“El bilingüismo mata” (Pòrtic) es el última obra del filólogo, escritor y traductor Pau Vidal (Barcelona, 1967). Advierte que la inmersión lingüística y la voluntad de los hablantes son insuficientes para la total normalización de la lengua catalana. Así pues, resulta imprescindible recurrir a leyes ante “una cultura tan agresiva y hegemónica” como la española y su petrificado empecinamiento monolingüe. “El inglés se vende solo, igual que el árabe, pero si el japonés no fuera obligatorio en el Japón, ya ni existiría, imagínate con una lengua más pequeña y además minorizada como el catalán”. La primera edición del libro se ha agotado y está en marcha la segunda.
Entrevista a Pau Vidal
¿Por qué mata el bilingüismo?
En realidad este título es culpa de la publicidad, yo visualicé el eslogan de un paquete de tabaco y como el libro quiere ser conscientemente provocador, busqué un titular que llamara la atención, por eso ‘el bilingüismo mata’...
¿El bilingüismo mata porque siempre deriva en diglosia?
De hecho la diglosia es uno de los indicadores, el bilingüismo siempre acaba en sustitución, no hay ningún caso de bilingüismo que se haya mantenido en el tiempo, hablamos de bilingüismo social en un mismo territorio, es una fase transitoria hacia la sustitución. La diglosia es uno de los síntomas que ponen de manifiesto que se está produciendo este fenómeno, esta mutación de la relación del hablante con su lengua, que a la larga pasa a la otra.
¿El bilingüismo es consecuencia del carácter sumiso, miedoso y pactista del catalán, de haber llegado a interiorizar el autoodio después de tantos siglos de persecución, ofensas, censuras y discriminaciones?
Es indiscutible que somos así pero no sé si nos hemos convertido o ya lo llevábamos en los genes. Cuando decimos que siempre hemos sido pacíficos, nos reprochan que conquistáramos la Mediterránea y claro, hubo una época en la que fuimos valientes o en todo caso nos expandimos. Ahora nos hemos vuelto sumisos, nos han hecho volver así y el miedo está en presentar como ideal una situación que no tiene nada de ideal, presentar el bilingüismo como un paraíso, querernos creer un cuento que no es así y no enfrentarnos al enemigo que tenemos, que es muy potente y golpea fuerte.
Este miedo se manifiesta cuando, en un diálogo entre un catalanohablante y un castellanohablante, conociendo ambos el catalán, el que tiene el catalán como lengua materna es el que cambia al castellano para no ofender, casi nunca es al revés.
Es un chip muy curioso, la gente dice que lo hace por educación y es así, pero en otro sentido del concepto, en el sentido de que nos han educado a ser así, detrás de una situación potencialmente conflictiva siempre hay un castigo, y como el castigo siempre es unidireccional, es lógico que el catalanohablante esté escarmentado y reaccione de esta manera.
Esta cohabitación de ambas lenguas debería ser vista como una concesión, teniendo en cuenta que el castellano no es la lengua propia de Catalunya, donde además fue impuesta por las armas.
Sí, y lo curioso del caso es que no sólo se ha hecho el esfuerzo por olvidar que se impuso de manera violenta sino que ahora hay un discurso que intenta naturalizar esta idea de que el castellano era una lengua tan propia como el catalán y que por tanto tiene el mismo trayecto histórico. Esto distorsiona el análisis.
El catedrático de lingüística madrileño Juan Carlos Moreno Cabrera deja en ridículo los mitos, mentiras y prejuicios con los que el nacionalismo español intenta justificar su hegemonía: lo de ‘lengua común’ o los 400 millones de hablantes, para intentar dotar de una falsa superioridad moral al castellano sobre el catalán. También advierte que el nacionalismo español cree que nos hace un favor imponiéndonos su lengua porque desde criterios economicistas es mejor hablar una lengua mayoritaria y no una que ellos ven como un dialecto secundario…
La idea de insistir en la cuestión numérica es muy perversa y mercantilista porque si vas eliminando lenguas por su número de hablantes hasta que sólo quede una, llegará un momento en el que tendrás que cargarte el castellano… Moreno Cabrera es un tipo muy válido y heroico, porque hace lo que hace donde lo hace, siempre usa el término ‘supremacismo’, asociado a la idea de que la mayoría debe imponer su lengua, eso lo aplica a toda Latinoamérica y es interesante ver cómo desmonta esos tópicos y cómo allí funciona esa mítica castellana.
