―Ave María purísima.
―Sin pecado concebida.
―Padre, confieso que he pecado.
―Hoy vienes con cara de apurado. ¿Qué has hecho, hijo?
―Nada.
―Entonces no tienes nada de lo que preocuparte.
―Eso no es cierto padre, también se puede pecar por omisión.
―¿Puedes ser más explícito?
―Me pusieron en un cargo muy importante para que no hiciera nada.
―¿Y qué era lo que tenías que haber hecho?
―Debería haber reformado la Justicia. Los jueces somos un sector demasiado corporativista. Debería haberla abierto al público en general. En otras palabras, sabemos mucho de lo nuestro, pero a veces ignoramos cosas de sentido común. Te pondré un ejemplo: hace poco, hubo una sentencia que rebajó la pena de un asesino machista, que mató a su mujer delante de sus hijos. Por lo visto, la sentencia se basaba en una falta de acreditación de la relación del mal psicológico que sufren ahora los hijos, debido al trauma que les supuso haber contemplado dicha tragedia a tan tierna edad. Cualquier psicólogo o psiquiatra sabe que ese tipo de situaciones provocan enfermedades mentales para toda la vida. Pero no hace falta tal informe. Es algo de sentido común. Además, hacen falta más Juzgados y Tribunales. Por supuesto, creo que siempre es necesaria más formación y más presupuesto para la Justicia y, sin embargo, ahora mismo se acaba de congelar. Sin embargo, yo no he contribuido a mejorar esa situación y ni siquiera he dimitido. De hecho, he sido cómplice durante muchos años de un bloqueo político para controlar el poder judicial.
―¿Pero has hecho daño a alguien?
―A la democracia.
―No entiendo.
―¿Puedo hablarle con franqueza?
―Claro.
―He participado de forma pasiva en la destrucción de los límites de la división de poderes. El Tribunal Supremo juzga a los políticos y el Consejo General del Poder Judicial controla a los jueces.
―¿Y eso para qué?
―Para establecer una impunidad sobre los poderosos. En realidad la Justicia solo sirve para controlar a los pobres. De hecho, la mayoría de los políticos y de la gente la alta sociedad tienen múltiples medios para escapar de ella. En otras palabras, en España la Justicia está muy politizada, pero a mí me han utilizado para intentar establecer una tiranía encubierta.
―¿Y qué has hecho para remediarlo?
―He dimitido y he estado a punto de hacer un vídeo y contar la verdad. Yo conozco muchos compañeros que están metidos en asuntos turbios debido a todo esto.
―Eres un buen juez y buen hombre. Has hecho bien en venir a confesarte. Supongo que has tenido un momento de debilidad, algo así como la tentación de Antonio. Ha sido el diablo con sus múltiples formas, que ha venido a tentarte. Tienes que volver a tu antiguo aislamiento jurídico. Yo te absuelvo de todos tus pecados y te mando como penitencia que reces diez avemarías y cojas otro puesto acorde a tu ejemplar carrera judicial y a tu buena reputación, y pases página de todo esto. Incluso te recomiendo que no vuelvas a hablar de este asunto con el político X, cuando vayas con él a jugar al golf.
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.