Hablamos con Camil Ros, secretario general de la UGT de Catalunya. Vinculado al sindicato desde 1996, Ros ha participado desde muy joven en movimientos sociales, aunque afirma que “en el sistema educativo no se fomenta que la gente participe de actividades colectivas”. Analizamos con él los conflictos que afectan a los diferentes colectivos dentro del mercado laboral, así como su tarea como uno de los sindicatos mayoritarios y las recientes manifestaciones que se han producido en todo el país.

La UGT fue creada por el también fundador del PSOE, Pablo Iglesias. ¿Considera que el sindicato ha seguido la misma evolución que el PSOE?

La evolución histórica del PSOE y la UGT es diferente. Nosotros lo que hemos hecho es construir una organización absolutamente plural. Originariamente, sí que hay lazos conjuntos, pero a partir de los años 90 la UGT de Catalunya era absolutamente plural y, por lo tanto, ya no estuvo ligada a ningún partido político. Nuestras ponencias no tienen una definición ideológica concreta. Si tenemos 130 años de historia es porque hemos tenido la capacidad de conectar con la gente. El mercado de trabajo cada vez está más bipolarizado, y por eso tenemos que refundarnos. Hay que desarrollar estrategias para organizar a los sectores precarizados. El debate del presente y del futuro del sindicato es el siguiente: cómo conseguir crear un modelo de organización y una estrategia sindical para poder dar cobertura a estos sectores. Tenemos que rodear la clase política para que apliquen las medidas que nosotros creemos que benefician a todos.

El debilitamiento de los sindicatos es un hecho en toda Europa y se explica por el declive de la socialdemocracia. ¿El sindicalismo tiene algún sentido con la llegada del neoliberalismo?

El modelo del Estado del bienestar europeo está en quiebra. Hay que reformarlo, pero no para recortarlo. Hay que reconstruir la estructura del Estado del bienestar a las nuevas realidades y hacer un modelo productivo acorde con esto. Los países que han resistido mejor la crisis son los más industriales y con servicios públicos más potentes. Lo que plantea Europa para los Estados que más hemos sufrido la crisis son políticas de recortes. Sólo se mira el déficit, y no la inversión. Lo de Europa es una alianza bancaria. Después de la Segunda Guerra Mundial se hizo el pacto del Estado del bienestar, ahora hay que hacer un nuevo pacto europeo. Por ejemplo, el debate de la renta básica europea es necesario.

¿Cómo se explica la pérdida de afiliados de los dos principales sindicatos, como son la UGT y CCOO? ¿Puede que la población perciba que los sindicatos están más cerca de las elites que de la clase trabajadora?

Al principio de la crisis, se descendió en afiliados por causas de cierre de empresas, pero desde hace dos años vamos en crecimiento. Este año pasado, la afiliación ha aumentado en 2500 personas. En Catalunya, la UGT cuenta con más de 100.000 afiliados. En otros países de Europa, la legislación fomenta la afiliación, como en Alemania, donde el convenio colectivo se aplica a los trabajadores afiliados a los sindicatos firmantes. En cambio, en el Estado español, el convenio se aplica a un trabajador esté afiliado o no al sindicato.

Mucha gente asocia las organizaciones sindicales con el sistema. Nosotros tenemos un pie dentro y otro fuera del sistema. Cuando estamos en negociaciones con las patronales o con los gobiernos, nuestra función es hacer un sindicalismo de contrapoder, estamos allí para modificar realidades.

¿Cómo se financia la UGT de Catalunya? ¿Qué porcentaje de gastos cubren las cuotas de los afiliados? ¿Y la financiación institucional?

Entre las cuotas de los afiliados y la gente que reclama nuestros asesoramientos jurídicos, el 82%. Este es un debate que se ha utilizado para criticarnos. Las subvenciones se destinan a fondos finalistas: asesoramiento, inmigración, formación… No es dinero que venga de la administración para pagar nuestras estructuras sindicales. Este modelo de subvención no va con nosotros, tenemos que autofinanciarnos. En Catalunya hay una sede de la UGT prácticamente en cada comarca, y en cada una de ellas hay un asesor laboral o un abogado que ayuda a los trabajadores. Nuestra estructura es para esto, para dar respuesta sindical.

Los sindicatos siguen hablando de clase media cuando se dirigen a la mayoría de la población, ¿no cree que se haya descendido un peldaño en la división de clases?

Yo no recuerdo haber hablado de clase media. La que más o menos existía, con la crisis ha desaparecido. Como decía una compañera del sindicato, lo de la clase media se te pasa con tres meses en el paro. Existe la tendencia de no hacer el discurso de clases, ni hablar de clase trabajadora. En los años 80 y 90 se produjo un crecimiento importante de las pensiones y los salarios relacionados sobre todo con los sectores industriales y de medianas empresas. Luego se dio también el boom de la construcción. En esos años, la clase media gozaba de unos muy buenos salarios, pero en los 90 los bancos nos hicieron creer que éramos más ricos, crecieron las posibilidades de endeudamiento, por lo tanto, esa clase media era ficticia porque no era producto de un nivel de ingresos potente sino de un crecimiento del endeudamiento. Con la crisis, se destruyeron empleos en sectores potentes y a la salida de ella, estos puestos no han sido recuperados. Antes, con un salario bajo, llegabas a final de mes, ahora no. Ahora hay trabajadores pobres con empleos muy precarizados.

