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El arte español contemporáneo debe mucho al galerista mallorquín Ferran Cano, cuyo nombre es conocido y respetado en los círculos de promoción de las artes plásticas de América y Europa. Además, Cano ha mantenido siempre una firme postura de defensa de las libertades y de reivindicación de la Memoria Histórica. En septiembre de 2014 se presentará en Barcelona la obra biográfica escrita sobre su persona por Georgina Sas.

Los orígenes

Ferran Cano es mallorquín… y caraqueño. Él lo explica así: ”Nací en Caracas en 1940, y mantuve durante décadas el pasaporte venezolano, como señal de agradecimiento al país que acogió a mis padres, exiliados ambos; asturiano él, mallorquina ella (hija de Emili Darder, el último alcalde republicano de Palma de Mallorca, fusilado por los rebeldes el 24 de febrero de 1937). Pero finalmente cedí ante la conveniencia de adoptar el pasaporte español, dadas las dificultades que hallaba en algunos viajes al extranjero. Como anécdota, valga contar que allá por la década de 1970 fui retenido durante unas horas en Luxemburgo, donde la policía me confundió con el célebre terrorista Carlos, venezolano también”.

Por la Memoria Histórica

Debido a su ascendencia, la reivindicación de la Memoria Histórica ha sido una constante en la vida pública y privada de Ferran Cano, incluso antes de que la expresión fuera enunciada tal cual; sin rencor, pero con afán de justicia, como cuando reclamó al Ministerio de Defensa la recuperación de la casa de su abuelo materno, Emili Darder.

“Siempre he sentido gran admiración por mi abuelo materno, y he leído sus artículos y obras. Era un hombre de origen burgués acomodado, médico de profesión. Tenía profundas raíces mallorquinas y, a la vez, talante cosmopolita: había vivido en Barcelona, Valencia, Madrid, París, Ginebra. Era laico, pacifista, antimilitarista. Se preocupó por el estudio de las condiciones higiénicas de las ciudades y su experiencia profesional le mostró las condiciones de vida de las clases trabajadoras en los barrios más humildes, vivencia que le llevó a la política. La sanidad, la enseñanza pública y la cultura eran sus grandes preocupaciones. En uno de sus discursos exclamó: “Faltan ciudadanos. Solo hay un medio para hacer ciudadanos, que es la cultura. Resulta que la tarea básica es la cultura, cultura y cultura. Es la obligación en todos los lugares y en todos los instantes”. Los fascistas lo mataron por traidor a su clase.

Si Emili Darder hubiera vuelto el rostro hacia otro lado, para no ver tanta injusticia y desigualdad, seguramente hubiera muerto en su mansión familiar, anciano, rico y respetado. Pero su compromiso humanista le aherrojó en una mazmorra del castillo de Bellver, de donde salió gravemente enfermo hacia el Hospital Militar, y de allí, camino de  las tapias del cementerio de Palma de Mallorca. Cuando fueron a matarle, estaba tan débil que sus asesinos tuvieron que atarle a una piedra para consumar su abominable sentido de la justicia.

(Del asesinato de Emili Darder se hizo eco Georges Bernanos en Los grandes cementerios bajo la luna, crónica de la represión franquista en Mallorca.)

Rompiendo moldes estéticos

La familia Cano-Darder pudo regresar a Mallorca en 1950. Posteriormente, el futuro galerista se formó como abogado en las universidades de Barcelona y Libre de Amsterdam. Sin embargo, la vocación y profesión de Ferran Cano ha sido siempre el arte contemporáneo, y no le faltaron arrestos para abrir una galería de pintura y escultura de vanguardia, poco acorde con el gusto general de la sociedad balear de finales del franquismo. Así, sobre una inmensa acuarela de marinas y olivos se alzó en 1973 el trazo disidente de la Galería 4 Gats.

¿Era una empresa de locos romper con el gusto pictórico imperante en la Mallorca de aquellos años? Un tanto, sí, reconoce Cano: “En Mallorca existía una tradición pictórica muy arraigada, estéticamente postimpresionista y temáticamente ligada al paisajismo, que había tenido cultivadores de gran calidad en la primera mitad del siglo XX. Con ese precedente, la sociedad isleña era poco permeable a la pintura de vanguardia. La apertura de 4 Gats supuso una ruptura con esa línea pictórica, porque nuestra programación atendió a las corrientes plásticas más recientes de la época, alternando exposiciones de grandes figuras con las de artistas jóvenes. El propio nombre de la galería, de evocaciones picassianas, era toda una declaración de intenciones”.

