Con estos apuntes no pretendo ni realizar un análisis profundo del tema, ni mucho menos sacar conclusiones. La pretensión es mucho más modesta: lanzar algunas reflexiones que puedan contribuir a un análisis a fondo del tema (en este caso el papel de los medios de comunicación) con la esperanza de que puedan aportar elementos que ayuden a configurar unos medios de comunicación útiles a la revolución social al servicio de las clases populares.
Siempre he considerado que la falta de unos buenos medios de comunicación de masas resulta una de las mayores carencias del movimiento revolucionario, entendido éste como el conjunto de fuerzas políticas y sociales que creen de verdad en que es necesario y además posible una sociedad que esté organizada al servicio de las clases populares, en lugar de estar al servicio de los poderosos y explotadores de la tierra y sus habitantes, y que por esa convicción se organizan y luchan para que tal cambio, tal revolución, sea un hecho real.
Esta carencia de medios es fácilmente explicable, más allá de las dificultades y errores que puedan tener las fuerzas que aspiran al cambio, pues para disponer de unos medios potentes con capacidad de llegar hasta al último rincón de la sociedad hace falta disponer de unos elevados recursos, y estos están en manos de los poderosos, precisamente de aquellos a los que se quiere arrebatar el poder y sus privilegios.
Los grandes medios de comunicación, que en muchos casos son deficitarios, son sostenidos por las corporaciones económicas y grandes empresas y bancos, vía financiación, vía publicidad. Es fácil también entender que si criticamos al poder este no colaborará en el sostenimiento del medio que le critica y perjudica su cuenta de resultados.
Nos encontramos pues ante un callejón sin aparente salida. ¿Existe la posibilidad de superar este hándicap? No parece fácil, a no ser que tuviésemos la suficiente capacidad y organización para suplir de una manera activista (con multi-micro-aportaciones, trabajo voluntario de redacción y distribución, etc.) lo que no puede hacerse con una capacidad financiera de la que no se dispone.
Además de estas carencias estructurales de medios, cuya solución no conozco (salvo cuando se accede a los grandes medios de comunicación públicos, pero ¿y hasta que se llega al poder?), resulta interesante reflexionar sobre los contenidos y funciones que los medios de comunicación desempeñan en esta desigual lucha de clases, para al menos evaluar si el trabajo voluntarista que se realiza en unos medios alternativos y modestos, es realmente eficaz, en su medida, claro, o por el contrario se podría estar contribuyendo a reforzar el sistema que se pretende combatir.
Para tener elementos de juicio o evaluación, me propongo en las próximas líneas analizar algunas de las funciones que el poder asigna a sus grandes medios, no fuera a ser que desde nuestros modestos medios estuviéramos reproduciendo estas funciones contrarias a nuestros intereses revolucionarios.
Sin ánimo de ser exhaustivo ni ignorar otras posibles funciones, quizás más importantes, voy a reparar en cuatro funciones esenciales que a mi juicio desempeñan los medios de comunicación para el mantenimiento del actual estado de cosas en una sociedad explotadora y desigual.
Es el canal a través del cual los humanos nos comunicamos en una sociedad amplia, abierta y compleja. Esta función adquiere más relevancia cuanto más nos individualizamos en nuestros nichos y habitáculos caseros, en la medida que la comunicación oral pierde casi todo el espacio que tenía en las sociedades rurales.
Nos enteramos de lo que pasa lejos de nosotros por medio de estos medios de comunicación, cuyo poder consiste en que:
– Re-crea la realidad, de tal manera que lo que no cuenta no existe.
– Moldea la realidad, dándola una cobertura y envoltorio cerrado, subjetivo y sesgado, determinando lo que es bueno y malo de los hechos que narra.
– Determina, por ello, cuál es la realidad en que se inserta nuestra vida, y en definitiva de lo que hablamos con nuestros coetáneos.
Los medios de comunicación llenan de contenidos las redes de comunicación entre los humanos en la sociedad, contaminando los canales de relación, tanto desde su origen (fuente) como en su destinatario (receptor). Resulta muy difícil abstraerse al poder de los medios en las relaciones sociales, pues, al desconocer los hechos en su fuente, no tenemos capacidad para de-construir la recreación que nos viene impuesta. Y por otro lado, si negamos a los medios en sí mismos, corremos el riesgo de aislarnos de tal manera que seremos marcianos en nuestra propia tierra, seres extraños incapaces de establecer una mínima relación con nuestro entorno, un entorno totalmente contaminado, eso sí. ¿Hay escapatoria a este dilema? No es fácil.