Además, sostiene que, en realidad, lo que teme el nacionalismo español es que el castellano deje de ser hegemónico en Catalunya cosa que es imposible, por su fuerte arraigo y porque en Catalunya se percibe mayoritariamente como una riqueza que no hay que perder. Por otro lado, para el nacionalismo español esta hegemonía del castellano sería natural y normal pero en realidad es algo totalmente anómalo.
Es curioso, eso se desprende de pequeños gestos. Ahora vengo del despacho de la consejera Rigau y me explicaba una anécdota: en una reunión con el entonces ministro Ángel Gabilondo, que ahora se presenta por Madrid, ella le propuso que los planes educativos incluyeran que, al menos, al terminar el curso, todos los alumnos españoles supieran una canción en euskera, un poema en catalán y no sé qué en gallego. Gabilondo se quedó mudo pero al cabo de poco cambió el gobierno, entró Wert, se le hizo la misma propuesta, se negó e incluso alguien del Ministerio que estaba presente en la reunión se le escapó la clásica carcajada de superioridad del ‘sólo faltaría eso’. En este pequeño gesto se esconde toda una concepción, la de ‘tenemos que ser hegemónicos porque nosotros somos así’.
Millones de alumnos nunca sabrán ni tan siquiera de la existencia de Foix, Carner, Calders, Espriu, Salvat-Papasseit o Segarra (tampoco de Cunqueiro o Atxaga), porque no sólo se les educa totalmente de espaldas a la realidad plurilingüe del Estado sino que además se les inculca que la lengua catalana es dialecto y además es extraña, ajena, por lo tanto, negativa, por lo tanto hostil, un efecto dominó perverso.
Sí, y me recuerda a aquel reportaje que hizo TV3 a raíz de una Diada reciente: llevaron a Catalunya tres personas de distintos sitios de España y uno de ellos era un joven extremeño que ponía los ojos como platos, parecía que tenía voluntad de entender y era imposibilidad absoluta porque lo que le habían explicado era tan opuesto a lo que veía, que alguna cosa se le rebelaba por dentro. Él, simplemente, se indignaba constantemente y hacía esfuerzos por contenerse porque era universitario y sabía que le estaban grabando, era de agradecer, pero tenía tan inserido el discurso que nosotros somos los malos y ellos los buenos que no podía asimilarlo. El gobierno del PP ha ido tan allá que lo ha convertido en una guerra.
Por si fuera poco, el nacionalismo español enmascara el bilingüismo bajo la apariencia de tolerancia y pluralidad que ofrece el discurso del 50% de ambas lenguas, ese falso igualitarismo, pero en el fondo siempre tiene la esperanza que a largo plazo el castellano se acabe imponiendo. Porque detrás tiene un Estado que ya se encargará de hacerlo, con todos sus recursos y mediante todas sus instituciones, contactos, complicidades y connivencias, por lo civil o lo criminal…
Claro, hay un profesor de secundaria mallorquín llamado Joan Lladonet que hizo un estudio sobre la inmersión lingüística en unos cuantos institutos mallorquines y resumió su conclusión en un eslogan sencillo y empírico: ‘el 50% de cada lengua=sustitución lingüística, el 100% de la educación en catalán=bilingüismo’. Es decir, que ni tan siquiera era posible ir más allá, porque no hay más que el 100%, en las actuales condiciones lo máximo a lo que se podía aspirar era al bilingüismo. Si no se cambia el marco general, la vía es ésta, no hay alternativa.
