En 1911, en Nueva York, 146 trabajadoras del “Triángulo Shirtwaist” murieron quemadas dentro de la fábrica después de que los patrones hubieran bloqueado todos los accesos. En su mayoría eran mujeres jóvenes y migrantes. Unos años después, el 23 de febrero de 1917 -8 de marzo según nuestro calendario-, 120 mil obreras del textil se declaran en huelga en Rusia, fue el inicio de la primera revolución obrera triunfante. Con el primer gobierno soviético, Alexandra Kollontai establecerá específicamente el 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora.
En un contexto internacional en el que crecen los discursos y las políticas de odio de extrema derecha, como se ve actualmente con la asunción de Trump en EE. UU., creemos más necesario que nunca que el movimiento feminista recupere la fuerza de la movilización y responda a los ataques reaccionarios que amenazan las conquistas que con tanto esfuerzo se han logrado. Este 8M llega en un contexto de profunda crisis social y económica capitalista, marcada por un aumento brutal del coste de vida y pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora. Y, como siempre sucede en todas las crisis, mujeres, disidencias y personas racializadas somos las más vulneradas por el mercado laboral precarizado. Las profesiones menos remuneradas y vinculadas a los cuidados, desvalorizadas por el sistema productivo en el que vivimos, como la limpieza, la atención social, las sanitarias… son mayoritariamente ocupadas por mujeres, muchas con contratación parcial forzada, sin papeles, gracias a la reforma laboral más sangrienta contra la mujer trabajadora: la ley de extranjería.
Las violencias hacia las mujeres crecen de la mano de las políticas y discursos reaccionarios de sectores fundamentalistas, ultraderechistas y misóginos que nos hacen a las mujeres e identidades disidentes responsables de la crisis económica y social. El pasado 20 de enero se filtraban vídeos del interrogatorio del juez Adolfo Carretero en el caso Íñigo Errejón, exdiputado en el Congreso por Más País, denunciado por agresión sexual por la actriz Elisa Mouliaá. No se trata meramente de un “método de interrogatorio” como algunos quieren vendernos. Es una orientación intencionadamente machista y contraria a las mismas leyes que se han logrado producto de la lucha feminista. Otro caso es el de Gisèle Pelicot que ha mostrado la cultura de la violación y la impunidad del patriarcado. ¡Nosotras decimos No a la justicia patriarcal!
La influencia cada vez mayor de estos sectores políticos de extrema derecha es la consecuencia de la falta de verdaderas políticas sociales de los gobiernos. A pesar de años del supuesto gobierno «más progresista de la historia», los intereses del gran capital y de la banca han quedado intactos. De hecho, gran parte de las medidas que nos quieren vender como de carácter social, no son más que el rescate con dinero público a la gran empresa. Se ha profundizado la venta al sector privado de los servicios de cuidados, sanidad, educación y servicios sociales. Reivindicamos el sistema 100% público, universal y de calidad, con control de usuarias y trabajadoras.
El Gobierno destina más presupuesto al Ministerio de Defensa y a la Iglesia que a políticas de igualdad y feminismo. Además, la no derogación de la ley de extranjería, la falsa derogación de la reforma laboral, la brecha salarial y la brecha de pensiones, condenan a las mujeres de la clase trabajadora a la miseria. Como el contrato indefinido fijo discontinuo que se ha implementado como reforma laboral en el sector agrario. Una reforma que, en lugar de mejorar la estabilidad, ha perpetuado la incertidumbre y la desigualdad en el campo andaluz. Las jornaleras, ya discriminadas en la contratación, siguen siendo las primeras en perder el empleo y las últimas en ser llamadas. Además, la reducción de jornadas y la dificultad para acceder al subsidio agravan su situación. No serán suficientes las reformas, si no responden a las verdaderas necesidades de las mujeres trabajadoras, y menos aún si no se destina presupuesto para desarrollarlas y garantizarlas de forma pública y universal en todo el territorio. Dinero existe: hay que atacar los beneficios de la gran empresa o dejar de financiar a la Iglesia católica. ¡Ni un euro público más para la Iglesia!
