La quiebra de Credit Suisse está arrastrando este lunes a los principales bancos europeos, que se están desplomando en la bolsa. Si ayer el principal banco suizo UBS anunciaba la compra por valor de 3.000 millones de euros de Credit Suisse, hoy ambas entidades están registrando caídas en picado en sus valores. El banco rescatado ha perdido un 64% del valor en sus acciones y UBS le acompaña con caídas del 13%. En el caso de Credit Suisse no es nada nuevo, puesto que en los últimos doce meses ha registrado caídas superiores al 80%.
Este efecto está teniendo una fuerte repercusión en los bancos europeos, pese al anuncio de inyección de liquidez realizado por Christine Lagarde. De este modo, Las acciones de los bancos franceses Société Générale y BNP Paribas bajan de un 6,91% y de un 6,40%, mientras que el holandés ING pierde un 5,66%, y los italianos UniCredit e Intesa Sanpaolo, un 4,97% y un 3,31% respectivamente. Los bancos alemanes también han tenido fuertes caídas: en el caso del Deutsche Bank superaban el 10%, y en el del Commerzbank rondaban el 8%.
La semana pasada, el estado suizo concedió un crédito superior a los 50.000 millones de euros a Credit Suisse a través del Banco Nacional Suizo, después que su principal inversor, el Saudi National Bank, decidiera no inyectar más liquidez. Ayer, se anunciaba la compra por parte de UBS, pero parece que ninguna de las dos acciones está satisfaciendo a los inversores. Todo ello está aderezado por la caída de otros dos bancos, en este caso, en Estados Unidos.
Hace una década en España, el estado tuvo que rescatar a la banca -especialmente a las cajas de ahorro- a través del Frob. Entonces se usaron más de 100.000 millones de las arcas públicas. En este caso, el Banco de España calcula que de ese dinero solamente se recuperará el 14% de la inversión. Esta situación permitió la entrada en el estado español de los llamados fondos buitre, que se apropiaron de buena parte de los activos -principalmente bienes inmuebles- a precios regalados.
De aquella crisis lo que nos queda hoy es una sociedad empobrecida, una clase trabajadora precarizada y, todavía, un goteo incesante de desahucios. Para la posteridad quedará la frase del entonces ministro de Economía, Rodrigo Rato, «es el mercado, amigo».
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.