Pese a la pandemia de la Covid-19, las playas catalanas rebosan. Es agosto y uno de los pocos turistas extranjeros que se han atrevido a pisar España se presenta en las dependencias de la Policía Local de Sant Feliu de Guíxols con un bulto envuelto en cinta de embalar del tamaño de un paquete de un quilo de arroz. Los municipales, sorprendidos, le preguntan qué es eso. El turista, poco entendedor del español, les explica -como puede- que se lo ha encontrado en la playa y que ha creído conveniente entregarlo a la autoridad competente con tal de librarse de cualquier marrón. Al hacerle una incisión en un costado del brillante envoltorio no brota grano, sino un polvo blanco inspirador.
Según la versión oficial, los agentes de la Local, apabullados por tal descubrimiento, trasladan el fardo a la comisaría de los Mossos d’Esquadra de la localidad. Allí, según el relato de la policía catalana, no se sabe muy bien quién lo recepciona y parece que queda bajo custodia en una caja fuerte de las dependencias policiales sin que nadie lo reclame, cosa extraña pues el valor del mismo se sitúa en los 40.000 euros aproximadamente.
Bien entrada la segunda ola de Covid, allá por mediados de octubre, un juez emite un requerimiento judicial para que los Mossos destruyan el contenido del paquete por el bien de la sanidad pública, en especial, la de la policía. Cuál es la sorpresa de los encargados del caso, que al abrir la mazmorra se la encuentran vacía, sin que nada ni nadie sepa explicar dónde está el paquete.
Pasado otro mes, es decir, ahora, y la misteriosa desaparición del paquete salta a los medios de comunicación, sin que todavía se sepa quién mangó el polvillo. Lo único que saben decir los de la División de Asuntos Internos (DAI) de los Mossos d’Esquadra es que la llave que abría el taquillón donde se guardaba el asunto, rodaba más por la comisaría que los cafés con leche de la máquina.
Se sabe que los de la DAI han entrado en la comisaría con perros policía para ver si detectan algún rastro del contenido del paquete pero no han tenido suerte. Los medios, por su parte, han ligado el caso con la detención de tres policías de la Generalitat en la vecina comisaría de Santa Coloma de Farners, por liquidar un tipo de planta muy olorosa que también se guardaba bajo llave. Se da la circunstancia que Mossos d’Esquadra es uno de los cuerpos mejor pagados del país y se ve que con lo de la pandemia no tienen suficiente y necesitan nuevos retos que llenen sus intrascendentes vidas. ¿Sabremos algún día quién robó el paquete o será otro de esos casos sin resolver de ‘lo que el viento se llevó’?
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.