Despiertas. Somnolencia. Sombras. Restriegas los ojos. Bostezas. Te desperezas. Miras. 6:15. Maldices. Te besan. Besas. Te levantas. Enciendes la radio. Fútbol. Muertos. Cambias de emisora. Más fútbol. Más muertos. Vuelves a cambiar. Más muertos. Más fútbol. Insistes en cambiar. Más fútbol. Más muertos. Pones un disco. Vivaldi. Respiras. Haces café, zumonaranja, tostadas. Desayunas. Te desayunan. La desayunas. La besas. Te besan. Abres el grifo. Te duchas. Te afeitas. Te vistes. Prisas. Te besan. La besas. Bajasatodaprisa. Kiosco. Saludas. Compras el periódico. Vistazo. Más muertos. Más fútbol. Parada del bus. 8:15. Llegarás por los pelos. Línea 15. Subes. Pagas. Te asientas. Una señora te saluda. Correspondes al saludo. Comentáis el tiempo. Sol. Nubes. Algún chubasco, quizá. Abres el periódico por la mitad. Aniversario de Casablanca. Respiras. Sonríes. Recuerdas. Veinte años atrás. Cine Avenida. Apareció a la cita. Sola. Estaba preciosa. Entrasteis. Os sentasteis. Os visteis.
TócaladenuevoSamSiemprenosquedaráParísEstopuedeserelcomienzodeunagranamistad.
Sonríes. Bajas del bus. Café de Pepe. Cortado doble. Pincho de tortilla con pimientos. TELEVISIÓN ENCENDIDA A TODO VOLUMEN. Más muertos. Más fútbol. Pagas. Entras en la oficina. Fichas. Te diriges a tu mesa. Saludas. Te saludan. Más fútbol. Más muertos. Canturreas “as time goes by”. Reunión para marcar los objetivos del día. Visitas concertadas a diez empresas. Inspiración profunda. Sales. Coges el coche de la empresa. Tráfico denso. Desesperas. Dos horas, dos empresas. No acabarás nunca. Tercera empresa. Mismo ritual. Mismos comentarios. Presentación. Saludos de rigor. Más fútbol. Más muertos. Sonríes. Arreglas los asuntos del trabajo. Te despides. Llamas. Tres empresas no te pueden recibir ese día. Respiras. Comes. Bocata de calamares en el parque. Te descalzas. Paseas por la hierba. Te gusta. Te relaja. Suena el móvil. No contestas. Suena seis veces en media hora. Llamas. El jefazo que vomita. Inspiración profunda. ¿Cuándo dejaré este trabajo? Reemprendes tu jornada. Dos empresas con la que cierras negocios satisfactorios. Vuelves al tráfico rodado. Te intentan vender en cada semáforo pañuelos, periódicos deportivos. Una niña limpia tu parabrisas. Le pagas. Le deseas suerte. Llegas a la gasolinera de todos los días. Repostas. Compras tabaco. Tomas un par de cafés. El camarero te acerca un par de periódicos. No los miras. Pagas. Subes al coche. Pones la radio. Manifestación en la ciudad por el descenso del equipo de fútbol. La mayor de la historia. Apagas la radio. Tráfico cada vez más lento. Te ves rodeado por manifestantes furibundos. Aparcas. Esperas a que pase la manifestación. Te llaman por teléfono. Contestas. El jefazo pidiendo cuentas de resultados. Amenaza de despido. Piensas en mandarlo todo al carajo. 19:00. Última empresa. ¿Qué tal tus hijos?. Desconcertado ¿Alguien vivo? Sabe que no tienes hijos. Sonríes. Bien, gracias. ¿Y los tuyos?. Sabes que no tiene hijos. Bajáis. Tomáis un vino en el bar de la esquina. Habláis. Reís. No más muertos. No más fútbol. Cogéis los coches. Aparcas en la empresa. Subes a su coche. La miras. La escrutas. Sonríe incitando. Llegáis a casa. Saca una película de su bolso. Humphrey, Ingrid y el café de Rick. Y ella y tú. La veis. Habláis. Os besáis. Sois lenguaraces con vuestras vidas, con vuestros sueños, con vuestros cuerpos. ¿Siempre nos quedará París? Y Berlín, Londres, Nueva York, Oslo, Madrid, Vigo… ¿Siempre? Tú siempre eres París.
Último día de trabajo. Despedida organizada por la Dirección. Buffet libre en el café de Pepe. Todos cordiales. Todos amables. Abrazos. Buenos deseos. Reloj de oro y diamantes. Bandeja de plata con el emblema de la empresa. Brindis emocionado del jefazo. Remiras a los presentes. No está ella. Hablas. Cuentas cuentos de cuentos del trabajo. Ríen. Dejas que marche el último de los homenajeantes. Vas a la oficina. Recoges tus pertenencias. Cierras los ojos. Saboreas los años pasados. Reinventas. Tu entrada el primer día. Alegre. Confiado. Todo un futuro por delante. Das un último paseo por el recinto. Paso firme. Respiras con fuerza. El corazón se acelera. Quieres salir rápido. Llegas a la puerta de salida. Abres con sumo cuidado. Echas un último vistazo. Cierras con violencia. Coges el ascensor. Son dos minutos de bajada. Sales del edificio. Una última copa en el café de Pepe. Hablas de proyectos. Viajes de película. Viajes literarios. Escribir algún libro. Os despedís. Decides ir caminando a casa bordeando el río. Te detienes a contemplar árboles, prados, parejas amándose. Continúas tu caminar. Aceleras el ritmo. Cada vez más rápido. Corres. Corres. Corres. Cruzas calles sin mirar. Un último esfuerzo. Llegas a casa. No encuentras las llaves. Llamas al timbre. No abren. Golpeas la puerta. Golpeas otra vez. Una y otra vez. Cada vez con más fuerza. Abren. Miras con estupor. Unas maletas. Ella. Y Rick.