Después del éxito de sus anteriores novelas, Elena Moya regresa con una historia de afectos y de sueños, de clases sociales, de lucha y voluntad que conecta un pasado marcado por la guerra y las dos Españas con un futuro esperanzador en el que las mujeres son las nuevas protagonistas.
Elena Moya nació y creció en Tarragona. Tras licenciarse en Periodismo, obtuvo una beca para realizar un máster en Periodismo Financiero en Estados Unidos. En 1998, Elena se estableció en Londres como periodista financiera. Desde el 2012, escribe informes financieros para gestoras de fondos de inversión.
¿Por qué escogió el Delta del Ebro para ambientar la novela?
La tensión es un ingrediente fabuloso para una novela y, el Delta, está impregnado de ella. Sentimos la tensión del río frente al mar, entre amos y colonos, en la frontera natural que se formó durante la Guerra Civil y que siempre ha partido España…
La Guerra Civil tiene mucho peso en todas sus novelas
El motivo que me ha llevado a escribir las cuatro novelas es mostrar como cuatro siglos de nacionalcatolicismo, la Guerra Civil y cuarenta años de dictadura todavía pesan mucho sobre la vida de todos los españoles. El pasado todavía está muy presente en nuestras vidas, los españoles todavía no somos todo lo libres que deberíamos ser, aún existen muchos prejuicios. Costará tiempo, pero vamos por buen camino, veo a la generación que sube mucho menos acomplejada.
Sus novelas son una crítica a la democracia española
La democracia española es más joven que yo, con lo que todavía nos falta mucha madurez y experiencia. Creo que la generación que viene sube mejor preparada, con una mentalidad más abierta y democrática, pero todavía falta para que lleguen al poder. Pero eso no es excusa: todos tenemos que poner nuestro granito de arena para mejorar la situación actual y, yo espero, que mi libro contribuya a ello. Todos somos responsables de la sociedad en la que vivimos.
En sus cuatro novelas las protagonistas son mujeres
El mundo está lleno de mujeres que han hecho grandes cosas y nos han dejado huellas enormes, pero a quienes nadie les ha dado reconocimiento. La historia está escrita por y para hombres, sobre temas que a los hombres les interesan. Por ejemplo, de las guerras se escribe mucho sobre estrategia militar e invasiones. Yo escribo sobre las consecuencias de la Guerra Civil en la vida y las libertades de las personas. Si miras una foto de la troika, de los que mandan en las instituciones más importantes del mundo como los bancos centrales, los gobiernos de países potentes, el FMI y Banco Mundial y las grandes empresas tecnológicas y energéticas, verás que casi todo son hombres heterosexuales de mediana edad. La mujer todavía está muy poco representada. Y es una gran injusticia porque con más mujeres en el poder el mundo iría mucho mejor.
Asun, la protagonista de La otra orilla, lucha y se rebela contra su destino
Es una mujer que no acepta su destino, pero no simplemente por rebeldía, sino porque no le sale de forma natural. Es demasiado fiel a sí misma para no luchar por lo que quiere. Espero que su actitud inspire a los lectores y les impulse para seguir su ejemplo luchando para conseguir sus sueños.
¿Qué hay de ficción y de realidad, en la novela?
En mis novelas hay mucha ficción, pero basada en grandes dosis de realidad, ya que es la mejor manera de dar credibilidad a un relato.
¿Cómo se ha documentado?
Disfruto mucho documentándome. En anteriores novelas leí mucho más que en esta, como cuando estuve en la universidad de Yale abriendo las 30 cajas del archivo de Victoria Kent. Esta vez también he leído bastante sobre el tema, pero la investigación ha sido más humana: he entrevistado a muchas personas, cenado en barracas, me he subido a un tractor, he visto amanecer en la playa, unas puestas de sol inolvidables, hasta me apunté a cursos de ornitología. Muy divertido.
Uno de los temas que trata en La otra orilla es la diversidad sexual y la dificultad de las personas homosexuales para asumir su identidad.
Por experiencia propia sé que es muy duro tener que tragarse los propios sentimientos, pensar que lo que uno siente no está bien o que, sencillamente, no es posible o que hay que esconderlo. Eso daña la confianza. Nadie gana si en una sociedad sus miembros no pueden ser felices y consecuentes consigo mismos. Espero que La Otra Orilla sea un buen ejemplo de las consecuencias que esto puede acarrear.