De hecho, los únicos bilingües son los catalanohablantes porque cuando viene aquí alguien de fuera, como ve que en todos los sitios ya se habla castellano, piensa que no debe hacer el esfuerzo de hablar catalán y no lo ve necesario…
La prueba son las encuestas, la diferencia que hay entre los habitantes que declaran saber hablar catalán y los que declaran su uso habitual es tan brutal, un 40%… El uso de hablantes habituales es del 36%, poco más de un tercio. El sociolingüista Lluís Vicent Aracil dijo que el bilingüismo se ha convertido en la coartada de los nietos de monolingües catalanes convertidos en monolingües castellanos para no tener que aprender valenciano. A efectos sociales esto funciona así.
¿En un futuro Estado catalán lo recomendable sería que sólo el catalán fuera oficial?
Voy con cuidado con la palabra ‘oficial’ porque se puede entender de maneras muy distintas, la oficialidad es un concepto delicado pero si tuviéramos que dibujar un paisaje lingüístico de un futuro Estado, partiendo de una idea ineludible del multilingüismo, que es el futuro, la sociedad debe vehicularse en un solo tronco común porque si se articula en dos como hasta ahora continuarán habiendo dos sociedades y dos maneras de convivir. Aunque no vayamos a bofetadas por la calle, son dos colectivos muy diferenciados.
El colectivo débil siempre es el mismo, el catalán…
Esto es indiscutible, si queremos que este Estado sea el de un solo pueblo tiene que haber un solo código.
Prefiere el concepto ‘lengua de poder’.
Sí, es mi etiqueta pero hay varias. La defiendo porque, como uno de los puntos en los que vamos muy cojos los catalanes es la autoestima, siempre bajamos la cabeza, eso de asociar lo nuestro al poder es bastante nuevo, hace siglos que no pasa y es una manera de decir: ‘eh, que nosotros valemos tanto como los otros’, no hay que bajar la cabeza.
¿Cómo rebatiría el argumento que establecer el catalán como única lengua oficial sería discriminatorio? Porque sería la cantinela del nacionalista español, que en cambio ve normal que sólo el castellano sea oficial en la mayor parte del Estado…
En realidad no lo rebatiría discursivamente porque creo qu,e en determinados aspectos, la discusión no debe salir del ámbito estrictamente profesional y de los expertos y todavía menos el de la lengua, porque es un tema delicado asociado a la idea de identidad. Entre los científicos hay menos discrepancia porque no hay enfrentamiento político. Y tenemos una experiencia acumulada de que cuando se plantea este debate la gente no quiere entenderse sino marcar su postura. Las acusaciones de discriminación por descontado que estarán, las combatiría con praxis, aplicando una legislación que incluiría una especie de moratoria temporal para que naturalmente nadie pierda derechos que tiene adquiridos como ciudadano, eso hay que respetarlo pero que nadie tenga más derechos que otros. Los señores que después de dos o tres generaciones no han conseguido aprender la lengua del país y siguen hablando castellano, nadie les dará una patada en el culo y nadie les obligará a renunciar al castellano pero deberán saber catalán para dirigirse a la administración pero los inmigrantes latinoamericanos tampoco deberán tener más derechos que los chinos porque si no, haríamos inmigrantes de dos categorías.
Una de sus tesis es que la inmersión lingüística no ha funcionado y en cambio se la cita como ejemplo de tolerancia y convivencia y cuenta con el aval de la Unión Europea. ¿Ha sido un engaño?
Me sabe mal porque es un invento que funciona bien, aquí menos que en otros sitios por el enemigo que tenemos, España representa una cultura muy agresiva y hegemónica. A pesar de eso ha funcionado relativamente bien pero hay muchas dificultades de aplicación, tanto por la situación geográfica porque hay barrios donde es muy difícil mantener el catalán como lengua vehicular, como también por la formación de los profesores, que es uno de los puntos más débiles. La inmersión funciona bien pero lo que pasa es que ha de suplir todo lo que hay fuera y no da abasto. Por ejemplo, el exfutbolista del Barça Cristian Tello es hijo de la inmersión, me consta que sabía hablar catalán porque conozco su profesor pero nunca se le ha escuchado una palabra en catalán. ¿Lo contamos como catalanohablante? ¿Es un éxito o un fracaso de la inmersión? Todo lo que has aprendido en básica, luego en secundaria dejas de necesitarlo, lo acabas perdiendo, y los miles de Tellos pierden ese aprendizaje y dejan de ser catalanohablantes.
