Jair Bolsonaro durante una visita en 2019 al estadio de fútbol Al Janoub en Doha, Qatar. (Valdenio Vieira/PR/Wikimedia Commons)

El mundial de Qatar 2022 interesaba a las naciones, a la FIFA y a Qatar por pura estrategia. Es sabido que cuando un país acoge el mundial, debe contar con distintos estadios donde albergar el juego. Algo que, en el caso de Qatar, no se daba. Pero no fue problema: inversión considerable de capital y Qatar puede permitirse construir en muy poco tiempo el conjunto deportivo necesario para tal campeonato. Eso sí, a costa, no solo de mucho dinero, sino también de muchas vidas.

Y es que todavía nadie ha abierto la boca sobre este asunto. Ni los medios se han hecho eco de ello apenas, ni tampoco los gobiernos. La sociedad de minorías que se arrodilla ha sido de nuevo selectiva con algunas víctimas. Porque lo más curioso de todo es que la mayor parte de estos obreros fallecidos son migrantes.

Y es que a comienzos de este año The Guardian revelaba los fallecimientos de ciudadanos de Pakistán, Nepal, Blangladesh y Sri Lanka durante la construcción de las infraestructuras en el país árabe.

El análisis de The Guardian indica que la impactante cifra de la última década puede ser una subestimación. Los resultados, recopilados a partir de fuentes gubernamentales, significan que una media de 12 trabajadores migrantes de estas cinco naciones del sur de Asia han muerto cada semana desde la noche de diciembre de 2010 en que las calles de Doha se llenaron de multitudes extasiadas que celebraban la victoria de Qatar.

Los datos de India, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka revelaron que hubo 5.927 muertes de trabajadores migrantes en el periodo 2011-2020. Por otra parte, los datos de la embajada de Pakistán en Qatar informaron de otras 824 muertes de trabajadores pakistaníes, entre 2010 y 2020.

El número total de muertes es significativamente mayor, ya que estas cifras no incluyen las muertes de una serie de países que envían un gran número de trabajadores a Qatar, como Filipinas y Kenia. Tampoco se incluyen las muertes ocurridas en los últimos meses de 2020.

Y más allá de las muertes, nadie habla tampoco de las terribles condiciones de vida, ni de las mentiras sobre el salario, ni de las elevadas comisiones de contratación. Algunos empleadores no expiden o renuevan el permiso de residencia a sus trabajadores, por lo que estos no pueden abandonar la obra o el campamento sin ser encarcelados o multados. Se trata de 1,7 millones de personas migrantes que atraviesan esta situación en Qatar: más del 90% de la mano de obra.

Pero claro, como Qatar es uno de los países más ricos, el quinto productor mundial de gas y una de las mayores reservas de esta materia prima, nadie se atreve a decir nada. Como nadie dice nada de que el mundial se dispute en un país no democrático, donde no se respetan los derechos humanos que en Occidente tanto se persiguen. Ni diversidad, ni feminismo ni desde luego respeto a la vida serán pilares del mundial de 2022, pero la afición calla y aplaude mientras España se clasifique.

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