El pasado día 14 de marzo, en la librería Taifa del barrio de Grácia, se presentó la colección de novela policial “Garaje Negro”, del sello El Garaje Ediciones. Con la presencia del editor Manuel Blanco Chivite, y uno de los últimos autores de la colección, Xavier Parramón Chocarro, autor de la novela El fruto del árbol envenenado, se inició un interesante debate sobre la novelística negro/policial que tan en auge parece estar en estos tiempos.
La colección consta de siete títulos hasta el momento, aunque hay un título anterior del que ya hablamos en Revista Rambla y que podemos considerar como el germen de esta colección. Se trata de la novela El emir, del analista económico Jesús Bruguera, y que narra, al estilo de los mejores thriller internacionales, los sucesos del atentado del 11-M en Madrid, con especial atención a las implicaciones políticas y económicas del mismo. Pero con el sello de la colección “Garaje Negro”, la primera novela (echo en falta una numeración y un diseño exclusivo para distinguir las novelas de la colección de otras de la misma editorial) fue Un paquete para el mánager, colección de relatos del gran prosista argentino Arturo Seeber Bonorino. Relatos ambientados en el mundo del boxeo y de las veladas del estadio Luna Park de Buenos Aires. Uno de los cuentos que se recogen en este volumen, La gran oportunidad del Pelusa, obtuvo el premio en el XXI Certamen Manuel Vázquez Montalbán de San Fernando de Henares.
La colección, salvo en la última entrega, tiene la particularidad, no de forma absoluta ni buscada según nos cuenta su editor, de que los policías y detectives o no salen o tienen un papel secundario en la trama, nunca son protagonistas, y cuando salen, es de forma bastante realista. El funcionario busca resolver el caso de forma rápida y, llegado el caso, de forma expeditiva, por lo que los maltratos o la tortura, en palabras de Chivite, no se describen como excepción, sino como una cotidianidad del quehacer policial, pero sin pararse en detalles ni en juicios de valor sobre lo malos que son los malos, son así y no hay nada que debatir ni que hablar. Podemos decir que esto se contrapone a cierta novelística actual llena de panegíricos al funcionario y las instituciones de la ley, con sus “ovejas negras”, es os sí, para que no se diga que no somos críticos. Chivite recuerda a uno de los grandes autores publicados en este sello, quien dijo: “a mis asesinos no los detiene nadie”, frase del gran escritor de este género y recientemente desaparecido, Carlos Pérez Merinero, que en esta colección publicó la estupenda novela La niña que hacía llorar a la gente.
Dentro de la colección también hay una obra notable, aunque en este caso no es ficción. Se trata de La bala que cayó del cielo, de Rosa Burgos, secretaria judicial de oficio. Este libro es una investigación exhaustiva del caso del estudiante, Javier Fernández Quesada, asesinado el 12 de diciembre de 1977 en la Universidad de La Laguna, cuando la Guardia Civil invadió a tiros el centro donde se celebraban asambleas de apoyo a la huelga general en Tenerife.
En el acto de Taifa estaba anunciado el periodista Bonifacio de la Cuadra, que al final no pudo asistir. Bonifacio, que lleva el Máster de Periodismo del diario El País, es el autor de otro de los títulos de esta colección, y que de momento no hemos podido leer, y cuyo título es Secretos de confesión, que trata sobre un crimen pederasta y que arranca con el asesinato de un sacerdote en un confesionario la víspera de la vista del Papa a España.
Chivite nos presentó, como autor, sus dos libros en la colección. La novela La guardia negra, obra de psicología criminal de la que ya hemos hablado en Rambla, y la colección de relatos Parejas sangrientas, con la habitual ironía y humor negro del autor y del que hablaremos en una próxima entrega. Por su parte, Xavier Parramón nos habló de El fruto del árbol envenenado, primera novela de éste avezado traductor y máster en Ciencia Cognitiva y Lenguaje. Es una novela corta que arranca cuando en el Juzgado de Guardia de Ibiza, en pleno verano de 1979, reciben la llamada anónima informando del encuentro de un cadáver en un descampado de la paradisiaca isla. Paralelamente, en el Barrio Chino de Barcelona, el tronado detective Baraja recibe un encargo de una misteriosa mujer. Lo que podía parecer un suicidio o una muerte por sobredosis, se va complicando con una perversa trama con colonias de viejos nazis incluida, un viejo comisario ascendido de las galeras franquistas, y un forense con un oscuro pasado. Por cierto, el título de El fruto del árbol envenenado es una figura utilizada en el derecho probatorio anglosajón, que viene a decir que todo lo conseguido de forma ilícita, por ejemplo una prueba, “envenena” o invalida toda la investigación posterior.
Periodista, fotógrafo, escritor e investigador.