En el interior del yacimiento se hallaron unos 86 fragmentos de cráneos y mandíbulas de seis individuos. El lugar también contenía hasta 200 herramientas de piedra y 300 huesos de animales. Entre los restos mejor conservados aparecían un maxilar superior y un hueso frontal de un niño que murió a la edad de 10 u 11 años.
Atapuerca dio más pistas de cómo era la vida de este antepasado, y una de ellas dejó helados a los investigadores. En el mismo yacimiento se descubrió la primera prueba de canibalismo en la historia de la evolución. Homo antecessor practicaba el canibalismo gastronómico, comía humanos de otro grupo, pero de la misma especie.
Además, también se catalogó la primera necrópolis, cementerio o acumulación de cadáveres de la historia de la evolución humana, hace 500.000 años, y practicada por el Homo heidelbergensis.
Por eso, según ha explicado en reiteradas ocasiones Eudald Carbonell, “Atapuerca ha socializado la evolución humana, es decir, ha comunicado y ha hecho participar a la sociedad de la teoría de la evolución humana”.
Cuatro décadas desenterrando la esencia de la humanidad
El año pasado se cumplieron 40 años del inicio del proyecto de investigación del yacimiento de Atapuerca. No fue hasta principios de los ochenta que los actuales directores se incorporaron a la investigación, entonces dirigida por Emiliano Aguirre (quien encontró el primer resto humano en 1976, la mandíbula AT-1).
Así lo explicaba a principios de marzo José Luis Arsuaga en una entrevista a la Agencia Sinc, “la historia de Atapuerca no es el resultado de una intuición genial. En realidad Atapuerca no empezó a dar resultados hasta el año 92, cuando se hizo el primer gran hallazgo. Pero los comienzos fueron muy duros, como lo son para un astrónomo, un biólogo molecular o un botánico. Al principio es una rueda que gira muy despacio”.
Efectivamente, los años 90 fueron los más importantes para Atapuerca, con algunos de los hitos más significativos del proyecto. La Sima de los Huesos proporcionó, en 1992, tres cráneos humanos, uno de ellos el mejor conservado del mundo, que sería portada en Nature (1993), confirmándose la acumulación intencionada de restos de 28 individuos que vivieron durante el Pleistoceno medio.
En 1994 aparecieron los restos humanos en el nivel de TD6 de la Gran Dolina, por debajo del evento Matuyama, con más de 780.000 años de antigüedad, convirtiéndose en los más antiguos del continente europeo. Esta nueva especie bautizada como Homo antecessor, representa a un grupo de homínidos anterior al linaje de los neandertales y de los humanos anatómicamente modernos.
De hecho, ha sido en el yacimiento Gran Dolina el que más y mejores restos arqueológicos ha proporcionado a los investigadores. Desde 1996 se han registrado más de 97.000 restos faunísticos y 37.000 instrumentos de piedra.
Estos materiales son el producto de una sucesión de fases de ocupación muy ricas, con características muy diversas: desde verdaderos campamentos base y ocupaciones especializadas, como el excepcional cazadero de bisontes de TD10.2, pasando por fases donde las ocupaciones humanas son de un carácter más esporádico.
Al fondo de una profunda sima de una de las galerías de la Cueva Mayor se encuentra la Sima de los Huesos (SH). Este yacimiento, con cerca de 430.000 años de antigüedad, es el lugar del mundo que ha proporcionado la mayor cantidad de fósiles del género Homo. Desde que comenzaron las excavaciones sistemáticas, en 1984, se han recuperado allí alrededor de 7.000 fósiles humanos correspondientes a todas las regiones del esqueleto y que pertenecieron al menos a 28 individuos de ambos sexos y distintas edades de muerte.
En la campaña de 2019 se han proseguido las excavaciones en la zona norte del yacimiento, cerca del sitio donde a lo largo de casi 30 años de excavación se han recuperado la mayor parte de los fósiles humanos de la Sima, incluyendo el famoso cráneo 4 (Agamenón), el cráneo 5 (Miguelón) y la pelvis 1 (Elvis).
En este sentido, para el tercero de los directores, José María Bermúdez de Castro, expresó a Europa Press que «los yacimientos de Atapuerca son una singularidad europea y euroasiática, en el sentido de que tiene información desde prácticamente la primera vez que el ser humano llega a Europa». Del mismo modo, el arqueólogo destacó que en estos yacimientos está «todo el recorrido, todo el libro de la historia europea», lo que «es único, es una maravilla poder tener un montón de yacimientos que se van juntando los unos con los otros y todos son páginas de esa historia».
Miguelón ‘el fuerte’
Miguelón (el nombre se lo pusieron los investigadores en honor a Miguel Indurain) o Cráneo número 5 es la pieza estrella de los yacimientos de Atapuerca. Nunca se había encontrado un cráneo tan completo y bien conservado. Gracias a él, la humanidad pudo ver por primera vez con claridad la cara de un Homo heidelbergensis. Miguelón era alto, ancho y corpulento. Era diestro, utilizaba herramientas sofisticadas y conocía el fuego. Fue el predecesor de los neandertales y murió a causa de una infección muy grave en el lado izquierdo de la cara provocada por la fractura y posterior infección de un diente. Hay fósiles originales de un puñado de estos seres en el Museo de la Evolución Humana de Burgos.
En la actualidad, cientos de miles de personas visitan cada año el yacimiento y el museo. Entre ellos se encuentran personalidades tan diversas como la primatóloga Jon Goodall, pionera en el estudio de los chimpancés y todo un emblema y ejemplo de mujer en la ciencia, quien afirmó tras la visita “ha sido emocionante visitar Atapuerca”. En este sentido, el municipio de Atapuerca ha crecido significativamente a nivel económico, demográfico y social por el impacto generado a partir de la presencia del yacimiento arqueológico y sus servicios asociados. En efecto, el 15 % de la población activa tiene un trabajo relacionado con el turismo, lo que invirtió el despoblamiento de la región, creciendo y rejuveneciendo a la población (situando la edad media en 42 años).