La crisis pandémica tendrá como efectos colaterales el incremento de la tasa de paro hasta niveles desconocidos provocados por el efecto dominó en la declaración de EREs en las empresas (estimaciones de tasas del paro del 16% para el 2021), retraso de la jubilación a los 67 años y la generalización de la interinidad vitalicia con salarios tercermundistas e interinidad vitalicia. Por otra parte, la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores debido a los exiguos incrementos salariales, congelación o dramática reducción de los mismos unido a la ausencia de la cultura del ahorro doméstico provocará una severa contracción del consumo interno y el consecuente finiquito del consumismo compulsivo imperante en la pasada década.
Como consecuencia de todo lo anterior, asistiremos a un severo estancamiento del mercado inmobiliario por lo que las entidades bancarias intentarán mediante subastas y la creación de sociedades de gestión de activos inmobiliarios dar salida a los pisos embargados que acumularán en sus carteras (considerados “bienes ilíquidos”), lo que originará drásticas caídas de los precios de los inmuebles (precios artificialmente revalorizados debido a la especulación inmobiliaria de la última década).
Igualmente, se producirá una desertización comercial de amplias zonas urbanas, con la progresiva desaparición del pequeño comercio (alimentación, ropa, calzado y concesionarios de automóviles) y de establecimientos de ocio y diversión (bares, cines, restaurantes, discotecas y centros comerciales) consecuencia de la severa contracción del consumo interno que llevará aunado la extinción de incontables medios de comunicación impresa y audiovisual ante la pérdida de ingresos por publicidad, quedando Internet como refugio para navegantes.
Asimismo, las ciudades asistirán a una revitalización de los cascos antiguos y centros urbanos de las ciudades en detrimento de los barrios periféricos, motivado por la falta de liquidez de las arcas municipales y consecuente reducción de servicios públicos, fruto de la ya mencionada desertización comercial y de la profunda recesión del mercado inmobiliario que conllevarán una acusada reducción de ingresos por impuestos y subsiguiente endeudamiento crónico de los ayuntamientos. Todo ello provocará el éxodo al medio rural de una población urbana afectada por la asfixia económica, embargo de viviendas e ingreso en las listas del paro, con la consiguiente revitalización de extensas zonas rurales, rejuvenecimiento de su población y el resurgir del sector primario.
Nacido en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Es miembro de Attac-Navarra. Colabora habitualmente en varios medios digitales e impresos españoles y latinoamericanos.