Una de las funciones que modestamente pueden y deben desempeñar los medos de comunicación alternativos es precisamente de-construir esta distorsionada realidad y tratar de reconstruirla con hechos objetivos.
Difusión del pensamiento único. Uno de los elementos ideológicos importantes que sostienen el sistema consiste en tratar de convencer de la insuperabilidad del propio sistema, porque no tendría alternativa, al menos viable. Dan a entender que frente al sistema actual sólo cabe el caos o la anarquía. Y esto es lo que por activa o por pasiva se muestra continuamente en los medios de comunicación de masas del sistema, destacando a los buenos y respetables (“científicos y expertos”) frente a los malos, presentados como enemigos del sistema (terroristas) o simples ingenuos que nos llevan a la catástrofe (populismos).
Los países y colectivos que se salen del guion son tratados con saña, encarnando todo tipo de males habidos y por haber, ocultando los logros alcanzados en el plano de la justicia o la igualdad. Las injusticias y fallas del sistema propio nunca son por causas intrínsecas al mismo, sino consecuencia de algún pequeño fallo o por razones poco menos que sobrenaturales.
Resulta obvio que uno de los papeles principales que los medios de comunicación alternativos deben cumplir es mostrar que sí existe alternativa al sistema impuesto, y que se construye, no sin dificultades, en otros lugares, pero que es posible. Y que es necesario construir la alternativa, ya que este sistema nos lleva a la ruina planetaria. El reto es cómo superar el pequeño círculo de los lectores más concienciados y poder llegar a amplias capas de la población menos concienciadas. Aquí es esencial repensar contenidos, lenguajes y formatos de expresión, divulgativos y atractivos para una gran multitud de nuestros compañeros de clase.
La ostentación del poder es otra de las importantes funciones que desempeñan los medios de comunicación de masas. El sistema se mantiene “por las buenas”, porque no tiene alternativa viable (pensamiento único) o “por las malas”, porque dispone de gran poder y no se lo va a dejar arrebatar con facilidad.
El caciquismo era quizás la manera más elocuente de esta dominación y ostentación del poder, que se manifiesta de maneras sutilmente diferentes en las sociedades modernas, pero sin diferir mucho de su esencia.
La corrupción es otra de las caras de la misma moneda, y que apenas tiene coste político para la derecha, para los poderosos, porque en el fondo es una manera de ostentación del propio poder. “Yo hago lo que quiero porque tengo el poder para hacerlo”, y los demás a callar.
La represión y el miedo que destila el poder es otro de los rasgos que los medios de comunicación muestran de manera ostentosa o sibilina, según la modulación que el poder quiera ejercer del mismo.
Porque el autoritarismo es otro de los rasgos del poder, y por lo tanto no es extraño que se exprese de manera incluso cruel. La cárcel ilegal de Guantánamo lleva más de 15 años abierta en terreno de otro país, y lejos de cuestionar a los EEUU a nivel mundial y de masas, lo que señala es el poder de este imperio, capaz de saltarse cualquiera de las normas que en cambio impone a los demás países.
Combatir estos dos últimos aspectos señalados es otro de los grandes retos que los medios de comunicación alternativos tienen que ser capaces de realizar con éxito. Fácil no es, pues el margen es muy estrecho: cuanto más magnifiquen las muestras de poder o autoritarismo de los señores del sistema, se está contribuyendo, involuntariamente, a asentar uno de los pilares del mismo. Un trabajo revolucionario a realizar por unos medios de comunicación alternativos consistirá en no quedarse en la denuncia de la opresión del explotador, sino en señalar y exponer que pese a ser poderoso, es vulnerable y derrotable, mostrando los puntos débiles. Este trabajo es realmente complicado, pues aparentemente es contradictorio (mostrar el poder y la debilidad); pero es algo necesario si queremos que nuestros medios realicen un trabajo positivo y no estéril o incluso contraproducente.