En los últimos años, gran cantidad de trabajadoras en activo se encuentran en situación de paro, con contratos a tiempo parcial o convenios con condiciones laborales muy precarias. Una consecuencia es la falta de años cotizados al cumplir 67 años. La actual reforma de las pensiones es una falacia. Sigue manteniendo la brecha salarial, tanto en el mundo laboral como entre las mujeres pensionistas, y condena a las trabajadoras a jubilarse a los 72 años y tener que combinar una pensión con un contrato a tiempo parcial.
La situación de la vivienda es un ejemplo más de la situación de crisis y empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora con alquileres impagables y desahucios diarios a mujeres con menores a cargo. Gracias a las políticas de turno que favorecen al gran capital, los rentistas especulan con la vivienda, mientras el Gobierno inyecta dinero público en el sector privado, como la reciente compra de la Casa Orsola en Barcelona, que desde hace tres años ha sido todo un símbolo de la resistencia y la lucha por el derecho a la vivienda. Pero el movimiento por la vivienda sigue incansable y creciendo cada vez más, pese al aumento de la represión. Así lo demuestra la manifestación del pasado 23 de noviembre en Barcelona con más de 120.000 personas o la reciente creación de la Confederación Sindical de Vivienda de Catalunya, para crear un frente de lucha anticapitalista contra los rentistas y los gobiernos cómplices de la especulación. ¡Por el acceso a la vivienda universal y gratuita!
El movimiento feminista volveremos a llenar las calles el 8 de marzo. Necesitamos construir un movimiento feminista en la calle, de lucha y organizado desde abajo. Porque así hemos obtenido nuestros derechos a lo largo de la historia y así los seguiremos ganando y defendiendo. Así logramos la reforma del aborto y la aprobación de la ley Trans. Sin embargo, no debemos olvidar que ningún derecho está ganado si no es para todas, y todavía hoy muchos derechos no se garantizan a miles de compañeras en situación administrativa irregular.
Después de año y medio de genocidio en Palestina, en el que la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas, la fuerza de las mujeres palestinas es un ejemplo a seguir que nos marca el camino en la lucha feminista. Y, por eso, desde aquí levantamos un grito de solidaridad internacionalista y exigimos la ruptura de relaciones económicas y políticas con estos regímenes asesinos. Nos posicionamos en contra del proyecto imperialista de Trump y el sionismo de convertir a Palestina en una “Riviera” de Oriente Medio. Nuestra lucha debe ser internacionalista. ¡Resistencia con las mujeres palestinas! Así como con las mujeres de Irán, seguimos diciendo: ¡Mujer, Vida y Libertad! Contra toda opresión, esclavitud, agresión y violación de las mujeres y disidencias del mundo.
Nos sobran los motivos para hacer de este 8 de marzo otra jornada histórica de lucha. Hacemos un llamamiento a organizar asambleas en los centros de estudio, de trabajo y en los barrios. Es necesario reivindicar el origen histórico, de clase y de lucha del 8M. Sólo con organización y movilización detendremos las violencias de este sistema capitalista, racista y cis heteropatriarcal que nos explota y oprime. Llamamos a la lucha internacionalista, antirracista y antiimperialista para enfrentar al patriarcado y al sistema capitalista que lo sostiene. Debemos hacer nuestras las luchas de los pueblos oprimidos, porque la liberación de los pueblos es parte de nuestra liberación.
Nos solidarizamos con todas las mujeres y diversidades que enfrentan al patriarcado global y local, llamamos a construir un movimiento feminista de clase e independiente de los distintos gobiernos que son cómplices y responsables de nuestra situación.
Salimos a la calle a gritar:
¡Ni un paso atrás en nuestros derechos!
¡Ante sus ataques, organización y autodefensa!
¡Todas con Palestina!
8 de marzo de 2025
Mujeres de Lucha Internacionalista
Lucha Internacionalista es una organización política marxista revolucionaria: trotskista. Se constituyó en mayo de 1999 por militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).