Querido Zacarías:

Debo suponer que, a causa de mi escasa relevancia social y entre otras razones, por mi ocupación vulgar y corriente, los males propios de su longevidad, y su incipiente edadismo, le tienen lo suficientemente ocupado y distraído para que su mala memoria no recuerde el nombre ni la suerte de uno de sus más humildes y fieles súbditos, a la sazón, criador de gallinas y otras aves de corral, en este remoto confín del Caribe, como soy yo. Es por ese motivo que en primer lugar me gustaría pedirle disculpas por atreverme a escribirle esta trémula misiva, con la que si me lo permite la providencia, lograré sacarle unos instantes de su esfera personal y de las profundas convicciones que confeccionan su particular y solitario universo; lugar del todo onírico, donde moran madres santas, como Santa Bendeción Alvarado de los pájaros, figuras paternas como secretos inconfesables como el señor X, guardaespaldas legendarios que le protegen con su machete, como Saturno Santos, o compañías inigualables como la de la simpar novicia sin mácula Leticia Nazareno. Lo cierto es que después de casi un siglo en el poder, nuestra particular situación política lleva una deriva fatal y demanda medidas urgentes y a la vista de sus videntes y astrólogos, no le veo bien aconsejado. Diríase que desoye la voz del sentido común y la suya se suma sin sonrojo a la de la gente que se quieren mantener a toda costa en el poder y para ello apuestan sólo por ideas caducas de hombres ancianos que ya solo pueden hablar de sí mismos. Hay problemas importantes en nuestra humilde patria que avanzan sin tregua y requieren con avidez de soluciones valientes y genuinas, puesto que de lo contrario, los poderes económicos y pragmáticos de otras latitudes, harán leña del árbol caído y por ejemplo yo, ya no podré vivir del modesto oficio de criar gallinas con el que me he mantenido a mí y a mi familia toda la vida. Es por eso que le pido si es posible un mundo mejor para mis hijos y un enfoque más plural para nuestro desvencijado sistema político. Somos muchos los que estamos trabajando a diario para que este tinglado de ficción, lleno de honorables mercachifles, se sostenga, y huelga decir que estamos cansados de este largo otoño del patriarca, por lo que en memoria de su desaparecido autor, el querido Gabo, le pido como último favor, que no sea más usted el problema sino la solución, y de tal forma estoy seguro que causará el regocijo de su desinhibido y variopinto pueblo de gentes nobles y buenas.

Firmado:

Un anónimo criador de gallinas.

*Imagen: El pescador, su gallina y la trucha. Jaime Lupercio, México, 2019. Óleo en Lienzo. [Singulart.com]

Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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