La primera vez que tropezó con Anna Karenina, Jacobo todavía era Kafka. Colisionaron como dos asteroides en medio del cielo estrellado de la pantalla del ordenador que los encerraba y atendiendo las recurrentes preguntas de los enamorados, prosiguieron en su habitual conversación.
La primera vez que tropezó con Anna Karenina, Jacobo todavía era Kafka. Colisionaron como dos asteroides en medio del cielo estrellado de la pantalla del ordenador que los encerraba y atendiendo las recurrentes preguntas de los enamorados, prosiguieron en su habitual conversación. Él parecía un árbol extraviado en el desierto y ella un paracaidista que al saltar se enredó en las ramas de ese árbol para permanecer ahí, encadenada a las hojas de la comunicación, al intercambio de palabras, el azules y ella verdes. Disfrutaban manifestando preferencia o rechazo por ciertos libros. Un día Jacobo prefirió ser Marsé. Al darse cuenta, Anna Karenina se bautizó como Enma Bovary y prometió leer “encerrados con un solo juguete” Sin saber que nunca lo leería. Marsé aseguró esperarla en la página veintiocho. Aquella noche, Jacobo imaginó a Enma dentro de la librería El Parnaso de la colonia Coyoacán de México. Escuchó los ruidos habituales en casa de cuando su madre volvía del trabajo y apagó la luz de su cuarto. Hundió la cara en una almohada y cerró los ojos cubriéndose hasta el cuello con el edredón. Hacía frío. Tiritando la madre abrió la puerta y como todas las noches, abrazó a su hijo justificando su tardanza debido a las impostergables reuniones de directorio y le preguntó a qué lugar le gustaría viajar el fin de semana. Jacobo imaginando un país cualquiera en el mundo donde pudiera estar Enma, contestó que prefería quedarse en casa. La madre le dio un beso en el cabello. Lo tomó del dedo meñique y le susurró que la acompañara al comedor porque había traído chocolates. Jacob abrió la cartera que la madre dejó columpiándose en el respaldar de una silla, sin fijarse que al lado de los dulces, asomaba un libro de Marsé atravesado por un separador en la página veintiocho.