El 17 de septiembre de 1944 tuvo lugar en los Países Bajos la operación combinada entre paracaidistas y ejército de tierra más grande de la historia. Hasta cuatro divisiones de paracaidistas aliadas se lanzaron sobre Holanda. Dos divisiones norteamericanas, una inglesa y otra polaca. Pero acabó en un fracaso.
El plan del Mariscal de Campo Sir Bernard Montgomery era audaz, brillante. Quería asestar un duro golpe a la Alemania nazi. Todo iba viento en popa para los aliados desde el Día D, desde el 6 de junio de 1944. Montgomery quería penetrar desde Eindhoven, Nimega y Arhnem hasta entrar por primera vez en suelo germano. Ocupar esos tres puentes, y otros de más pequeños y auxiliares. Y por ellos hacer pasar los tanques aliados hasta entrar en Alemania.
Una vez se entrara en suelo alemán, cuando fuera posible, se giraría a la derecha, para dirigir todo el ataque aliado a la cuenca del Rhur, neutralizar las fábricas de armamento nazi, dejarles sin suministros y acortar la guerra. En Navidad, todos para casa. Y Hitler, capturado. No fue así. La guerra duraría más meses y la devastación sería mucho mayor.
El balance de bajas por los bandos en una batalla que duró una semana es estremecedor. 3.996 bajas por parte americana. Británicos y polacos tuvieron entre 13.000 y 11.000 bajas, entre muertos y heridos, además de perder a 6.450 que fueron capturados. Por parte alemana, las bajas se estiman entre 7.500 y los 10.000.
Sobre el papel, el plan de Montgomery era brillante. Pero tener una idea es sólo una parte del éxito. Llevarla a cabo siempre es lo más complicado. Y allí muchos factores no estuvieron del lado de Montgomery. El principal error fue que toda la logística tenía que llegar a través de una carretera muy estrecha y fácilmente atacable por el enemigo. La llamaron la Autopista del Diablo.
Culpables
La concepción del plan original del Mariscal de Campo Montgomery siempre ha sido acusada de ser demasiado ambiciosa, pero los historiadores anglosajones han culpado también del fracaso al Teniente General Browning, el creador de los paracaidistas británicos. En la película de 1977 “Un puente lejano”, una superproducción de Hollywoord, el actor Dirk Bogarde interpreta a Browning.
A Browning se le acusa de haber quitado importancia a los informes de la inteligencia sobre la presencia de dos divisiones Panzer en Arnhem. Él siempre se defendió de las acusaciones con la famosa frase de que “siempre he pensado que íbamos un puente demasiado lejos”.
Otra orden de Browning fue fatal para tardar 36 horas en asegurar el puente de Nimega, el segundo puente de los tres que había que asegurar, ya que Browning ordenó al General americano John Gavin, el líder de la 82ª División Aerotransportada, que tomara primero una colina en Groesbeek antes de atacar los puentes de Grave y de Nimega. Se perdió un tiempo precioso. Los tanques aliados no pudieron llegar nunca al tercer puente, al de Arnhem, donde estaban esperando los británicos y polacos, que acabaron rodeados y prisioneros.
Consecuencias políticas
Una de las vertientes que siempre han preocupado a los historiadores es la derivada política que tuvo esa derrota. ¿Qué hubiera sucedido si Market Garden hubiera triunfado? Acortar la guerra varios meses hubiera mermado la influencia soviética en la Europa de postguerra. El ejército soviético no hubiera podido llegar tan cerca de Berlín y la Guerra Fría no hubiera podido ser igual.
Hay sectores historiográficos que piensan que la resistencia alemana a la operación Market Garden les costó muy cara después, durante la Guerra Fría. Si no hubieran reaccionado con tanta dureza a la invasión por el frente occidental, la ocupación aliada de Alemania hubiera sido más benigna con los perdedores.
Como consecuencia, la Unión Soviética no hubiera podido llegar hasta el mismo Berlín, con toda seguridad, ni ocupar tantos territorios del Este de Europa. Posiblemente, no le hubiera sido tan fácil crear después el Pacto de Varsovia o la República Democrática Alemana. La Unión Soviética no hubiera creado un espacio de seguridad suyo tan grande. Estamos en el terreno de la política ficción, aunque con una base plausible.