La influencia de Joan Miró

4 Gats contó con un protector de lujo, ni más ni menos que Joan Miró. El gran artista catalán residía en Palma de Mallorca desde 1956 (y allí falleció, en 1983). “Mi socio Ángel Juncosa era sobrino de Pilar, la esposa de Joan Miró, y tenía estrecho trato con él. Fue el propio pintor quien se interesó por nuestro trabajo; como creador, deseaba la promoción en Mallorca del arte de vanguardia, y además era un hombre de firmes convicciones progresistas. Él mismo diseñó el logotipo de la galería y realizó para 4 Gats la carpeta de grabados El pi de Formentor, basada en un poema del mallorquín Miquel Costa i Llobera”.

Gracias a Miró pasó por 4 Gats lo mejor de la época: Picasso (su primera exposición en Mallorca y ni más ni menos que con la Suite Vollard, seguramente la colección de grabados más importante del siglo XX, de la cual solo se vendió un ejemplar), Antoni Tàpies, Antonio Saura, Eduardo Arroyo, Antoni Clavé, Andy Warhol, Jasper Johns (“a quien hicimos la primera exposición individual en España”), Man Ray… “La intercesión de Miró ante marchantes y galerías nos garantizaba exposiciones de calidad sin la obligación de comprar obra.”

4 Gats alcanzó prestigio nacional e internacional en apenas diez años; sin embargo, el predicamento artístico no sirvió para solucionar la crónica parvedad económica de la galería. “En más de una ocasión salimos a flote gracias a donaciones de obra que nos hizo Miró.”

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Arte y compromiso

La vocación transgresora de 4 Gats tenía doble dimensión, estética y política, porque Ferran Cano siempre entendió el arte como herramienta crítica. Recuerda el galerista que “los tres socios fundadores de la galería, Gerard Matas, Ángel Juncosa y yo mismo, estábamos embargados por los ideales de la época. Corrían tiempos de grandes conmociones y cambios: los últimos compases de la guerra de Vietnam, la experiencia hippy de Ibiza, la agonía del franquismo… El arte era contestatario y vivía una época de gran explosión creativa. Y nosotros no estábamos con el arte por el arte, sino que lo entendíamos como un frente de lucha más para cambiar la sociedad”.

Aparte de las efemérides artísticas, “en 4 Gats se organizaron todo tipo de actos de reivindicación política; un ejemplo, la subasta de obras para pagar las fianzas de los obreros detenidos con ocasión de una huelga de la construcción, en 1976. Por cierto, Camilo José Cela contribuyó a la convocatoria con un texto de claro posicionamiento antifranquista, que también fue subastado”.

Recuerda Ferran Cano que igualmente transgresora por su contenido político y sexual fue la exposición organizada en 4 Gats al malogrado Ocaña, un creador que convirtió su propia vida en objeto artístico, pero también en arma de denuncia social y moral.

El compromiso político de la galería despertó la ira de los nostálgicos, plasmada en frecuentes pintadas de signo fascista. Y con ocasión de un homenaje a Rafael Alberti y Blas de Otero, “estalló de madrugada, la noche de la inauguración, una bomba casera que ocasionó desperfectos en la fachada. Ocurrió en agosto de 1977, y es que la gente olvida con frecuencia que la llamada Transición fue un período con grandes dosis de violencia, no tan pacífico como proclama su versión oficial”.

“Como colofón a esa etapa de mi vida profesional, puedo decir que no añoro los tiempos de lucha contra la dictadura, pero mantengo la convicción de que el arte es un frente más en la tarea de cambiar la sociedad. Nunca debería perderse esa perspectiva, creativa y crítica a la par.”

Miquel Barceló

En tanto que principio ético rector, la apuesta de Ferran Cano por los jóvenes valores ha sido una constante en la programación de las tres galerías que ha dirigido a lo largo de su carrera profesional. Y entre esas nuevas promociones de artistas, sin duda ha descollado de modo singular Miquel Barceló, que hizo su primera exposición individual en una galería comercial en 4 Gats, en el año 1976 (repitió en 1977), además de participar en otras muestras colectivas.