¿Eso no depende más de la voluntad de uno mismo de aprender que de otros factores externos?
Hay muchos factores, uno fundamental es la familia y el entorno más inmediato. El filólogo Joan Pujolar ha estudiado mucho ese fenómeno y ha establecido dos momentos claves: el acceso a la universidad y el acceso al mundo laboral, y los que han hecho ese paso son una minoría. Por un lado hay la habilidad personal, el menos importante, yo puedo ser negado por las lenguas pero si me voy a vivir a Australia alguna cosa acabaré haciendo con el inglés. Y después el discurso general es importante, que se ha invertido respecto a los años 70, 80 y 90: ahora el discurso es que las lenguas pequeñas no sirven para nada y es muy fácil excusar un no aprendizaje de la lengua propia.
¿El catalán tiene “una mala salud de hierro” o ese lema ya no sirve?
Yo discrepo, aquí discrepamos los lingüistas. Creo que ha quedado atrás y ahora tiene una mala salud que ya no es de hierro. Lo que intento explicar en el libro es la idea de que analizar el estado de salud de un idioma no se puede hacer sólo con el número de hablantes sino también cualitativamente, cómo ha evolucionado y cómo se modificará en el futuro si esta situación se mantiene, la salud filológica que decía Joan Solà. Cada vez la salud de la lengua catalana es más mala y menos de hierro.
¿Está en riesgo de desaparición a largo plazo?
Parece difícil, porque en algunos campos es un prodigio, teniendo en cuenta que es una lengua sin Estado y tiene mucha creación académica y presencia en las redes sociales…pero si piensas en el asturiano o el gallego, el camino es éste, aguantaremos más porque tenemos un pasado que se transmite genéticamente. El imperio del español es avasallador, si miras sólo los medios de comunicación…
Lo decía en comparación con el gallego y el euskera.
Son dos casos distintos, en el caso del euskera, el hecho de ser distinto hace que sea como un preservativo desde un punto de vista de la calidad, se habla mejor porque es más difícil que le influyan.
Pero el euskera tiene muchos menos hablantes…
La vía del euskera es la tradicional, o sea, la desaparición por falta de transmisión de padres a hijos. Lo que aventuro que podría pasar con el catalán es el caso del gallego, o sea, la desaparición por absorción, degradación, ‘hibridación’ dicen los lingüistas. Todo hace pensar que la cosa va por aquí.
¿Qué una lengua se pierda depende sólo de la voluntad de sus hablantes?
No, precisamente pensábamos que eso era válido, estamos en condiciones de afirmar que con esto no es suficiente, si no hay leyes, si no hay coacción, no es suficiente con una lengua minorizada. Claro, el inglés se vende solo, igual que el árabe pero por ejemplo si el japonés no fuera obligatorio en el Japón ya ni existiría, imagínate con una lengua más pequeña como la catalana.
¿Cómo está la situación en los países vecinos?
En Italia, por motivos históricos, como la unificación llegó hace 170 años, tienen miedo porque se sienten inseguros hasta el punto que allí todas las lenguas que no son el italiano les llaman dialectos. Por ejemplo, el siciliano, que es una lengua a todos los efectos menos por el hecho que no está codificada, es un dialecto, y pobre de ti que digas que es una lengua porque te tratan como nacionalista.
Peor que en España.
Sí, la transmisión intergeneracional es más violenta y en pocos años están perdiendo las lenguas.
Y en Francia todo lo que no sea francés es patois…
Sí, son los pioneros en este campo, es el modelo, los que saben más de eso. Mientras en Francia se hizo la Ilustración, en España hubo la Inquisición, aunque quisieran no podrían copiarles.