Hermanos de sangre
Una de las novelas que mejor describe la operación Market Garden es obra del gran historiador americano Stephen Ambrose. El profesor emérito de la Universidad de Nueva Orleans detalló el paso de una compañía de paracaidistas americanos por Europa. La famosa Compañía Easy de la 101ª División Aerotransportada.
Los capítulos de su libro dedicados a Market Garden son de una precisión diáfana. Por ejemplo, cuando narra como estos soldados americanos veían pasar por el aire las temibles V-2 alemanas, el primer misil balístico de la historia. Iban camino de Inglaterra, atravesando el cielo holandés.
En suelo holandés, esta compañía de soldados se enfrentó a varias compañías de las temidas SS. Stephen Ambrose describe la guerra a muerte en los diques holandeses entre las SS y los paracaidistas americanos. La propaganda nazi les dejaba caer panfletos: “¿Por qué luchar por los judíos?”. Entre los paracaidistas yankies, nacidos en medio del melting pot americano, eso les causaba risa.
Entre los paracaidistas americanos había emigrantes de toda Europa de dos o tres generaciones en busca del sueño americano. Muchos eran descendientes de polacos o daneses emigrados a los USA. Otros, tenían raíces entre británicos protestantes llegados a América en el siglo XIX. También había judíos del área de San Francisco. Y no faltaba un porcentaje de irlandeses católicos del área de Boston y New England. Todas esas consignas racistas que les lanzaban en octavillas, por orden del Ministro de Propaganda del Reich, por orden de Goebels, les provocaban risas.
La famosa foto de Jack Reynolds
Una de las fotografías más icónicas de la operación Market Garden es la del prisionero británico Jack Reynolds, un teniente. Cuando fue apresado en Arnhem, un reportero de guerra alemán le fotografió en el momento de ser capturado. La reacción de Reynolds fue hacerle una peineta, que en el mundo anglosajón es un gesto con forma de V hacia arriba.
Jack Reynolds, natural de Chichester (West Sussex), acabó la guerra en un campo de prisioneros. Había mentido sobre su edad para poder servir en el ejército, ya que era menor de edad cuando fue alistado. Años después, un periódico alemán le regaló la famosa fotografía enmarcada y él la tuvo colgada en su casa hasta su muerte, a los 97 años.
Tras la guerra, tuvo que explicar lo que pasó con esa imagen tan icónica. Siempre rememoraba que en ese momento “estaba muy enfadado porque habíamos perdido a excelentes jóvenes en pocos días y eso era una carnicería. En el camino, vi a un tipo alemán con una cámara y con una amplia sonrisa en su cara. Pensé: ¡Qué bastardo! Por eso le hice el famoso gesto”.
Reynolds siempre reconocía con ironía, cuando le preguntaban por el gesto que “fue un acto de desafío y admito que también un lapsus en la disciplina militar pero, dadas las circunstancias… ¡Me pareció totalmente justificado!”.
El teniente Reynolds fue apresado y pasó el resto de la guerra en un campo de prisioneros de Brunswick, en el estado de Baja Sajonia. Su instalación fue liberada por los americanos en abril de 1945. Acabó condecorado por su comportamiento tanto en la invasión de Sicilia como por sus acciones en Holanda.
Bibliografía seleccionada:
- “Hermanos de sangre”. Stephen E. Ambrose. Ático de los libros. 2022.
- “Normandía 1944. El Día D y la Batalla por Francia”. Ático de los libros. 2022.
- “Arnhem: The Battle for the Bridges, 1944”. De Antony Beevor.
- “Un puente lejano”. Cornelius Ryan. Plaza & Janés. 1978.
- “Nunca nieva en septiembre. La visión alemana de Market Garden y la batalla de Arnhem”. Robert J. Kershaw. Ediciones Platea.
- “Six armies in Normandy”. John Keegan. Penguin. 1994.
Filmografía:
- “Theirs is the Glory” (1946). Director: Brian Desmond Hurst.
- “Arnhem: The Story of an Escape”. (1976). Director: Clive Rees.
- “A Bridge Too Far” (1977). Director: Richard Attenborough.