Tarde o temprano, a Miquel Barceló lo hubiera descubierto uno u otro galerista, pero da la (no) casualidad de que lo descubrió Ferran Cano (a quien se lo presentó el poeta Joan Manresa). Si en el arte hubiera, como en el fútbol, alguna disposición similar a la cláusula de promoción de jóvenes talentos, el difunto Leo Castelli se habría visto obligado a cubrir de oro a Ferran Cano, quien recuerda con cierta sorna: “Con frecuencia me preguntan: Ferran, ¿cómo no te hiciste marchante de Barceló? Son variaciones sobre el mismo tema de la parvedad de recursos económicos. Miquel se asoció con quienes podían garantizarle una difusión y unas ganancias acordes con su inmenso talento artístico: el estadounidense Leo Castelli, el suizo Bruno Bischofberger, el francés Yvon Lambert y el italiano Luchio Amelio. De todos ellos tengo un buen recuerdo personal, en el sentido de que siempre fueron muy amables conmigo… Pero representaban una figura opuesta a la mía, la del marchante más comprometido con el mercado”

Una galería de altos vuelos

Sin abandonar 4 Gats (que permaneció en funcionamiento hasta 1996), en 1986 se inauguró la Galería Ferran Cano, con sede en un gran caserón palmesano. Esta es la crónica del hallazgo: “Encontré por casualidad la sede de la segunda galería. Buscaba un local para almacén de obra cuando di con un caserón de origen medieval, muy modificado a lo largo de los siglos (antes de instalar la galería albergaba una pensión), pero que aún conservaba magníficos elementos de su pasado, como las ventanas de ajimez góticas, suelos de cerámica tradicional mallorquina y techos con artesonados mudéjares”.

La inauguración del nuevo establecimiento supuso todo un hito en la vida artística palmesana, aparte de sonado evento festivo. Eran tiempos de explosión cultural y social. ¿Vino la gloria acompañada del dinero? Al parecer, tampoco. A pesar de su espectacularidad, la Galería Ferran Cano nunca pudo vivir de modo desahogado. “Al ver el edificio, daba la impresión de que teníamos muchos más medios de los que en realidad disponíamos. Hubo circunstancias tan caprichosas como que estábamos invirtiendo dinero en la preparación de nuestra presencia en una feria internacional, y mientras tanto teníamos que pedir que nos aplazaran el pago de alguna factura de suministros. Siempre con el agua al cuello.” Y las apreturas económicas se mantuvieron tras el cierre del círculo, con la inauguración de la Galería Ferran Cano de Barcelona, en 1990, que viajó de flanco a flanco de la Ciutat Vella: primero estuvo asentada junto al Mercat del Born, después en la Plaça dels Àngels y finalmente en la Plaça del Duc de Medinaceli.

La tecnología como transgresión estética

Los últimos años de la actividad como galerista de Ferran Cano estuvieron muy relacionados con ese nuevo arte surgido de la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), una práctica que le parece “positiva”.

Como recuerda el entrevistado, Picasso y Miró, además de pintar, experimentaron con el grabado, la cerámica y la fotografía, o colaboraron con creadores que cultivaban esas modalidades artísticas. “Estoy seguro de que hubieran utilizado la informática, de haber existido en su tiempo. A mi entender, el artista debe estar abierto a las nuevas posibilidades estéticas; la experimentación con medios y soportes novedosos también es una transgresión, término que me resulta especialmente grato.”

Durante las décadas de 2000 y 2010, tanto la galería de Palma como la de Barcelona trabajaron intensamente con estos formatos, además de participar en ferias internacionales especializadas en las nuevas tecnologías (por ejemplo, la de Chicago). “Un artista de art-computer tan apreciado como el estadounidense Lincoln Schatz hizo sus dos primeras exposiciones individuales en nuestras galerías, primero en Palma y después en Barcelona.”

No cree Ferran Cano que las TIC vayan a eliminar el arte tradicional, manual. Ni la fotografía acabó con la pintura ni el vídeo hizo lo propio con la fotografía. “Son formas de expresión particulares, con su propio atractivo intrínseco. Tan válida es una herramienta como otra cualquiera.”

En cuanto a la tecnología como medio de difusión, Cano advierte que ha revolucionado el concepto clásico de galería de arte, prácticamente inamovible desde su origen en el siglo XIX. En la actualidad hay galerías virtuales, sin espacio físico, que ofrecen sus fondos a todos los rincones del mundo a través de Internet. “Por supuesto, a mí me encantan las galerías convencionales, pero veo un gran futuro a estas sedes virtuales, debido a las nuevas costumbres y hábitos sociales, íntimamente relacionados con la red.”

