Un año después de la presentación oficial de la formación Barcelona en Comú, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, Xavier Domènech y Marcelo Expósito, diputados del congreso, y Susana Segovia, miembro de la dirección ejecutiva de la formación, comparecieron ante la prensa para hacer un repaso del 2015 e incidir en la idea de abrir un debate interno para encaminar sus pasos hacia la creación de un nuevo espacio político.

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Cuatro figuras claves de la política catalana se reunieron ante la prensa para hacer balance. Ada Colau, como alcaldesa de Barcelona y figura predominante dentro de la coalición Barcelona en Comú, abrió la comparecencia haciendo hincapié en los grandes logros de las sucesivas formaciones de origen municipalista, enfocadas directamente en la lucha por los derechos sociales y la lucha contra la corrupción. Así, no dudó en resaltar los grandes logros, en poco tiempo y con pocos recursos, de las plataformas de origen ciudadano y no profesional, desde que el pasado 24 de mayo de 2015, la confluencia iniciada con las siglas Guanyem la llevó a la alcaldía de Barcelona, a través de una serie de pactos con otras fuerzas políticas para desbancar a Xavier Trias y CDC del ayuntamiento barcelonés.

Según Colau, la victoria en Barcelona, animó a la formación a impulsar candidaturas similares en otros puntos de España, pues se consideró que desde el ámbito municipal no se podía gobernar plenamente ni incidir en una caduca política catalana y española. De este modo, en octubre de 2015, nace En Comú Podem, con intención de concurrir mediante una candidatura fuerte a las Elecciones Generales del 20D. La incontestable victoria que consiguió la formación en Catalunya ha supuesto un enorme aliciente para continuar intentando cambiar el escenario político del país.

De este modo, se ha abierto un debate interno en la organización para impulsar un cambio de escenario político, fundamentado en el éxito de la fórmula Barcelona en Comú y erigido para luchar por los derechos sociales, contra la corrupción, por el derecho a decidir y en base a participación ciudadana. Un debate, además, que no vendrá condicionado por ninguna cita electoral y que permitirá establecer unos tiempos adecuados e implicar a la ciudadanía mediante la concreción de una asamblea constituyente.

Domènech y Expósito, como representantes de la formación en el Congreso de los Diputados de Madrid, ofrecieron sus impresiones desde dos puntos de vista diferentes pero complementarios.

De este modo, Expósito, representante de Podemos en la mesa del congreso, como secretario cuarto, consideró a En Comú Podem como bisagra imprescindible en un proceso de cambio, que se establece como única fuerza política de la cámara baja que defiende la plurinacionalidad del estado español y defiende las relaciones con otras fuerzas y territorios que lo conforman. Un ejemplo de la lucha contra el enquistamiento de las viejas políticas de los antiguos partidos, como demuestra el reparto de poder de la mesa entre PP, PSOE y C’s.

Expósito anunció también la presentación de una propuesta firmada, según la cual el congreso podría actuar sin esperar a la conformación de un poder ejecutivo, para establecer una correcta división de poderes no sometida a la instauración de un gobierno. De este modo, no quedaría paralizada la actividad de la cámara, como está ocurriendo en estos momentos y aumentaría su maniobrabilidad. La presentación de esta propuesta resulta para el diputado una clara muestra de que las nuevas fuerzas demuestran capacidad para inducir transformaciones políticas.

Xavier Domènech, por su parte, como diputado electo y cabeza de lista por Barcelona de En Comú Podem, inició su intervención recordando al PSC y su «peor resultado histórico el 20D«. Una vez desahogado, incidió en que su formación había logrado vencer tanto en grandes ciudades, como en pequeñas poblaciones, demostrando que podían crear una alternativa de país y al bipartidismo. Auguró una hegemonía en el congreso que permitirá luchas por derogar leyes como la LOMCE, las Reforma Laboral o la Ley Mordaza e instó al PSOE a aceptar sus propuesta de pacto, pues «ha de decidirse entre las clases populares y no por una coalición para las élites«.

Domènech fue muy preciso ante las preguntas de la prensa y descartó una «espantada» de los 12 diputados de Podemos que pertenecen a En Comú Podem, en caso de que las negociaciones con el PSOE no avanzarán por la cuestión del derecho a decidir catalán. Asimismo confió en el papel de Miquel Iceta, como interlocutor ante el PSOE y le instó a adoptar un papel más proactivo. Por otro lado, aseguró que habían presentado propuestas escritas al PSOE, pero estaban a la espera de que Pedro Sánchez se decidiese a iniciar las acciones para intentar formar gobierno.