¿Existe algún país modélico en cuanto a convivencia y respeto entre lenguas? ¿Suiza, por ejemplo, que tiene cuatro lenguas oficiales?
En Suiza nos fijamos, en los países nórdicos…en Suecia hay unas islas que son de lengua finlandesa, esta lengua es oficial y única, es territorio sueco y no hay ningún conflicto, históricamente pertenecían a Suecia, es otro modelo que aquí es inconcebible pero es otra mentalidad y tampoco tienen historias de conquista imperial. Un imperio que ha sido capaz de ir a un continente y exterminar la América precolombina… eso se transmite, no se puede borrar.
¿Y qué me dice del surrealista LAPAO?
El gobierno del PP ha ido muy allá, a un extremo tan caricaturesco que no les da vergüenza hacer este ridículo internacional, en todas las academias del mundo se ríen, alucinan que san real, es un chiste, ilustra hasta qué punto se puede imponer la ofuscación identitaria por encima de la razón o la ciencia. Estuve hace poco en La Franja con el escritor Francesc Serés, que defiende posturas independentistas y allí no hay ninguna discusión. Que sean capaces de arriesgarse a hacer este papel en el mundo demuestra esta ofuscación para imponerse al enemigo, que es como nos consideran a nosotros.
En Mallorca, con el PP de Bauzá el nivel de beligerancia ha sido muy alto.
Ahí van por el buen camino según ellos. Está muy conectado, la sospecha que actúen coordinadamente no es banal, atacan ahora a los de allí, ahora a los de allá, hay una acción premeditada con el mismo objetivo.
Hay tres ámbitos que ilustran especialmente la precariedad de la lengua catalana: la justicia, con un porcentaje de sentencias en catalán que a duras penas llega al 12%, el cine y el etiquetaje de productos. Y después tienen la caradura de decir que imponemos el catalán en los establecimientos comerciales, que si las multas por no rotular…. O sea, la paranoia del exterminador que se indigna cuando alguien se le resiste.
El ámbito comercial es más delicado de analizar, tiene que ser más internacional. El campo de la justicia es curioso, el incidente del expresidentes del Barça Joan Laporta revela hasta qué punto esta sumisión mental es importante. Laporta hizo una cosa que mucha gente ha pensado, de decir ‘ya basta, tengo derecho a expresarme en catalán’ ante un tribunal en Catalunya pero en cambio no conseguimos imaginarnos lo que sería que Laporta le hubiera dicho al juez que no le entendía y que si el juez no sabía hablar catalán. Eso parece ir más allá que ni alguien tan mediático como Laporta se atreve. Es una señal muy cruel de esa sumisión. En mi libro aconsejo hacer prácticas de autoestima como por ejemplo hacer esto con los comerciales de las compañías telefónicas, decirles que no has entendido nada y que si no te lo explican en catalán…
¿Le ha funcionado, ha conseguido que alguno le hable catalán?
No, la suerte es que me dejan tranquilo, ha funcionado en el sentido de que ha salido la operadora telefónica catalana Parlem. Es una práctica indolora, la sumisión cuesta mucho de quitarse de encima. Cuando emitían la serie Dallas por TV3, mucha gente decía que no la podía mirar porque le sonaba raro en catalán, en todos los pueblos sometidos pasa eso, en este sentido TV3 ha hecho un gran papel y ojalá el cine siga el mismo proceso.
Es difícil porque hay el argumento mercantilista de que costará dinero poner traductores o subtítulos…
Sí, por eso la única opción es que haya leyes, igual que las majors tienen que cumplir la legislación holandesa aunque numéricamente tenga pocos hablantes, deberían cumplir la nuestra… el día que la hagamos nosotros.
¿Tiene otros libros en mente?
Yo hago de traductor, disfruto mucho. Pero me gustaría profundizar más en el ámbito de este libro sobre el bilingüismo, sacarle más al jugo, entrar en las escuelas de maestros, facultades de magisterio…para que reflexionen sobre esta situación y que ellos vean que son elementos muy importantes y parece que se hayan olvidado de esto, que los maestros son un oficio más.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.