Plaza Urquinaona de Barcelona. Once y media de la mañana del domingo 2 de octubre. Bajo el lema “no pasaran” los manifestantes empiezan a caminar en dirección  a la plaza Sant Jaume, donde Josep Anglada -líder de la ultraderechista Plataforma per Catalunya (PxC)- se dispone a dar un discurso media hora más tarde. En su mayoría son jóvenes de ideología antifascista que se han citado a través de las redes sociales.

A la voz de “alerta, alerta, alerta antifascista!” o “així, així, ni un pas enrera, contra el fascisme acció directa!” la concentración recorre la calle Trafalgar, y pasa por delante del Arc del Triomf. En el Passeig de Lluis Companys, varios furgones de los Mossos  de Esquadra circulan ya tras los manifestantes y les advierten, por los altavoces de uno de los vehículos, que la manifestación no ha sido comunicada  y pueden ser sancionados si continúan concentrados.

A pesar del aviso, el grupo sigue avanzando y llega hasta Vía Layetana. Allí los antidisturbios han formado un cordón que impide el acercamiento a la plaza. Entonces las consignas antipoliciales se multiplican, y otras tantas contra Anglada se gritan con más fuerza, con la esperanza de que sean percibidas por el político y sus seguidores desde donde se encuentran. Ardua tarea. Finalmente, sobre las 12:20 h. los manifestantes se retiran en bloque. No hay cargas, no hay incidentes. Una hora más tarde, la Vía Layetana y las calles de acceso a la Plaça Sant Jaume siguen cerradas. Por la tarde habrá una nueva manifestación antifascista, aunque esta vez autorizada (como la de Anglada).

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