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Los libros de bolsillo son esas pequeñas grandes cosas que democratizan la cultura. Los libros de bolsillo son los compañeros ideales, mucho más amables que los IBooks, más sufridos y guerreros. La Editorial Plec ha apostado por editar el libro del filósofo Ramon Camats en este formato. Un acierto económico, ya que el tema, desde mi punto de vista, merece ser accesible a la mayor cantidad de lectores posibles. Aún hoy es un tabú hablar de suicidio, pero este tabú ya no cumple las funciones sociales de antaño. Este libro es la prueba de ello, debemos comenzar a hablar del asunto sin eufemismos y darle el lugar que se merece en nuestra vida comunitaria. Este es el momento para volver sobre los pasos de la historia y reflexionar sobre el suicidio.

Camats realiza un excelente estado de la cuestión en un modo ameno y pedagógico, sin caer en duros y complicados  debates  ontológicos, aunque estén presentes de modo intrínseco. A veces en broma y muchas veces en serio nos hemos preguntado para qué sirve la filosofía. Para comenzar es el fundamento de todas las ciencias humanas occidentales. Epistemológicamente, podemos afirmar que sin ella, las ciencias sociales que estudian un fenómeno tan recurrente en la historia de la humanidad, se quedarían rengas. Es verdad que el suicidio merece ser estudiado desde un punto de vista interdisciplinar y multidisciplinar, pero hay que comenzar siempre por el principio y en el principio está la filosofía.

Parte de la premisa de Albert Camus de que no hay otro problema  más  importante dentro de la filosofía que el suicidio.

La gent se suïcida perquè, d’alguna manera, pensa o sent que la vida no val la pena de ser viscuda. I també, i això és una paradoxa, ho assenyala el mateix Camus, hi ha persones que es fan matar per les seves idees o per les il·lusions que els donen una raó per a viure. (pp 9)

El objetivo del ensayo es pensar e invitar a pensar sobre el tema desde dos cuestiones previas.

La primera es conceptual ¿Qué debemos entender por suicidio? ¿Es imprescindible que el suicida obtenga resultados o autolesionarse y su intención ya es suficiente para ser considerado suicida? ¿La eutanasia voluntaria es suicidio? ¿El  soldado que muere por los compañeros y la patria es un altruista, un héroe o un suicida?

La segunda cuestión que plantea el ensayo es ¿Cómo hemos de tratar el asunto del suicidio? ¿Cómo fenómeno social o cómo una enfermedad? ¿Cómo una cuestión individual que sólo afecta al pensamiento, la libertad y la responsabilidad individual o cómo hecho colectivo por sus causas y sus consecuencias?

Para els filòsofs, en efecte, el suïcidi suscita una munió de qüestions conceptuals, teològiques i psicològiques. Entre elles Què fa que hom es vulgui morir? Què fa que hom es vulgui matar? (qüestions complementaries però  no pas idèntiques del tot) És el suïcidi moralment admissible  o fins i tot, moralment obligat en determinades circumstancies? És tracta de un capteniment racional? És el suprem acte de llibertat o l’única porta de la desesperació? (pp13)

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Adeú vida meva (apunts sobre el suïcidi) Ramon Camats. Ensayo. Filosofía. Editorial Plec, libro de bolsillo, lengua catalana, 80 páginas. Lleida. 2014.

Camats no sólo confecciona un camino diacrónico  del tema desde las opiniones de algunos de los filósofos más relevantes de la historia, también llama al campo del análisis a algunos sociólogos destacados.

Este ensayo comienza con clásicos como Platón, quien analiza el punto a través del suicidio de su maestro Sócrates, con Aristóteles, más organicista y quien le da un contenido social al suicidio y Séneca que rescata el estoicismo y el epicureísmo como filosofías de la consolación y opinan que la filosofía debe ayudar a los individuos a ser felices. Sigue con los filósofos cristianos Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino quienes  juzgan ilícito el suicidio, sus teorías son las que sustentarán toda la política de la Iglesia católica en lo que hace referencia a la temática que nos ocupa.

De la ilustración rescata a Hume quien se opone a los Santos filósofos considerando que en realidad no pasa nada si Dios no lo quiere, incluso el suicidio.

Kant llama a la resignación de la vida ante la posibilidad de escapar. Schopenhauer  opina que el suicidio es un error, pero todos tenemos derecho a decidir sobre nuestra propia vida. Nietzsche dentro de su vitalismo justifica el suicidio en el caso en el que no se pueda vivir dignamente, es un defensor de la eutanasia, aunque para el enfermizo filósofo la vida siempre vale la pena vivirla.

A partir de este momento el autor llama al ruedo al sociólogo Émile Durkheim quien intenta una clasificación de los tipos de suicidio. Posiblemente, la categoría que más llame la atención hoy en día sea el suicidio anómico, fruto del desequilibrio entre el individuo y la sociedad. Camats pone como ejemplo los suicidios provocados por los desalojos.

He citado sólo algunos de los autores y apenas expresado la complejidad de sus pensamientos, lo justo para despertar la curiosidad del lector interesado en este hecho social tan perturbador, a nivel individual y colectivo. Sus consecuencias no sólo, como bien dice el autor, caen sobre el suicida sino sobre la conciencia de los afectados de modo colateral, la familia y la comunidad. Comunidad que debiera plantearse en este momento una solución a este dejar de vivir, ya que la cantidad de suicidas anuales está en los niveles de las muertes por accidentes de tráfico.

Recomiendo este ensayo como introducción a la temática, mientras esperamos que Camats continué investigando para ayudarnos a romper con este tabú. Quizás en lugar de prevenir contagios censurando, debiéramos aprender a descifrar síntomas, a evitar suicidios o a dejar de lado los prejuicios y perjuicios sobre la eutanasia.  Si, posiblemente podríamos evitar suicidios por causas sociales, pero no podremos nunca evitar, como dice el autor, amores suicidas, tragedias íntimas y personales, enfermedades… la vida se compone de todo lo bueno y todo lo malo, como lo expresaba Nietzsche, y con mucha más gracia la abuela de Camats, la vida es  …com el pa, que s’ha de menjar tot i s’ha de aprofitar sencer: molla i crosta.

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