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Sus comienzos coincidieron con la transición. Una época de cambios durante la que nace el diario Avui, en donde Albert Oliver consigue su primer empleo como fotógrafo. Un trabajo al que le sucedieron algunos otros en los ya desaparecidos Noticiero Universal, Correo Catalán y Catalunya Sud para finalmente terminar en una de las agencias de comunicación más importantes, la Agencia EFE.

Oliver nos confiesa que sus comienzos en la agencia fueron como corresponsal mientras trabajaba en el diario Catalunya Sud. Rememorando, nos relata una de esas ‘aventuras’ de los fotógrafos de la era analógica: cómo llegaron las fotos del atentado de ETA al complejo petroquímico de Tarragona, en 1987, a las hojas de los periódicos de nuestro país. ‘No era como ahora. Teníamos que revelar las fotografías, hacer copias y enviarlas a la redacción. En este caso recuerdo que las metí en un sobre y las envié a través de un chófer del autobús que subía de Tarragona a Barcelona al día siguiente del atentado. Cuando llegó a la estación ya había otra persona de EFE para recogerlas’.

Está claro que el trabajo de los fotógrafos ha mejorado con la llamada ‘revolución digital’, aunque esto haya supuesto una clara disminución de ‘batallitas’ que contar a los nietos durante una noche estrellada sentado en la antigua mecedora del porche de la casa de campo (¡ay, cuánto daño han hecho las películas americanas en nuestro subconsciente!).

Batallitas como el haber enviado las fotografías de las olimpiadas de Atenas del 96 desde el fax de la habitación de un prostíbulo porque una huelga en el aeropuerto impidió, por aquel entonces, que nuestro entrevistado abandonase el país quedándose, a su vez, sin habitación en el que había sido su hotel durante todo el evento olímpico.

Lo que no cambiará nunca son las exigencias de este trabajo. Las denominadas ‘guardias’ no han desaparecido. Esperar el momento preciso para sacar una fotografía sigue siendo imprescindible para ser un buen fotógrafo.

Y hablando de esto, viene a mi memoria otra anécdota que Albert Oliver nos relató durante nuestra entrevista: ‘recuerdo que estábamos varios compañeros y yo en un tejado de un inmueble cercano a la Modelo (Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona) esperando para tomar una fotografía de Javier de la Rosa (financiero español conocido por el escándalo del caso KIO). Allí estuve desde las tres de la tarde a las 10 de la mañana del día siguiente. Desde donde estábamos se veía el patio de la cárcel, pero el hombre en ningún momento salió. También se veían los módulos y al final yo y otro, porque solamente aguantamos dos hasta el final, pudimos fotografiarle en un momento en el que se acercó a la ventana de su celda para comerse un bocadillo’.

Pese a estas largas esperas y tener que fotografiar, de cuando en cuando, vueltas ciclistas (algo que confiesa odiar Albert Oliver, con 55 años, continua siendo y será un gran fotógrafo de prensa.

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