Este mes de enero se han cumplido 28 años de la legendaria patada voladora que el jugador de futbol francés, Éric Cantona, propinó a un hooligan en el estadio Selhurst Park, en Londres.

En el minuto 3 de la segunda parte del partido que enfrentaba al Crystal Palace contra el Manchester United, Cantona fue expulsado por cometer una falta antideportiva sobre un defensor del Crystal. Mientras enfilaba el camino de los vestuarios, la hinchada local comenzó a increparle.

En su recorrido, Cantona aguantó toda clase de improperios hasta que se percató de que Matthew Simmons, un ultra local que había bajado once filas hasta ubicarse al borde del campo, se estaba cebando con él. Desde su posición, Simmons se dirigió directamente a Cantona con insultos xenófobos por ser extranjero: «Vete a tu país bastardo de mierda, vuélvete a Francia».

En ese momento, algo hizo ‘clic’ en la cabeza de Cantona, que se negó a soportar a un fascista ebrio escupiendo toda clase de despropósitos contra sus orígenes. Como cuando un gran felino de la sabana africana arranca a la caza de su presa, Cantona alzó el vuelo hasta impactar, con una soberbia patada voladora, contra el pecho del inglés. A continuación, Cantona dejó caer una lluvia de golpes hasta que lo detuvieron.

Es preciso recordar que por aquel entonces, en los años noventa, los estadios ingleses ya carecían de vallas que separasen al público del terreno de juego, sobre todo, después de la tragedia de Heysel, donde fallecieron 39 hinchas por aplastamiento. De ahí que el movimiento marcial del jugador tuviera una ejecución fantástica con un resultado excelente.

Por su parte, Simmons no era más que un neonazi, esa basura blanca que todavía hoy llena los estadios de futbol en media Europa, aunque se disfrace de casuals. El tipo militaba en National Front, una organización ultranacionalista británica y, además, tenía antecedentes por delitos de odio.

En una entrevista para el programa de televisión Football Focus, cuando se le preguntó sobre el mejor momento de su carrera, el delantero declaró: «Fue cuando le di la patada de kung-fu a un hooligan, porque ese tipo de gente no tiene nada que hacer en un partido. Creo que es un sueño para algunos dar una patada a ese tipo de gente. Así que lo hice para ellos, para que estuvieran felices. He visto a muchos jugadores marcar goles y todos ellos saben la sensación que produce. Pero esta, la de saltar y patear a un fascista, no es algo que se saboree todos los días».

Éric Cantona nunca se arrepintió de ello. Más bien al contario, cuando le preguntaron sobre si tenía remordimientos, su respuesta fue bien clara: «Debería haberlo pateado más fuerte. No puedo arrepentirme. Me sentí genial. Aprendí de ello y creo que él también».

Pese a que ahora su carrera profesional se centre en la interpretación (al igual que Vinnie Jones), el crack de origen marsellés sigue hoy siendo fiel a sus ideas antifascistas, y sigue batallando por la justicia social. Poco antes del inicio del Mundial de Qatar, el ex jugador del Manchester United declaró: «Realmente no me interesa la próxima Copa del Mundo, no es una copa real para mí. Qatar no es un país de fútbol, solo es por el dinero. Han muerto miles de personas construyendo los estadios. Y aun así vamos a celebrar la copa del Mundo allí. Es horrible».

Cantona también ha mostrado su compromiso con la crisis migratoria en Europa provocada por la Guerra Civil Siria, recordando que su abuelo materno fue un exiliado de la Guerra Civil española.​ En ese sentido, se ha ofrecido voluntario para acoger a refugiados sirios en su casa de Marsella, y ha reclamado una solución a todas las partes implicadas. Más que un futbolista o un actor,​ un ejemplo a seguir.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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