar donde uno ha nacido, o de lo que podría ser el deseo de independencia de un pueblo, como el caso de los vascos y catalanes, sino de aquellos países que, tras adquirir poder político y militar, se creen en el derecho de invadir y robar los bienes de los demás pueblos.

¿Qué son las religiones para usted?

Yo creo firmemente que no son vías espirituales, sino partidos políticos. Y en eso se asemejan con los nacionalismos, porque siempre se juntan con el poder. ¿Acaso los conquistadores de América no iban a llevar a los bárbaros indígenas la salvación de sus almas a través de la religión? Habrá que preguntarse salvación de qué. Desde luego, si alguien lo sabe con certeza, que por favor me informe.

Si son partidos como usted dice, ¿también controlan a sus “militantes”?

El plan político de las religiones lleva a un control absoluto de su feligresía. Por eso son dogmáticas y verticales. Se debe acatar absolutamente todo lo que las iglesias dicen, sin opinar ni chistar, a riesgo de ser tomado por hereje. Y, en general, al oponerse la religión al desempeño espontáneo de nuestros instintos y tendencias, se opone a la vida. No es casual que el símbolo fundamental de la Iglesia Católica sea el de un individuo padeciendo la tortura de la cruz y a punto de morir. Y así nos deja a todos hechos un Cristo, que esto no es vida.

Tampoco se puede calificar a todos los creyentes, sean de la religión o religiones, que sean, como fanáticos…

Y no lo son, claro. Yo me refiero a la religión en general, y cuando es dogmática y vertical, que no permite ni la más mínima disidencia, es una religión de fanáticos. Mire, yo he sido educado en la Religión Católica, he pasado por tres colegios de curas…

Ahora lo entiendo todo…

(Risas)…, de los tres colegios, fui expulsado y, decepcionado, a la edad de doce años hice apostasía. Pronto percibí que entre el mensaje de los Evangelios y la opinión de la Iglesia no había demasiada correspondencia. Es que la Iglesia Católica, desde que adquirió poder, fue acomodando las escrituras a su provecho, como decía Shakespeare del diablo.

Por algo es católica, apostólica y romana. Cuando decimos apostólica, nos referimos a que la “revelación” no termina con Jesús, sino que se continúa con sus apóstoles. Así, los papas y los concilios se pueden dar el lujo de ponerse por encima de Dios.

¿Pero usted cree en Dios?

En realidad, mis problemas son con las iglesias. Si existe un ser superior –y no me refiero a Florentino Pérez- a todo lo conocido, me tiene completamente sin cuidado. Para mi tranquilidad, porque si en este momento me platease hacerme creyente, en menudo lío me hallaría. Porque aún en las religiones monoteístas, con su único Dios, son tantas las visiones de ese único Dios, que casi habría que hablar de un politeísmo monoteísta. Dentro del Cristianismo hay en la actualidad unos quinientos credos distintos. Ya me dirá.

Más me interesa la visión del Vedanta hindú sobre el Brahman, que es en realidad una abstracción metafísica pura de la personificación de un Dios. Lo llaman “Tad”, que significa “aquello”, y lo presentan diciendo: “Si yo digo que el Brahman existe, me equivoco. Pero si digo que no existe, también me equivoco, porque el Brahman está más allá de toda concepción humana”. ¿Interesante, verdad?

¿Cómo nació la idea del libro?

Cuando escribí el primer divertimento de este volumen, La levitación de Sor Clarisa, en el que una señorita de familia pudiente entrega su vida a las mayores aberraciones… Bueno, que compren el libro y lo lean. Pues enseñé este relato a mi amigo escritor Manolo Blanco Chivite, que se rio mucho al leerlo –espontáneamente, no le pagué para que lo hiciera- y me sugirió que escribiera un libro con estos divertimentos anticlericales. Obedecí.

Obediencia cristiana. ¿De qué van sus relatos?

Pues de las tópicas y relamidas vidas de santos y santurrones, y de distintos aspectos de la Religión Católica. La fe, las crisis de fe, de las beatas, de los ascetas y las “costumbres” de algunos sacerdotes. Me meto también con la fe popular de Argentina, que en una síntesis de ortodoxia y heterodoxia santifica a personas que poco o nada tiene que ver con lo religioso. Pero en dos ocasiones dejo a nuestra Madre Iglesia y trato sobre las distintas disciplinas filosóficas del Lejano Oriente que, transportadas a nuestras sociedades occidentales, se convierten en un fenómeno teológico. El Gurú o Maestro pasa a convertirse en una suerte de Dios al que se adora, quien en vez de traernos la “salvación”, como en las religiones cristianas, nos ofrece la “realización”. Por ejemplo, en la India el yoga no es una religión, sino una darshana, es decir, uno de sus seis sistemas filosóficos.

En dos cuentos hay un sacerdote que se llama José María, ¿no es esta una alusión al fundador del Opus Dei?

No, para nada, es pura coincidencia.

Acudiendo a su poder de síntesis, si quiere decir unas palabras finales.

Ite missa est.

Pues después de la clásica despedida de las misas en latín, no puedo más que decir, para tranquilidad de las almas pías, que este texto está autorizado, en cuestión de moral y doctrina. Por lo que podemos poner en esta entrevista el clásico Nihil Obstat Imprimatur, que ponía en los libros la jerarquía católica para indicar a sus fieles los libros que debían leer con toda tranquilidad, sin miedo a condenarse.

Arturo Seeber Bonorino Un libro sobre religiones
Un libro sobre religiones

Conversación off the record:

-Oye, Javier, ¿por qué me tratas de usted en esta entrevista cuando nos conocemos desde hace tiempo?

-Nada, Arturo, son cosas del Libro de Estilo, de mantener las formas, que no se note un compadreo.

-Entonces, la botella de ron de caña que te he traído de Cuba no influirá en tu criterio.

-No, claro, ¿por quién me tomas? Es una suerte que tú no bebas alcohol, así no hace falta que abra la botella ahora. Por cierto, ¿sabías que hay botellas de litro?…, es que con la que me has traído justo me servirá para un colutorio.

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