¿Considera que existe recuperación económica?

Sí, existe recuperación económica para las cuentas de beneficio de las empresas, en cambio, los salarios no se han recuperado. Antes de la crisis, el peso de los salarios en el conjunto del PIB era del 51% aproximadamente, y en 2016 estaba en el 46%. Se ha recuperado el volumen de negocio, pero no se ha recuperado la economía. Otro dato evidente de la no recuperación económica recae en la Seguridad Social: tenemos la misma gente cotizando que en el año 2010, pero en ese año había suficientes ingresos para pagar las pensiones. Hubo devaluación salarial para aguantar la crisis y ahora, después de la crisis, las empresas siguen recuperando su beneficio a costa de nuestros salarios.

¿Por qué los principales sindicatos han estado tan ausentes en los años más duros de la crisis?

En esos años se hicieron tres huelgas generales. Nosotros siempre hemos estado en la calle, quizás por la avalancha de expedientes de regulación, hemos estado en las crisis concretas de cada sector o en los conflictos de empresa. Nos faltó capacidad de movilización general. Estuvimos, pero no se nos vio. En Catalunya, los sindicatos montamos la plataforma Prou Retallades! y nos movilizamos contra los recortes. Con el 15M quedamos un poco tapados, pero hemos seguido estando.

La reforma laboral del PP en 2012 supuso una liquidación de los convenios colectivos a más del 40%. ¿Cómo están afrontando su limitación de poder de cara a la negociación colectiva?

En Catalunya conseguimos que los convenios colectivos siguieran vigentes, pero en el resto del Estado han caído bastantes por el tema de la ultraactividad. La reforma laboral, para intentar debilitar los convenios colectivos, hace dos cosas: por un lado, quitar la ultraactividad y, por otro, darle prioridad al convenio de empresa, el cual marca unas condiciones laborales inferiores al convenio sectorial. Esto sólo se ha aplicado en las empresas multiservicios. El ejemplo más mediático es el de las camareras de piso, pero también pasa en el sector del transporte o de la industria. Con las multiservicios tenemos que conseguir lo mismo que con las ETT. A principios del 2000, gracias a una iniciativa legislativa popular, se consiguió que los trabajadores de ETT cobraran igual que los demás, ya que venían cobrando un 20% menos. En el sector del transporte, a los trabajadores les correspondería unos 1300 euros brutos al mes por convenio, pero si están contratados por una empresa multiservicios, cobran 800. Es un margen muy importante sobre todo en los salarios más bajos.

Sr. Ros, ¿Los ERE son una forma de violencia?

A partir de la reforma laboral, sí. Los ERE constituyen violencia patronal porque se hacen a dedo. Antes de la reforma, se necesitaba la autorización de la Administración Pública para determinar si eran válidos o no. Ahora, la empresa, de manera autoritaria, puede presentar un ERE ya que se han ampliado las causas para justificarlo. Sin embargo, ahora ganamos juicios de ERE, antes de la reforma laboral no. Ésta ha supuesto una barra libre para las empresas.

Según datos de UGT, en 2015 en Catalunya las mujeres cobraban un 23.9% menos que los hombres, un punto por encima de la brecha salarial en España. ¿Qué estrategia se sigue desde el sindicato para reducir estas cifras?

La Ley de Igualdad ha sido efectiva en el caso del porcentaje de mujeres en las listas de los partidos políticos, en los parlamentos o en los ayuntamientos. En el mercado de trabajo no ha sido así. No se obliga a las empresas a cumplir con los planes de igualdad. Para recortar la brecha salarial y para que en las estructuras de las empresas haya igualdad, hay que obligar a cumplir estos parámetros. Es un debate de obligaciones. Hay que hacer una Ley de Transparencia Salarial, como existe en buena parte de Europa, para analizar las desigualdades que se producen de manera directa e indirecta. Buena parte de la discriminación salarial viene por pluses indirectos, no por el salario base. Se tiene que llegar a que, si no se cumple con los criterios igualitarios, la empresa no pueda llevar a cabo su actividad económica.

¿Qué objetivos pretende asumir el sindicato en relación a los autónomos? ¿Cómo valoran el establecimiento de las tarifas planas?

El problema de los autónomos es que su figura se está utilizando como un instrumento de precarización del trabajo. Su fiscalidad tendría que tener unos elementos de progresividad. Los autónomos, facturen lo que facturen, cotizan al mínimo. Luego, cobraran una pensión mínima. Los trabajadores cotizan en función de lo que cobran, pues con los autónomos debería ser igual. En referencia a las tarifas planas, simplemente estas medidas no han tenido impacto.

