Acabo de verla al otro lado de la calle. Le acaba de pedir a una pareja de viandantes que le hagan una foto delante del arbusto que mejor pinta tiene de la acera. Eso sí, lo ha hecho muy amablemente y entre carcajadas, como viene siendo ella. Dulce y espontánea.

Su marido hace años que murió y han pasado años desde que su único hijo le retiró la palabra. Cuestiones varias, especialmente referidas a temas de una índole más bien económica. Tiene dos nietas, que tampoco ven a su padre. Hace tiempo se visitaban mutuamente y puedo decir que fue la época en que la he visto más feliz.

Su último disgusto ha sido el abrupto fallecimiento de su querido perrito, un chiwawa bastante follonero, pero encantador, no podía haber sido de otra manera tratándose de ella. Eran uña y carne.

Alicia, nuestra querida Alicia, está realmente sola. Los que lo sabemos, no dudamos en dedicarle ratitos de charla. Es lo que a ella más le gusta y además, tiene mucho por lo que hablar. Sin embargo, su apariencia cuidada y su carácter risueño parece que sugieran lo contrario.

Sí, Alicia es coqueta. Hay que decir que su aspecto es estupendo a su avanzada edad, que es una mujer que llama la atención y que tiene un carácter inmejorable. Sorprende que, por ese motivo, haya vecinos que la critican, menosprecian sus conversaciones e incluso la rehúyen cambiándose de acera. Sacan conclusiones a simple vista, también basados en cotilleos de poco crédito. Porque, como dicen algunos, Alicia debería poner los pies en el suelo y llorar, por la cantidad de desdichas que lleva a su espalda. Otros piensan que se las tiene merecidas, que con ese carácter nadie aguanta a su lado. Ninguna de estas personas ha intercambiado más que un par de rápidos saludos con ella, cuando aún se dignaban a hacerlo. Tristemente, son un gran número.

Cuánta sinrazón, cuánto palabrerío, cuánta maldad.

¿Realmente odiamos tanto la felicidad ajena? O sencillamente no sabemos ser felices y a quienes odiamos en realidad sea a nosotros mismos.

¿Quién dice que esas personas tan sonrientes no llevan por dentro todo un sufrimiento ahogado?

Seamos coherentes, lo que no queremos para nosotros o para los «nuestros» tampoco se lo procuremos a los demás. Pero sobre todo, seamos humanos. Nuestro raciocinio debería ser suficiente para darnos cuenta de lo que nos mantiene vivos, somos seres sociales por naturaleza.

Sea como sea, da gusto cruzarse con mujeres como Alicia en ésta vida. Abre bien los ojos, a tu alrededor existen multitud de personas bonitas que merecen ser así tratadas, de las que muy probablemente hayas escuchado malas referencias. Sólo tú puedes discernir, acercándote con curiosidad e interés, con empatía y con un enorme respeto.

marta pérez fernández revista rambla

Madrid. La expresión en todas sus formas. Amante de la música y las letras. Apasionada por el dibujo y el deporte. Estudié música, comencé con cuatro años y toqué el violín hasta cumplir los dieciocho. Desde entonces, Londres, Barcelona y Madrid han supuesto grandes experiencias vitales. Escribo porque tengo mucho que decir y necesidad de comprender.

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