En los libros de Jon Bilbao (Ribadesella 1972), hay un tratamiento clínico a lo que comprende la psicología de los personajes, cada vez que tiene delante un nuevo desafío evita repetirse y salta a la vista el cuidadoso esmero que define su prosa. Destacan entre sus obras dos libros de relatos: Como una historia de terror, 2008, Bajo el influjo del cometa, 2010, además de las novelas: El hermano de las moscas 2008 y Padres, hijos y primates 2011. Esta vez sorprende con Shakespeare y la ballena blanca (Tusquets), inquietante atisbo a la época isabelina que le ha permitido soltarse y narrar un episodio en la vida del autor de Romeo y Julieta y donde el viaje en el galeón (Nimrod) sirve de pretexto para dar rienda suelta, mediante un ejercicio metaliterario, a la gestación del proceso creativo: más que un viaje un homenaje: toda una tarea de alto riesgo.

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¿Pensaste en algún momento que la novela se te podría ir de las manos?

Continuamente, pero quería ver que sucedía y me lancé a por ella. Le iba contando la idea a los amigos de cuya opinión literaria me fio, les dejaba leer primeros capítulos, todos respondieron  entusiasmados, querían  saber más.

Es que genera intriga que hayas introducido a Shakespeare en un contexto muy al estilo Moby Dick. Todo un giro de 360º en tu obra…

Me apetecía escribir algo diferente, aunque es algo que para mí suele ser habitual a la hora de acometer una nueva novela. En este caso viajo al pasado, recurro a personajes históricos y, además, no solo es diferente lo que cuento sino cómo lo cuento. Alejarme de la actualidad me ha permitido recurrir a un vuelo más lírico.

Elegiste el año de 1601 donde comienza a desarrollarse su etapa de mayor fuerza creativa…

Porque me interesaba un Shakespeare maduro tanto en lo emocional como en lo profesional.   Ya se había consolidado como autor, su relación con Southampton ya estaba madura, había estrenado Hamlet y  comenzado un acercamiento con su mujer a raíz de la muerte de su hijo, suponemos.

En ese sentido de lo poco que se conoce de Shakespeare… ¿qué  te deslumbró para esta historia?

Del aspecto personal me resultó atractiva la contradicción, la paradoja de que siendo un personaje como se dijo: “llegó a encarnar el espíritu de su época” para nosotros es un completo desconocido. Leer cualquier biografía de Shakespeare es una labor frustrante. Hay muchos espacios en blanco: a ciencia cierta no sabemos por qué murió, ni cómo era la naturaleza de su mujer, aunque se dice que era muy complicada, se desconocen también las razones por las cuales Shakespeare perdió a su hijo, de manera que llenar todos esos espacios en blanco es muy sugerente. El personaje ficticio resulta más próximo porque es más completo que el real.

Ahora bien: Harold Bloom en El canon occidental dice que leyendo y releyendo a Shakespeare puede que no se conozca su personalidad pero que sí se puede conocer su temperamento y su manera de percibir las cosas.

Uno de los motivos por los que no sabemos gran cosa sobre la personalidad de Shakespeare es  que él no se servía de sí mismo a la hora de escribir, a diferencia de Ben Johnson (coetáneo suyo) que se servía continuamente de su propia experiencia, volcaba  su personalidad en sus obras. Si Shakespeare hacía eso lo disimulaba muy bien.

Hay un episodio en la novela cuando el ballenero Calhoun está sobre la ballena, pero al mismo tiempo a Shakespeare le parece estar visualizando a su amigo Southampton.

Al fin y al cabo la novela es una historia de amor entre Shakespeare y su amigo Henry, Wriothesley, tercer conde de Southampton. En esta novela Southampton encuentra un final nada épico, que no está a la altura de lo que Shakespeare esperaba de él y para disimular ese recuerdo Shakespeare recurre a lo mejor que tiene que es la imaginación y borra o disimula el recuerdo de la muerte de Southampton con el momento de mayor gloria de otro personaje importante de la novela que es Calhoun: los fusiona.

¿Crees que las limitaciones escénicas en la época isabelina ocasionaban que la imaginación de Shakespeare se desbordara?

Es fácil pensar cómo alguien con esa imaginación seguía escribiendo obras para el teatro, teniendo en cuenta que el teatro de la época era un tablado desnudo sin decorados, sin telón, unos artificios y efectos escénicos muy limitados ¿por qué no escribía novelas? ¿Le habría gustado ser director de cine si hubiera tenido esa posibilidad? No: yo creo que él era consciente y aceptaba esos condicionamientos y si hubiera vivido hoy en día habría sido probablemente otra vez dramaturgo. Shakespeare hacía de las limitaciones virtudes.

¿Pero tenía algo de amargado?

No sabemos, en la novela es un personaje que se nutre de todo lo que ve y experimenta para su trabajo. No se siente cómodo con la vida real. Es una persona tensa, muy perfeccionista, su entorno no le da lo que él quiere aunque en el entorno controlado de un escenario teatral sí puede conseguirlo y eso le sirve como catarsis. Un día de pronto ocurre que se encuentra una idea para una obra de teatro protagonizada por una ballena que tiene muchos puntos en común con Moby Dick pero que, por un vínculo emocional muy fuerte, se ve impedido de tener la distancia y las perspectivas necesarias para llevarla a término.

En la novela también hay una declaración de Christopher Marlowe, dice: “escribir es conocerse a sí mismo y a la vez uno se da cuenta de que es peor persona de lo que creía”.

Pienso que si escribir es conocerse mejor a sí mismo, no siempre lo que conoces es tu peor  faceta. Por ejemplo: si lo que escribes tiene una tendencia a lo dramático, a lo trágico como era el caso de todas las obras que escribió Marlowe, es lógico que ahondes en tu lado más oscuro y descubras cosas que puedan llegar a sorprenderte, pero Marlowe era una persona muy exagerada así que no hay que tomarse muy al pie de la letra su afirmación.

El galeón Nimrod está estancado en altamar, no puede retomar su recorrido, en ese sentido crees que actualmente algo parecido sucede con la sociedad española, es decir: ¿Se irá la ballena de la crisis alguna vez de España?

Por supuesto que sí pero no creo que la sociedad actual esté en calma chicha como el galeón Nimrod, más bien está peleando contra un temporal y, por supuesto, desaparecerá la ballena y se irá el viento.

Aunque debido a tus estudios de ingeniería de minas ya te han formulado diversas preguntas en torno a ese tema: ¿caben las similitudes entre descender a una mina y el trabajo que exige la escritura?

Cada trabajo tiene su grado de dificultad. Puede ser más duro físicamente bajar a una mina de carbón o participar en la costera del bonito. Cualquier proceso creativo: escribir una novela o pintar un cuadro entraña otras dificultades de índole más intelectual. No me parecen dificultades comparables.

Lo digo por las horas que a veces supone estar sentado cuando uno escribe. Faulkner decía que es importante tener una buena condición física para escribir.

A mí no me lo parece. Si el método de escritura de Faulkner exigía haber ido al gimnasio antes para fortalecer los pectorales y los hombros, él lo exigiría. Pero otros escribían en la cama.

Como Stevenson…

O Truman Capote

Tengo entendido que pronto vas a ser padre, ya hay algún nombre para tu hijo tipo… Herman o Ismael.

¡Herman! (Risas) No, no… no será un nombre literario.

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