Partidario de Donald Trump en un mitin en el Veterans Memorial Coliseum en el recinto ferial del estado de Arizona en Phoenix, Arizona. (Gage Skidmore / Flickr)

La teoría conspirativa del Gran Reemplazo se remonta a la novela de 1973 “Le camps des Saints” de Jean Raspall donde se describe el “colapso de la cultura occidental a causa de un tsunami migratorio procedente del Tercer Mundo”. Dicha teoría habría sido adoptada como propia por el movimiento supremacista blanco que denuncia que “la política de inmigración de Joe Biden busca sustituir a la población blanca por inmigrantes no blancos con el objetivo inequívoco de finiquitar la primacía blanca de EUA (White Power)”, lo que tendrá como efectos colaterales el aumento del odio al inmigrante, la xenofobia y las agresiones a personas de color de parte de los seguidores de la extrema derecha estadounidense.

Los portavoces de dicha teoría serían el presentador de la Fox News, Tucker Carlson quien bautizó a la política migratoria de Biden como “The Great Replacement” (el Gran Reemplazo), así como el congresista republicano Brian Babin quien afirmó que “los demócratas están aprovechando la inmigración para reemplazar al electorado estadounidense por un electorado del tercer mundo”, por lo que 40 Estados republicanos estarían planeando proponer iniciativas legales para suprimir o limitar el voto de minorías étnicas, raciales y religiosas limitando el voto por ausencia y prohibiendo el voto por correo.

El declive del White Power

Según la Oficina del Censo de EUA, hacia el 2043 los blancos dejarán de ser la mayoría de la población estadounidense y serán desplazados por la suma de la población hispana que aumentaría de 53,3 millones en la actualidad a 128,8 millones en 2060 y la afroamericana, que pasaría los 41,2 millones actuales a los 61,8 millones previstos por las proyecciones y según el Pew Research Center, la clase media (con unos ingresos anuales de 73.400 $) ya no sería el segmento poblacional dominante en la sociedad estadounidense actual al sufrir una lenta pero progresiva caída en las últimas 4 décadas.

Así, según el Pew, en 1971, la clase media representaba el 61% de la población (unos 80 millones de habitantes) mientras que en la actualidad no alcanzaría el listón del 50% (49,9%) debido a la crisis de las subprime, estallido de la burbuja inmobiliaria y posterior crash bursátil del 2008.

Conviene resaltar que entre los “perdedores de la crisis” además de afroamericanos y latinos aparecen por primera vez jóvenes universitarios endeudados y adultos blancos de más de 45 años sin estudios universitarios y con empleos de bajo valor añadido que tras quedar enrolados en las filas del paro, habrían terminado sumido en un círculo explosivo de depresión, alcoholismo, drogadicción y suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”, lo que habría tenido como efecto colateral la desafección de dichos segmentos de población blanca respecto del establishment tradicional y su enrolamiento en partidos de extrema derecha y la cifras de perdedores blancos se podrían incrementar tras la entrada en recesión de la economía estadounidense en el 2022 debido al recalentamiento de la economía, la desbocada inflación y el recrudecimiento de la pandemia sanitaria.

¿Agudización de la fractura social estadounidense?

El agravamiento de la pandemia sanitaria motivada por la existencia de importantes segmentos de población sin vacunar (51%) y la Teoría del Gran Reemplazo estaría agudizando la fractura social estadounidense que estaría ya conformada por 2 mitades cuasi simétricas e irreconciliables y de lo que sería paradigma el Estado de Texas, devenido en altavoz del White Power.

Dado el desgaste de Biden tras el fiasco de Afganistán y la posible entrada en recesión de la economía el año venidero, no sería descartable el triunfo republicano en las elecciones intermedias del 2022 que anticiparían un retorno triunfal de Trump en las Presidenciales del 2024.

Caso de confirmarse, marcará un hito histórico pues representará el final de la sui generis democracia formal estadounidense y el comienzo de una forma de Gobierno orwelliano que beberá de las fuentes del paternalismo de las dictaduras blandas y se caracterizará por el culto al líder, la utilización de la desinformación y la vigilancia orwelliana de la población no blanca y el control estricto de la disidencia política, en suma un Gobierno autocrático o especie de dictadura invisible sustentada en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas y culto al líder), elementos que confluyeron en la Presidencia de Trump tras fagocitar al Partido Republicano.

La estrategia electoral de Trump se basará en la técnica de la manipulación de las masas expuesta por Edward L. Bernays en su libro “Cristalizando la opinión pública”, en el que desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento.

Así, según L. Bernays, “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”.

Así, su propaganda estará dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta (retorno del White Power) para lo que utilizará los puntos esenciales del ideario populista: mensajes cortos y xenófobos en las redes sociales, culto al líder y utilización de las noticias falsas para sumir a la población en la duda existencial.

Articulista en Revista Rambla | Otros artículos del autor

Nacido en Navarra en 1957. Escribe análisis sobre temas económicos y geopolíticos. Es miembro de Attac-Navarra. Colabora habitualmente en varios medios digitales e impresos españoles y latinoamericanos.

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