Miles de personas se han manifestado en Barcelona para exigir límites al turismo, una actividad económica que los convocantes vinculan a las actuales dificultades de acceso a la vivienda, a la expulsión del vecindario hacia otros barrios o municipios y a la precarización de los habitantes, entre otras problemáticas. Simultáneamente, también ha habido una protesta en Girona por el mismo motivo, con unas 400 personas que han recorrido las calles del Barri Vell para poner fin a la masificación turística en la ciudad.

En la capital catalana, el portavoz de la Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic (ABDT), Daniel Pardo, ha resumido la situación minutos antes de que empezara la protesta en la Rambla: «El malestar por el turismo está mucho más extendido, es mucho más transversal y profundo. Los impactos son ya innegables y afectan prácticamente todo el mundo.»

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Bajo el lema «Basta, pongamos límites al turismo», más de 140 entidades vecinales, sociales y ecologistas reclaman avanzar hacia el decrecimiento turístico y un cambio de modelo económico, para que el turismo deje de ser uno de los pilares centrales: «Tiene unos impactos sociales y ambientales que ninguna ciudad se puede permitir.»

La manifestación ha congregado unas 3.000 personas, según la Guardia Urbana, y 15.000, según la organización. Las entidades explican que Barcelona recibe anualmente 31 millones de visitantes, una cifra que multiplica por 20 los habitantes de la ciudad y que la convierte en una de las «más turistificadas a escala global». Más allá de la gentrificación, el manifiesto destaca la contaminación que provoca la industria turística, la mercantilización del patrimonio local, la pérdida de identidad y la presión que significa para los servicios públicos como el transporte, la sanidad y la limpieza.

Algunos de los lemas coreados han sido «Vuestros veleros nos suben los alquileres», «No a la turistificación» y «Mires donde mires, todo son guiris». La oposición a macroacontecimientos como la Copa América, la exhibición de F1 o el desfile de Louis Vuitton en el Park Güell también ha protagonizado la protesta.

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El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha reaccionado a la protesta con un mensaje en X donde ha reiterado que «el compromiso de limitar la masificación turística» es «firme», y ha detallado varias medidas implementadas, como el aumento de la tasa turística o el reciente anuncio de revocar las licencias a los 10.000 pisos turísticos que hay actualmente. Son unas palabras que ya había pronunciado con anterioridad y que contrastan con la apuesta del Ayuntamiento por los macroacontecimientos, entre los cuales la salida del Tour de Francia el 2026, que es uno de los anuncios más recientes de este tipo.

Precintan terrazas en la Barceloneta ante la mirada de los turistas

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El manifiesto leído al final de la protesta propone 13 medidas para «hacer decrecer el turismo masivo» de manera «inmediata». Entre estas, destacan reducir la actividad y la infraestructura tanto del puerto como del aeropuerto, ir cerrando progresivamente terminales de cruceros, que no se abra ningun otro alojamiento turístico en la ciudad y eliminar los pisos turísticos, así como regular de manera definitiva el alquiler temporal y de habitaciones. Limitar los macroacontecimientos -y que se consulte a la ciudadanía con una votación vinculante-, controlar el consumo de agua del sector turístico, mejorar las condiciones laborales y recuperar el comercio de proximidad son algunas de las otras medidas que sugieren.

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La protesta se ha desplazado hasta el barrio de la Barceloneta, donde ante las miradas curiosas de los turistas, algunos manifestantes han precintado varias terrazas con una cinta que rezaba «Precinto popular, Barcelona para las vecinas». También han precintado el contador que marca los días que faltan para la Copa América. Posteriormente, los Mossos han acordonado una de las terrazas y los turistas se han retirado de las mesas.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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