Acercarse a una cárcel y además intentar hacerla visible, en este caso por medio de la vigésima Marcha a Topas organizada por el movimiento anticarcelario salmantino, significa también empezar a sentir la presión y la tensión del Estado, que vela porque sus vergüenzas no sean demasiado visibles, no vaya a ser que la gente empiece a cuestionarse demasiadas cosas.
Por supuesto, acercarse a la cárcel es la vía más obvia de sentir y visibilizar el problema de este enemigo del ser humano, creado por aquellos que identifican libertad y egoísmo, de forma que ellos aplican su “libertad” para ser egoístas y tratar al resto como seres viles.
Como todos los grandes problemas sociales, la existencia de las cárceles genera distintos frentes de lucha que vienen de la mano de distintos tipos de sufrimiento y sacrificio. Para que se pueda ampliar conciencia y perspectiva, este año la marcha a la cárcel de Topas ha organizado distintas charlas y debates en las que se intentaba dar distintas luces al conflicto.
El miércoles 9, se recibió al colectivo “Nais contra a impunidade”, un grupo de mujeres, entre las que figuraban Pastora, madre de Xosé Tarrio y Julia, madre de Gabriel Pombo, que han tenido que soportar que se llevarán a sus hijas e hijos a la fuerza, que los maltratasen, que los torturasen. Muertes no esclarecidas bajo custodia policial. En muchas ocasiones, también se ha aplicado la dispersión para añadir más dificultades al contacto: presupuesto del viaje (no podemos olvidar que la mayor parte de la población encarcelada tiene dificultades económicas. Asimismo su familia, si la tiene), desajustes de horarios, accidentes de tráfico. Eso para ellas ha sido demoledor y un ataque despiadado a ese vínculo entre la madre y la persona a la que dio la vida y después cuidó. Después de todo, la sociedad machista ha provocado que la mujer sea mayoritariamente quién sostenga el cuidado emocional y afectivo del resto de la familia. El tatuaje “Amor de madre”, ahora convertido en un cliché carcelario, responde a un principio muy poderoso, que ayuda a mantener la integridad de aquellas personas a las que se les niega o dificulta en extremo cualquier tipo de contacto con el exterior: sea movido por la curiosidad o por la mera necesidad de afecto y de cariño, que necesita toda persona, especialmente en situaciones adversas. Sin embargo, el dolor de la otra parte no es menor. El dolor que sufren estas mujeres no lo es. La diferencia la marca que ellas pueden reunirse, pueden llorar juntas y, también, pueden darse fuerzas y reír y enfadarse para seguir luchando contra ese monstruo de la reclusión.
La dificultad aumenta si se da el caso de que la persona encarcelada no quiera acatar los abusos con los que pretenden someterla y devolverla a la obediencia en el miedo. La obediencia del perro maltratado, la obediencia de la mujer sumisa a su marido, la obediencia de la infancia a los “cachetes” y la zapatilla. Por supuesto que aumenta.
El jueves, día 10, se organizó una concentración contra las cárceles en la Puerta de Zamora, a la entrada del casco antiguo de Salamanca, para dar visibilidad a las cárceles y a la lucha anticarcelaria. Porque ambas, lógicamente, pretenden ser silenciadas. Por pudor. Porque la verdad del sistema penitenciario molesta en un esquema de vida que esconde cada vez más violencia y abuso detrás de las fronteras, como demuestra el nuevo pacto de la vergüenza de la Unión Europea con Turquía, y los muros de las cárceles, de los centros de internamiento para personas extranjeras, para menores…, con su respectiva Reforma del código penal en el 2015, que aprovechando el momento de crisis y aumento de la pobreza, reprime la protesta, criminaliza movimientos sociales, mientras los medios de comunicación tratan meter miedo a la gente con la bandera del terrorismo (cajón de sastre de las amenazas para el Estado) para que haya una mayor tolerancia hacia esta seguridad a golpe de porra y muros bien opacos.
