Con Mis documentos, Alejandro Zambra (Chile 1975) da un verdadero salto de la novela breve al relato y se confirma como un escritor que escarba en el realismo cotidiano valiéndose de un depurado estilo, el mismo que ya conforma,
Con Mis documentos, Alejandro Zambra (Chile 1975) da un verdadero salto de la novela breve al relato y se confirma como un escritor que escarba en el realismo cotidiano valiéndose de un depurado estilo, el mismo que ya conforma, desde sus primeros títulos lo que viene siendo el principio activo su obra.
Aunque todos estos 11 relatos difieren en las formas de abordar el conflicto se hermanan por una aurea semejante; en buena medida encontramos también melancolía, los rostros del desamor y el inevitable desarraigo; un sabor a tiempo incompleto y pasado; una rabia o muchas quizá por una dictadura pinochetista cuyos remanentes todavía existen.
Pero este no es un libro sobre la dictadura, es un libro de intimidades y confesiones de narradores omniscientes, pero desde luego que también de primeras personas, registro en el que el autor se acomoda bien “Me sentía indestructible. La rabia me hacía indestructible. Pero no solamente la rabia. También una confianza ciega o una cierta tozudez que nunca me ha abandonado. Porque hablaba bajo pero era fuerte. Porque hablo bajo pero soy fuerte. Porque nunca grito pero soy fuerte”.
En Mis documentos, título del libro y del primer relato, se repite la lección desde el principio cuando asistimos al despertar de un joven que descubre los secretos de la vida en un contexto político, religioso y provocador, luego está Camilo que gira en torno a los desafíos de la amistad y la búsqueda de un padre, aunado a tragedias personales, Recuerdos de un computador personal, es el descubrimiento de un ordenador y sus significados, la ruptura de la pareja, el desapego y la idea sorprendente de las cosas, Yo fumaba muy bien narra la cuenta atrás de alguien que debido a severos ataques de migraña ha decidido dejar el tabaco al tiempo que evoca a escritores cuyos vínculos con el cigarro son intensos; participan lo bueno y lo malo, una autorreflexión respecto a un absurdo tratamiento, hace una comparación explícita con la vida de otros autores que tuvieron debilidad por el tabaco y que se aferraron a fumar, como el caso de Julio Ramón Ribeyro y su celebrado ensayo Solo para fumadores, así también con otros autores como Onetti y Katherine Mansfield, “No soy tan estúpido como para decir que me volví un fumador profesional por culpa de Heinrich Böll. No. Fue gracias a él”, dice el personaje de este relato que gracias a las novelas comprendió mejor su país y su propia historia. Esas novelas que a todos nos cambian. Se pregunta también si podrá volver a leerlas sin fumar.
Otros narradores, algunos arriesgados, se atreven a ser números como en el caso de Instituto Nacional, recorrido por la etapa de colegio y donde con cierto humor se evoca el valor del compañerismo.
En estos relatos lo autobiográfico se desliza junto a una ficción que no pretende deslumbrar y que lo dice a través del silencio. Mis documentos, son verdaderos mapas sentimentales, abre las rutas que habrán de seguir sus personajes.
Larga distanciaesla vida de un teleoperador intelectual que coge un rumbo inesperado, hay una voz en primera pero más adulta que termina haciendo de una conversación telefónica un compromiso resaltado por la soledad en la que a veces caemos todos y que se presta a confusiones.
Alejandro Zambra se dio a conocer en 2006 con la novela Bonsái, una propuesta minimalista e inquietante que de inmediato despertó la atención de la crítica que le consideró como un verdadero heredero de Roberto Bolaño, posteriormente y abierta la senda, publicó La vida privada de los árboles 2007 ahí experimenta lo referente a la espera, con grados elevados de nostalgia, Formas de volver a casa, 2011 es de una densidad mayor y donde a través de la voz de un niño de 9 años nos muestra el Chile de la dictadura, el Chile de los cómplices y víctimas de Pinochet.
En Mis documentos los personajes de Zambra están en conflicto y encuentran en embarazosas situaciones, traban amistad y a veces, tienen una idea distorsionada de esos amigos. En Verdadero o falso, mediante el recurso de la dualidad, conoceremos a una relación de pareja con fecha de caducidad y a la paternidad sentimentalmente torcida, en este relato renacen viejas heridas y personajes que por sus diferencias de origen transmiten extrañeza, aquí también el silencio habla por su cuenta. En Vida de familia, nos presenta la mentira en la que el personaje principal de un momento a otro se ve inmerso cuando le toca cuidar una casa que no es suya y que termina creyéndosela suya, mintiéndole incluso a una mujer de la que parece haberse enamorado, se entrecruzan ahí la realidad, el deseo y el fetiche, la ilusión de inventarse una vida y no saber asumir la verdad. Gracias es un asalto exprés a la mexicana, dentro de un taxi que circula por el DF, un secuestro y unos amigos que con miedo relatan lo que les pasó y les pudo haber pasado, son situaciones cargadas de humor negro e ironía y una ambigua relación de por medio. El hombre más chileno del mundo es el relato del desarraigo donde ir en busca de la mujer que se amó se convierte en un riesgo que deriva en un deambular ajeno.
Y por último Hacer memoria, una historia falsa de alguien que ha matado y está en la cárcel, pero que es más bien un original y arriesgado ejercicio de metaliteratura que involucra una violación y sentimientos de sueños y realidades posibles.
Alejandro Zambra es un escritor que se ha planteado historias sacadas de la realidad donde nos demuestra lo cotidiano sin ir en busca de la exageración, el maquillaje soberbio, o el golpe en falso, pues prefiere la cara más lúcida, carveriana e impecable de las vidas que aun sin conocer pareciera que las conociéramos de hace tiempo. Escribe además ensayo y poesía y ha ejercido la crítica literaria en diversas revistas. Mis documentos, es un libro de argumentos y conflictos pero sobre todo de voces intimistas, de altos decibeles e inesperadas dosis de humor e ironía que tanta falta hacen en los libros también en la vida ¿Quién se atreve a decir que no?