 

altLa personalidad de los artistas

Memorables artistas han sido paladines de encomiables causas… Pero a menudo se les acusa de ser insolidarios, aburguesados, paniaguados… Personas que prefieren la componenda para aspirar a una subvención que acaba silenciándolos políticamente. Sin embargo, Ferran Cano no cree que esa sea la tendencia predominante entre los creadores actuales. Él piensa –y experiencia no le falta– que “hay de todo. Se trata de actitudes individuales, no corporativas. Recuerdo, por ejemplo, el caso de los artistas norteamericanos que en la década de 1980 se volcaron en la recaudación de fondos para la investigación contra el sida. Ahora bien, ocurrió en España –y no solo en el arte, sino en todas las esferas de la creatividad– que el compromiso político surgido en la lucha contra el franquismo, empezó a decaer a finales de la década de 1970 y prácticamente se diluyó tras la llegada al poder de los socialistas (1982), que hicieron creer al país que ya no había motivos de protesta. Vino entonces la época del yuppy, cuando la moda era ser banquero y se invirtió la jerarquía de los valores”.

Tras una breve pausa de reflexión, prosigue: “Yo nunca he perdido la intención reivindicativa, pero no tuve más remedio que trabajar de acuerdo a las nuevas tendencias: intentar garantizarme una presencia en el mercado, una forma de proceder muy diferente de nuestra labor original”.

En cuanto a otra acusación de amplia popularidad, la pose, tampoco la comparte el galerista, aunque reconoce que los artistas “suelen tener un ego muy fuerte, debido a su capacidad creativa, y una sensibilidad especial”.

Para desmentir todos esos tópicos, Cano vuelve a la figura de Joan Miró, gran maestro en la vida y en el arte, “uno de los mejores seres humanos que he conocido: comprensivo, generoso y sabio. Carecía de todos los defectos que suelen atribuirse a los artistas (celos, soberbia, deslealtad, individualismo…)”.

La crisis, ¡cómo no!

Parece de Perogrullo, y así lo reconoce Ferran Cano, que el arte “siempre ha sido objeto de consumo de minorías; por regla general, de la clase media-alta hacia arriba”. ¿La razón?: simplemente, el precio. “El arte no es barato, ni figura entre los artículos de necesidad material perentoria.”

En las décadas de 1980 y 1990 tuvo lugar una notable modernización del país y se registró un crecimiento económico importante. Lo anterior se acompañó de un florecimiento de las artes. La demanda de obras creció; parecía que el mercado del arte iba a ampliarse a buena parte de las clases medias. Muchas personas confiaban en la compra de piezas artísticas como inversión de futuro, a modo de quien invierte en bolsa, y ello favorecía el mantenimiento de las galerías y los artistas (sobre todo, de los creadores jóvenes o no consagrados como grandes figuras).

Luego llegó la gran crisis –por así llamarla– que actualmente vivimos a pesar de las autoalabanzas del gobierno, y “las cifras de ventas cayeron en picado, por lo que respecta a los artistas jóvenes o no considerados como miembros de la élite, ya que las firmas consagradas siguen siendo valores muy rentables, que no implican riesgo. Es decir: asistimos a un gran incremento de las ventas en subastas, acompañado del efecto contrario en la mayoría de las galerías. Por lo tanto, una galería como las tres que yo he dirigido, que siempre han apostado por la promoción de jóvenes valores o por artistas que no estaban en la cúspide, pero que yo juzgaba dignos de mejor consideración, ya no tiene posibilidad material de sobrevivir en este escenario de recesión general”.

Arte de consumo

¿Existe un arte mediático y de gran consumo, más atento al negocio que a la calidad creativa? Responde Cano: “No es ninguna novedad y afecta a todo tipo de expresión artística, porque la creatividad se difunde públicamente a través de una industria, que sin duda existe para alcanzar un beneficio económico. Negocio y creatividad no siempre son lo mismo, a pesar de que artistas de gran talento a menudo se conviertan en una fuente de grandes beneficios crematísticos”.

En cuanto a si hay artistas sobrevalorados debido a esos intereses de mercado, el galerista reconoce que “se puede engañar y existen engaños”. Las galerías más poderosas “a veces tienen ganas de meter goles y acaban marcándolos por la escuadra, pero suele tratarse de éxitos efímeros. El verdadero problema estriba en que suele relacionarse la calidad del artista con su éxito comercial: el que más vende es el mejor, se piensa a menudo. Esta relación no es cierta a priori. Grandes maestros como Matisse o Picasso han sido artistas muy comerciales, del mismo modo que otros creadores de calidad no lo son. Por desgracia, hay mucho artista injustamente considerado porque su proyección comercial no es masiva. Otros, por supuesto, están mejor calificados de lo que se merecen”.