El viernes, día 11, se invitó a un abogado y a un médico de la asociación Oteando de Valladolid. Aunque el médico se ausentó por causas personales, la información que circuló ese día, en la charla y el debate con el jurista, era la suficiente para entender o hacerse una idea del tamaño que tiene la cuestión de la tortura en prisión y las dificultades que se pueden encontrar para luchar contra ella. En primer lugar, una dificultad muy grande es superar el miedo personal a la institución o a personas particulares. Después, el proceso no tiene nada que envidiar a la historia narrada por Kafka. Por no hablar de las trabas que encuentran muchas veces estos abogados para contactar con la persona encarcelada. Por otra parte, también fue interesante reflexionar sobre el concepto de tortura y sobre cómo, de muy diferentes formas, se puede coaccionar a un individuo para que haga la voluntad de un tercero. Un ambiente tan represivo como es la prisión busca la absoluta sumisión, el agachar la cabeza ante todo. Una suerte de infantilización de la psique que lleva a desestabilizar a las personas, que necesitan de una entereza muy grande y de todo el apoyo posible para sostenerse en pie y ser conscientes. Sin embargo, aquellas personas que más apoyo reciben y que tienen la suficiente convicción para mantener la integridad son las que lo tienen más complicado, ya que será en ellas, por el peligro que representa su voz para el Estado, sobre las que caiga todo el peso de la represión sistemática. Régimen F.I.E.S. (Ficheros de Internos de Especial Seguimiento), dispersión, etc.
El sábado, día 12, el colectivo Ranas Rebeldes colaboró en estas jornadas poniendo el foco en la transexualidad y el debate sobre género. En primer lugar, por la mañana se proyectó el documental “Test de la vida real”. Crítico tanto con la marginación social, como con los mecanismos de gestión institucional para superar esta marginación. Es difícil salir de los esquemas binarios dentro de una sociedad que aun sostiene una figura modélica de mujertanto física como emocional e intelectualmente, y un patrón de actitud, estética, forma de relacionarse y expectativas para los hombres. En este documental se deposita tanto una cruda realidad de exigencias, sobre todo estéticas, a la persona transexual que a menudo se considera obsesionada con su cuerpo, cuando realmente está buscando la costosa aceptación social, para una posterior aceptación personal; como una esperanza en un progresivo entendimiento de cuerpo, mente, sexo y género por parte de la sociedad, para que cese la marginación y otros conflictos humanos. Después de una pausa para comer, a la tarde se recibió a María Jesús Lastra, para que diese testimonio de su lucha por unas mejores condiciones para las transexuales encarceladas. Ella como mujer transexual encarcelada, se enfrentaba a una marginación por varios frentes y consiguió ser trasladada a un módulo de mujeres. Así como la aprobación en el año 2006 de una circular que permite que prime la “identidad psicosocial” al margen del sexo, y, por tanto, independientemente de que haya habido o no intervención quirúrgica para modificarlo.
Para terminar, el domingo día 13 llegó el momento de organizar la marcha al centro penitenciario. En primer lugar, antes de la comida se pudo disfrutar de un concierto de Neurona Ghetto, un nuevo grupo salmantino formado por miembros de Los Gatos del Parbú y de El Niño del Pegamento, que inspiraron y animaron a los presentes con sus letras reivindicativas, así como con su habilidad para la poesía y música de la calle. Para cuando terminó el concierto, se pudo disfrutar de la comida entre todas y todos. Así como, después se recogió y limpió de la misma forma. Después de todo se trata de ser coherentes.
A continuación, se fue a El Cubo del Vino, Zamora, para marchar, por fin, hacia la cárcel que queda cerca de la frontera con Zamora. Por supuesto, siempre ante la atenta mirada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que iban aumentando en número e inquisición conforme nos acercábamos al lugar crítico y escondido en su lejanía de los núcleos urbanos. Impresión y escalofrío es lo que se siente al ver tal mamotreto de cemento destinado a machacar personas y vida entre personas. Sufren los de dentro y los que quedan a fuera. Por supuesto, los de dentro fácilmente lo sufrirán más: el espacio y el tejido social no tienen cabida allí.
Tras dar una vuelta haciendo ruido, demostrando solidaridad con las víctimas del sistema penitenciario, denunciando los abusos, se pudo escuchar la respuesta desesperada de alguna persona que nos escuchó y buscaba establecer comunicación, sentir apoyo. En algún momento, se consiguió corear ¡Libertad, libertad, libertad! con ellas.
“¡Nuestra mejor arma, la solidaridad!”
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.