El 29 abril de 2019, día posterior a las primeras elecciones generales, las cuales tuvieron que repetirse en noviembre siguiente al no haberse podido formar gobierno, redactábamos en este Medio una Columna titulada: “ESPAÑA SE QUIEBRA ANTE LO DESCONOCIDO”.
No me tengo por visionario, ni por futurista, ni mucho menos por agorero, simplemente la experiencia de los años, haber vivido en otros países y culturas, ayudan a enriquecer los puntos de vista, “además de algún palomino en añadidura, como citaba Cervantes, no necesariamente en domingo”, han ayudado a este políticamente agnóstico jurista, a conocer gentes, clases y castas.
Los resultados electorales acaecidos en 2019, con un sistema multipartidista y soberanista, emergían a partir de 2020, mezcla de un populismo inclusivo de izquierda radical, junto a posiciones soberanistas, los cuales no había más remedio que aceptar. Sucesivos episodios postelectorales, daban pie a recelos y prevenciones, respecto a cómo se acoplaría y se entendería esta nueva composición de parecido modelo al ejemplo cercano en Grecia, de un partido populista de izquierda, llegado en forma relevante pero no afortunada COMO “SYRIZA” en 2012-2016.
Muchos españoles se preguntaban, entonces, ¿de qué forma se superpondría en la sociedad española, una coalición política de estas hechuras para gobernar en concordia?
Por un lado, la línea soberanista, respetable, por supuesto, pero en nuestra opinión demasiado inflexible en ideas y exigencias.
Del otro, la existencia de un populismo virulento tanto de izquierdas como de derechas, que junto a la línea soberanista comienzan a tomar carta de identidad.
Resulta palmario que los resultados electorales de 2019, a tenor de lo que venimos observando, pasaron a convertirse en grietas de profunda desconfianza y malestar de los ciudadanos hacia su forma de gobierno, que, con el transcurso del tiempo, ha experimentado una metamorfosis política dirigida a su propia supervivencia mediante la acumulación de poder y cargos públicos.
¿Cuál es una posible solución?
A la naturaleza camaleónica, soberanista y populista de los políticos actuales, simplemente hay que ignorarla hasta que se decidan a regenerarse, lejos de la patología que escenifican.
No es admisible ni ejemplarizante para los ciudadanos, asistir casi a diario a espectáculos, legislativo, parlamentario, y otros muchos, consistente en “navajazos políticos”, que podría convertirse en un gran dolo para el beneficio del País.
Siguiendo a Rooduijin y Akkerman (2015), la intensidad de la radicalización de los partidos políticos dependerá de sus actitudes y acciones, resultando concluyente las ejercidas hasta ahora, así como la edad de los Partidos, es decir, los de reciente creación tienden a ser política e históricamente más virulentos.
Finalmente, en la reciente Columna titulada: PASTELAZO NOCTURNO…, aludíamos sobre los próximos acontecimientos por aparecer en el horizonte que comienzan, e irán aumentando posiblemente a medida que se acerquen las tres elecciones.
Asuntos de indudable importancia, que anidan en nuestras mentes, los cuales ya conocen y no vamos a repetir, suponen confusión y desorden, y, sin ser peyorativos, como si nos encontrásemos ante una “merienda de negros”.
Nada nuevo, pues ya ocurrió en la época de Rajoy, pero nunca tan bochornoso como lo actual.
Doctor en Derecho por la U.C.M. (Cum Laude). Licenciado en Derecho. Licenciado en Ciencias Políticas. Caballero de Mérito de la Real Orden (Noruega).