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El diputado catalán también fue muy explicito respecto a la existencia de «líneas rojas» en la negociación con el PSOE, siendo la convocatoria de un referéndum en Catalunya la más conflictiva. Para Doménech es incongruente que existan estas líneas en cualquier negociación. Para llegar a un pacto se ha de poder hablar de todo y la posición de algunos miembros importantes del PSOE, como la presidenta andaluza Susana Díaz, no procede. Consideró el referéndum la propuesta más factible y de menor dificultad para la ciudadanía, como demostró el apoyo electoral de ésta en las Elecciones Generales y casi aseguró que si Podemos entra en el gobierno, se celebrará ese referéndum.

Precisamente sobre este aspecto, Domènech defendió la postura de Pablo Iglesias, al condicionar su apoyo a Sánchez a su entrada en el gobierno, pues consideró que Podemos, que se quedó a unos 300 mil votos del PSOE, tenía derecho a plantear su alternativa y ésta no podía tratarse como una «línea roja«.

Por último, Domènech quiso dejar claro que En Comú Podem era la quinta fuerza política del congreso y que su pertenencia al grupo parlamentario de Podemos no condicionaba su autonomía y su libertad de voto.

Ada Colau, por su parte, insistió en que no había un plazo fijado para establecer un nuevo espacio político. Se acaba de iniciar un proceso constituyente que se desarrollará en los próximos meses, pero que no parte de cero, ya que se han producido debates internos informales y se trabaja de forma conjunta y no a base de cuotas. Para la alcaldesa, el ejemplo de Barcelona demuestra que esta forma de actuar funciona.

No descartó un funcionamiento de su formación similar al de un partido político, ya que no se quiere trabajar como grupo de coaliciones, sino como un espacio político común, pero incidió en el respeto a las organizaciones internas de las fuerzas que componen Barcelona en Comú. Descartó vetos (como el de ERC al PSC en el ayuntamiento de Barcelona, para formar un gobierno municipal tripartito) y apostó por la búsqueda de pactos de estabilidad que, en el conjunto de la nación, acabe con el PP.

Colau insistió, también, en que el nuevo espacio político estará abierto a todo el mundo y que toda organización estaba invitada al diálogo, incluida la izquierda independentista representada, principalmente, por la CUP, pues el derecho a decidir «es fundamental  para salir de un proceso enquistado por el bipartidismo«.

Por último, la alcaldesa ciñó su papel en todo el proceso constituyente a ejercer de, precisamente, alcaldesa de Barcelona, pero lo apoyará fervientemente como activista.

Una vez vistas las declaraciones de los participantes, resulta esclarecedora la intención de Ada Colau de conformar un partido político propio que pueda competir en igualdad de condiciones en el marco político actual. No en vano, durante este enero, se han inscrito en el registro de partidos las formaciones En Comú Podem, presidida por la presente Susana Segovia (21 de enero) y Catalunya en Comú, presidida por Ernesto Morales (12 de enero).

El ascenso paulatino de la figura de la alcaldesa hace prever que prepara su asalto a la Generalitat de Catalunya en un futuro no demasiado lejano y las coaliciones con espíritu ciudadano y asambleario presentan serias dificultades organizativas. A esto hay que sumar el  impacto creciente de las formaciones afines a Podemos en el marco estatal, que dotan de importantes focos de divergencia, común por otra parte, a la izquierda española. Una organización más estructurada facilitaría la instauración de una fuerza común en el parlamento y una clara apuesta mejorada para alcanzar el gobierno.

Por mucha participación ciudadana que se busque, la doctrina de «gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo» se hará patente, pues, la realidad se impone siempre y no se puede mejorar en algunos aspectos, sin perjudicar muchos otros.

Sólo queda esperar que no se olviden los preceptos básicos bajo los que su fundamentaron todos estos movimientos y, ya sea Barcelona en Comú, En Comú Podem, Podemos, las diferentes mareas, o Perico el de palotes, la ciudadanía no sea, a la postre, la gran perjudicada.

Peor que los viejos partidos (y los nuevos con espíritu ancestral), no deberían hacerlo.

Confiemos.

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