Ferran Cano siempre ha creído que tanto el galerista como el coleccionista, y por supuesto el mero interesado en el arte, “deberían fiarse más de su sensibilidad que de la propaganda del mercado”. Como en casi todo, estamos acostumbrados a que nos digan lo que es bueno o malo, pero deberíamos pensar y obrar con mayor autonomía, haciendo uso de nuestra capacidad de reflexión. Y recalca con gravedad: “En mi concepto del arte, lo importante no es el valor de cambio, sino el valor de uso; una pieza no vale el dinero que cuesta en el mercado, sino el gozo que nos depara su vivencia. De otro modo, el arte se convierte en simple mercancía y pierde todo su sentido humano”.

El gobierno, contra la creatividad

El gobierno presidido por Mariano Rajoy está destruyendo la economía social proclamada por la Constitución. Entre sus fobias más conocidas figuran la cultura y, de modo aún más sangrante, la educación pública. Preguntamos al galerista si tal sisa presupuestaria, sumada a la reducción de las asignaturas relacionadas con las actividades humanísticas y artísticas, supondrá un retroceso para la creatividad en todas sus disciplinas, y su respuesta resulta tajante: “Un sistema educativo de calidad no puede desdeñar los aspectos creativos del individuo, indispensables en todas las disciplinas y ocupaciones. Vamos a pagar una factura social importante en las nuevas generaciones. Limitar conocimientos es absurdo”.

De cualquier modo, el gobierno reculó en otro de sus ataques directos contra la creatividad –y contra el propio mercado del arte, en términos puramente económicos–, como fue el impuestazo del 21 % del IVA. Apunta el galerista: “¿Si puedes comprar un cuadro de un pintor español a una galería francesa con el seis por ciento de IVA, ¿para qué vas a pagar el veintiuno por ciento por una obra de idéntica calidad de ese mismo artista en una galería española?”. Ferran Cano contrapone el sistema vigente en Estados Unidos, donde existe la deducción de impuestos por la compra de obras de arte; “se ayuda al comprador, no al vendedor, lo cual me parece acertado”.

Catalán de Mallorca

Cuando se le pregunta por su filiación política, Ferran Cano se considera de izquierda. En cuanto a su filiación cultural, al igual que Ramon Llull, patriarca de la cultura catalana, no le cuesta definirse como “catalán de Mallorca”. Un catalán-mallorquín con vocación universal: “La cultura es abierta y universal por antonomasia, y la gente debería compartir ese talante; no es bueno mirarse el ombligo. Sin embargo, esa vocación de universalidad, tanto en mi abuelo como en mí, parte de un profundo amor a nuestra cultura autóctona, cuya expresión primordial es la lengua catalana”.

No son proclamas de mesa de casino. Tras jubilarse en el verano de 2013, nuestro personaje reabrió en noviembre del mismo año su galería palmesana, para ponerla temporalmente al servicio de una causa reivindicativa: la exposición de artistas isleños que buscaba recaudar fondos en solidaridad con la Assemblea de Docents, el colectivo de profesores de secundaria enfrentado a las reformas educativas de la administración autonómica (presidida por José Ramón Bauzá, del Partido Popular). Al mes siguiente (diciembre de 2013), Cano renunció a dos condecoraciones que le habían sido previamente otorgadas: la Medalla de Oro de la Ciudad de Palma de Mallorca y el Premi Ramon Llull, máximo galardón entregado por el Govern Balear. Lo hizo como señal de protesta ante el desprecio que, a su entender, siente y manifiesta la administración autonómica hacia la lengua nativa de los mallorquines. Y recuerda con orgullo que el primer Congreso de Cultura Catalana reunido en Mallorca tras la muerte de Franco, en 1977, celebró su acto de presentación en 4 Gats con la presencia de Francesc de Borja Moll y Joan Miró.

Compañeros de viaje

Para acabar, abordamos otra cuestión personal: la figura de Marisa, esposa de Ferran Cano (su novia desde los dieciséis años), compañera en este viaje de alegrías y sinsabores que ha sido una vida consagrada al arte, “a menudo incómoda y con grandes riesgos económicos tal como yo la he enfocado. Marisa se ha quejado lo mínimo y ha colaborado al máximo en la aventura. Este mundo es absorbente y ella ha aportado realismo y prudencia a nuestra labor”. Pero tampoco quiere olvidarse el galerista de las personas que han navegado en la travesía: Ana Bergas, Joseba Salamanca, Txema Sarriegi, María Luisa Juncosa, Pilar Jiménez, Sandra Cerqueiro, Ana Marín, Isabel Giglia, Cristina Segura… Colaboradores imprescindibles en esta pequeña epopeya de arte y libertad.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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2 comentarios en «Ferran Cano: «El arte es un frente más en la tarea de cambiar la sociedad»»

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