Entrevista a Óscar Soto, uno de los médicos personales de Salvador Allende, que estuvo con él la mañana del 11 de septiembre de 1973, publicada en la contraportada del periódico chileno La Nación, el 6 de septiembre de 1999. Soto salvó la vida ese fatídico día del golpe de estado, pero tuvo que exiliarse a España para sobrevivir. Recuerda que Allende estaba sumamente tranquilo antes de suicidarse: «la gente que se suicida en pleno uso de su razón, no le teme a la muerte», dice al respecto.
«Los que estuvimos en La Moneda ya no podemos contar nada más»
Por Willy Haltenhoff
No existe chileno que no se impresione profundamente ante las imágenes de La Moneda en llamas, bajo fuego cruzado de los rockets de los aviones de la Fuerza Aérea Uno de los hombres que corría desesperado por aquella casa presidencial ya en ruinas, esa mañana del 11 de septiembre de 1973, era Óscar Soto, uno de los médicos personales de Allende y quien fue de los últimos que lo vieron vivo.
Tras el golpe, el doctor Soto se exilió en España y luego comenzó a escribir un libro que repasa, no solo las condiciones sociales y políticas del Chile de los años 70, sino, especialmente, lo que fue El último día de Allende y el destino final de todos los que estuvieron en La Moneda ese día. Ese mismo nombre usó para denominar este texto que acaba de lanzar en Chile Editorial Aguilar. El libro, además, contiene exhaustivos datos, documentos, anécdotas y aspectos nunca antes contados en un libro acerca del once. El último día de Allende es un testimonio que conmueve por su crudeza, intensidad y dramatismo. Quizás sea el libro definitivo de lo que sucedió en La Moneda, aquella mañana gris y fría, que torció para siempre nuestra historia.
¿Qué trae el libro de novedoso, que nunca antes se publicará acerca del dramático once?
Muchas cosas. Entre ellas, una conversación personal que tuvimos con Allende en el salón Toesca y que nunca ha sido publicada. Trae la forma real cómo se comportaron los carabineros y la gente en La Moneda el día del golpe, como también el contenido y lo que pretendía la misión de Puccio, Vergara y Flores ante los jefes de la dictadura.
A un opositor de Allende, ¿le podrá interesar su libro?
También es para ellos. Si no saben lo que pasó, deben leer el libro, porque ahí está toda la verdad.
¿Es el libro definitivo y el más veraz del último día de Allende?
Quizás sea el libro definitivo, porque los que estuvimos en La Moneda, ya no podemos contar más que eso. La que está en el libro es la verdad. Un testigo puede también contar una mentira, pero el libro contiene la verdad irrefutable.
¿Escuchó el disparo con el que Allende se suicidó?
Sí, pero no supe que era él quien buscaba la muerte.
¿Le costó parir un libro que significa remover un pasado doloroso para muchos y sobre todo para usted?
Me costó empezarlo, pero cuando lo inicié, fue algo compulsivo y salió solo, no costó casi nada. Lo que más me duele es pensar en la gente que ya no está. En cierta manera, lo escribí por ellos y sus hijos, por ejemplo, para Raimundo, el hijo de Coco Paredes, que murió después.
¿Cómo ve el clima social de Chile, 26 años después del golpe?
Noto ahora un clima agresivo. Oí al sacerdote Hasbún decir cosas como chupasangre y otros adjetivos, que podría pensar que los lanzó alguien que está fuera de sus cabales, pero oí después a dos senadores de la UDI, Bombal y Chadwick, decir que eso mismo era la pura y santa verdad. ¡Se supone que ellos tienen cultura política! Se puede pensar distinto, pero no se puede injuriar llamando a alguien como chupasangre.
Que Allende haya disparado estando en La Moneda, ¿fue algo que se le ocurrió en el acto o fue premeditado?
Él tenía planificado defenderse. Él sabía usar armas.
¿Usted lo vio dispara en otras ocasiones?
Sí. Y lo hacía muy bien. Yo viajé con Allende y Fidel Castro en un crucero de la Armada. Cuando pasábamos por unos canales, los oficiales trajeron unas armas y Castro y Allende les dispararon a unas aves. Allende no tenía mala puntería, claro que Castro lo aventajaba, porque tenía más práctica.
¿Usted también disparó?
No. Nunca he tomado un arma.
¿Tiene pesadillas por el asalto a La Moneda?
No, pesadillas no tengo, pero recuerdo y veo el asalto a veces. También reconstruyo el incendio a La Moneda, más todavía cuando veo en la televisión esas imágenes del bombardeo que yo no sabía que existían.
¿Por qué esperó 25 años para publicar este libro?
Porque 25 años es un hito y como ha pasado mucho tiempo, la gente ya no se podrá ofender porque aparece ahora. Empecé a tomar apuntes el día siguiente del golpe, después fui acumulando el material en páginas y páginas. Luego nos juntamos algunos compañeros médicos y grabamos muchas cosas.
Usted deja bien parado al General Palacios, que asaltó La Moneda. ¿Fue tan así?
Nunca podría hablar mal de Palacios. Cuando estábamos en el suelo de Morandé 80, la tropa estaba enfurecida, los soldados nos pegaban, pero cuando llegó él todo cambió. Él se imponía por sí solo.
¿Usted se salvó gracias a él?
Sí, él nos dijo: «Ustedes estaban en La Moneda cumpliendo con su profesión, tal como lo estoy haciendo yo ahora». Esa reflexión hizo que me soltaran.
¿Por qué tantos médicos en La Moneda?
Se constituyó un grupo grande de médicos un poco a partir del 29 de junio, después del «tancazo». Allende pensó que podría venir algo grave, y quiso tomar medidas. Incluso había un anestesista, como fue el doctor Cuevas. Muchos médicos estábamos listos para ir a La Moneda en caso de emergencia, y así fue.
¿Cuál es la última imagen de Allende que guarda en su retina?
Cuando subí a la segunda planta y le dije que los militares habían copado la primera y que debíamos rendirnos en
10 minutos. Él estaba muy tranquilo.
¿Ningún atisbo de miedo pasó por su rostro?
No, porque la gente que se suicida en pleno uso de su razón, no le teme a la muerte.
¿Qué opina de la mesa de diálogo impulsada por el gobierno en estos instantes?
Yo no perdonaría sin antes saber la verdad. Es difícil ponerse a dar normas, si uno no está afectado personalmente. Yo solo fui afectado con el exilio, no perdí la vida, pero faltó mi aire, mi luz y mi entorno. Acá deben opinar, solamente, los directamente afectados.
¿Siente que el país sigue trancado con su pasado?
Seguimos trancados sin duda alguna. Hace 10 años que estamos así.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.