El noruego Bjoern Frilund, en su larga vida como pescador, nunca se ha topado con una seductora sirena ni con un terrorífico monstruo marino. Sin embargoa sus 64 años no le faltan aventuras que contar a la lumbre de un buen fuego durante las largas
El noruego Bjoern Frilund, en su larga vida como pescador, nunca se ha topado con una seductora sirena ni con un terrorífico monstruo marino. Sin embargoa sus 64 años no le faltan aventuras que contar a la lumbre de un buen fuego durante las largas noches nórdicas. Pero ninguna tan extraordinaria como la vivida esta semana al descubrir en las redes la presencia de un curioso bacalao. El pescado pesaba unos siete kilos, pero lo que más le llamó la atención era la extraña forma de su vientre. Fue al limpiar sus entrañas cuando el veterano pescador pudo comprobar para su sorpresa cómo del pez surgía un consolador de color naranja, con unos 16 centímetros preparados para el placer más vibrante y autogestionario.
Frilund, que acumula mucha experiencia marinera, cree que solo una confusión puede explicar tan curioso descubrimiento. A su juicio, el pobre bacalao nadaba tranquilamente por las costas noruegas cuando confundió el llamativo juguete sexual con un apetitoso calamar. Un error lamentable dado el escaso valor nutritivo de la goma con que está fabricado el erótico artilugio, que posiblemente tenga su origen en esa famosa limitación que, según las malas lenguas, caracteriza a la memoria de los peces. Es lo malo que tiene la desmemoria, que por su culpa acabamos en ocasiones tomando gato por liebre, o consolador por calamar.
Por suerte esto no es problema para el ex de todos los valencianos Francisco Camps. El amiguito del alma de sus amigos, al comparecer esta semana como testigo del caso Nóos, volvió a destacar en el juzgado que goza de buena memoria, “gracias a Dios”. Una virtud que, sin embargo, no le impide reconocer que en algunas ocasiones “las cosas que no se recuerdan es muy difícil recordarlas”. Por ejemplo, el ex presidente de la Generalitat Valenciana no recuerda ninguna irregularidad a la hora de explicar cómo apareció un suculento consolador de 3,1 millones de euros, procedentes de las arcas públicas, en las famélicas tripas de la fundación que preside el yerno del rey de España.
Claro que en ocasiones es tan puñetera la desmemoria como el recuerdo súbito. Bien lo ha podido sentir en su ropero el exjefe del gabinete de la Conselleria de Turismo valenciana, Rafael Betoret. El pobre recordó un día de pronto que once de sus trajes, cuatro americanas, dos abrigos y un pantalón habían surgido de los almacenes de la trama Gürtel y ahora el juez ha decidido que las delicadas prendas, valoradas en 13.499 euros, terminen en el contenedor de reciclaje de una organización benéfica. Mientras tanto Camps, que duda mucho que a un pobre le siente tan bien como a él los diseños de Forever Young, ha terminado en el contenedor de los desechos políticos sin saber dónde guardó los tickets de sus compras, esos huidizos papelitos que en ocasiones son muy difíciles de recordar, como diría el ex molt honorable.
Son las cosas que tiene la memoria, esa caprichosa facultad que solo dura unos segundos en la mente de los peces. O al menos eso dicen algunos, porque otros ven con recelo esta teoría. Los investigadores de la Universidad Charles Sturt, en Australia, sin ir más lejos, discrepan abiertamente de esta hipótesis. Para ellos, los peces gozan de una gran capacidad para retener experiencias y son capaces de recodar a un depredador o incluso hasta un pequeño anzuelo, durante mucho tiempo. Por lo tanto, incluso sería posible que el bacalao pescado por Bjoern Frilund no hubiera confundido con un calamar el vibrante consolador que atrajo su atención, sino que simplemente decidiera introducirlo en su cuerpo llevado por una natural inclinación al placer y las nuevas experiencias. En eso caso, lo que realmente será difícil de explicar es la terca desmemoria de los españoles en general, y los valencianos en particular, para seguir picando con el mismo anzuelo.