En esta nueva exposición, el M|A|C nos ofrece una visión completa de la «trayectoria procesual1» del autor igualadino, que permite al visitante conocer vastamente su universo conceptual, imaginario y práctico. Esta prometedora propuesta, es necesaria y facilita, además, un juicio estético que pocas veces sobresale en exposiciones conjuntas, tan indispensables para conocer por curiosidad pero ciertamente olvidadizas. Un pequeño lastre que se arrastra si no se trata, muy a mi pesar, de exposiciones colectivas de artistas con cierta enjundia en este negocio.
Pero es que además «Les intuïcions de Latung La La» no solamente se centra en el conjunto de piezas que más o menos tienen un sentido artístico y estético, y en las que la mano de Ymbernon está presente (el color naranja), sino que su valor también es universal e incluso pedagógico. Todo el mundo puede ser un Ymbernon, puesto que como se observa en el recorrido por las salas, la intensidad que pudo vivir con el proceso de recolección de imágenes y la materialización de las piezas en técnica mixta, resulta ser la misma que recibe el visitante. Con esta idea nos podríamos quedar para empezar.
Esta familiaridad con lo que podemos ver nos acompaña enteramente, e Ymbernon nos allana la senda para poder lograr esa sensación. Una comunión de emociones que tanto el más pequeño como el más mayor pueden haber sentido al pasearse por el espacio expositivo.
Pero esto solamente es posible si su lenguaje es común y abierto, comprensible para todo el mundo: el de la imagen de nuestra cotidianidad, sin enmascaramientos ni distinciones. Algo tan propio y que, en muchas ocasiones, carece de importancia para todas las cosas impostergables del devenir de nuestros días.
Como acertadamente manifestó Arnau Puig (crítico y sociólogo)2, «con un casi nada para los otros, él lo convierte en lo más maravilloso del mundo». Y es que al reutilizar piezas con otra utilidad original y con la ayuda del personaje mágico pero más real que nada, llamado Latung La La, nos brinda la oportunidad de sentir aún un interés siempre renovable, como si de una historia o relato de nuestra infancia se tratara, y sobre todo, y probablemente lo más destacado, la posibilidad de hacer posible lo imposible, de mostrar lo que a través de nuestra conciencia no podemos entender ni hacer pero que muchas veces creamos. Es decir, las imágenes de un mundo fantástico, un mundo que también existe. Otra forma de viajar o de recuperar lo que alberga la memoria, pero para cualquiera. Un testimonio más de la permanencia y perduración de las imágenes siempre interpretables de nuestro mundo. Un clásico inclasificable. Una apuesta más por lo inmaterial.
1 Digo trayectoria procesual no en el sentido profesional, sino entendiendo, al menos en esta exposición, que el proceso mental en el que se formulan ideas, surgen hipótesis y aparecen recuerdos tiene una trayectoria común, de recorrido mismo de sala, para cada persona con historia propia.
2 Esta observación se puede encontrar en el folleto explicativo de la exposición.
Galería fotográfica:
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Nací en Barcelona el 9 de abril de 1995. Tengo formación artística y pedagógica. Desde pequeño me ha interesado conocer y tratar las cosas desde un prisma muy personal. Quizá por mi formación, la mayoría de lo que he aportado, siempre ha sido analizado y mostrado no antes, sin pasar por los filtros de unos valores que siempre han ido cambiando, pero que guardan una relación común: la de hacer una función benefactora y justa.