La crisis económica ha propiciado la figura de los falsos autónomos, a veces por imposición y a veces por propia voluntad del trabajador por miedo a quedarse sin trabajo, en ocasiones, creyendo que es una práctica legal. ¿Han hecho desde UGT suficientes campañas para hacer ver a los trabajadores que los falsos autónomos no son legales?

Se tendría que hacer una batalla muy dura contra los falsos autónomos. Nosotros tenemos la Confederación de Trabajadores Autónomos de Catalunya y permanentemente hacemos campañas y damos asesoramiento. Los falsos autónomos viven en una soledad social e institucional. Lo que les pediría a todas las personas que están trabajando en estas condiciones es que tienen que visualizarlo y denunciarlo, si no personalmente, a través del sindicato.

Uno de los colectivos más castigados por la precariedad son los jóvenes, ya que las empresas buscan mano de obra muy cualificada pero barata. Esto, sumado al incremento de las tasas universitarias, deja a los jóvenes abandonados a su suerte (o al paro) en el mercado laboral. ¿Qué le pide al Gobierno para acabar con la precariedad, la explotación y los contratos temporales?

Lo que hay que hacer es derogar la reforma laboral, que es la que permite la explotación de los trabajadores. Hay que construir un mercado laboral más estable. Los trabajos que son de actividad de todo el año, tendrían que ser indefinidos, y los contratos temporales tendrían que ser para aquellas actividades que verdaderamente sean temporales. Con esto ya se rompería la base del problema. Los jóvenes, especialmente los menos cualificados, acaban yendo a sectores totalmente precarizados. Tenemos que hacer una apuesta pública por la Formación Profesional. La FP tiene unos grados de inserción laboral brutales, y más la FP dual porque se combina el trabajo diario y los estudios.

¿Para entrar en el mercado laboral hay que trabajar un tiempo gratis, como les sucede a los becarios?

Se ha pervertido la figura del aprendiz, que antes entraba fijo en la empresa, pero desde los años 90 se ha convertido en un instrumento de precarización, no de aprendizaje.

¿La pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas es directamente proporcional a la corrupción política?

La pensión media en Catalunya es de 955 euros, pero esta tendría que ser la pensión mínima. El dinero que va a las pensiones se destina a la economía productiva y al consumo, los beneficios de las empresas no hay ninguna garantía de que no vayan a cuentas en Suiza. Una buena política económica sería subir las pensiones porque este dinero se recicla en consumo. Si hemos llegado a un acuerdo en la función pública por el incremento del salario de los funcionarios, ¿por qué no se pueden subir las pensiones igual que el salario de los trabajadores públicos?

¿El Partido Popular está trazando un mapa de pobreza presente y futura?

Si no se hubieran hecho todas las movilizaciones desde pasado el verano, ahora el PP no estaría haciendo el discurso que hace de las pensiones, seguiría con su 0.25%. No sólo es que se incrementen las pensiones para este año, hay que recuperar el poder adquisitivo, subir las pensiones mínimas y conseguir un sistema de empleo y de Seguridad Social adaptado a la realidad. El problema de las pensiones no es la demografía, sino el Partido Popular y sus políticas.

¿Vamos hacia otra huelga general?

Estamos en proceso de recuperación económica, pero esta recuperación sólo es para unos, por lo tanto, la injusticia se está cronificando. No se debe convocar una huelga general contra una ley en concreto, sino contra todo. Hay que crear una correlación de fuerzas e ir sumando. Estamos en un momento parecido a los años más duros de Aznar. Por otra parte, tenemos que reorganizar la izquierda española ya que la alternativa no debe ser Ciudadanos, sino un partido de izquierdas. Tiene que haber una revuelta democrática y social en España y un buen canalizador podría ser plantear una amplia movilización general. Los procesos de gran movilización no se producen en el fondo de las crisis, sino cuando se da el proceso de recuperación, que es cuando se visualiza más la precariedad y la desigualdad.

¿Cómo se posiciona el sindicato en relación al procés independentista?

Nosotros somos un sindicato plural, y la gente tiene que escoger su sindicato por la respuesta que dan, no por sus posicionamientos o afinidades políticas. Este es nuestro modelo. Nosotros hemos apostado históricamente por el derecho a decidir, porque entendemos que la solución al conflicto entre Cataluña y España pasa por el acuerdo. Lo que puede aportar la UGT y otros sindicatos mayoritarios, son elementos de cohesión social. Además, una cosa es el tema del procés y otro lo que sucedió el 1 de octubre. Hay que separarlo del tema de las libertades básicas. El retroceso en España no es sólo económico, es democrático también. Al Partido Popular hay que echarlo.

¿Qué opina sobre los juicios a sindicalistas? ¿Y de las cargas policiales contra los piquetes?

Se está judicializando la política. Lo que no puede ser es que, ante la duda, se presente una acusación. Esto se tendría que frenar. UGT tiene a 300 sindicalistas encausados por hacer de piquetes en las huelgas generales. Hay un retroceso democrático brutal en el conjunto del Estado, no sólo en Catalunya.

 

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