«Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos». Así lo afirma Humpty Dumpty en Alicia en el país de las maravillas. Y la niña le responde: «La cuestión es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes». A lo que contestó Humpty Dumpty: «La cuestión es saber quién es el que manda… eso es todo».
Pues eso es lo que hemos podido comprobar en la terminología utilizada por los medios occidentales en el conflicto de Ucrania. Las palabras han pasado a significar algo diferente en un acto de prestidigitación periodística. Vamos a repasar:
De nazis a ultranacionalistas
Hasta el inicio del conflicto, y sobre todo, tras el golpe de Estado del Euromaidán, los medios de comunicación de todo el mundo, los analistas y la opinión pública tenían claro la presencia de importantes sectores nazis en Ucrania. Sin embargo, en la actualidad todos han dejado de ser nazis para pasar a ser «ultranacionalistas». A pesar de que ya en 2018 el Center for Strategic & International Studies recordaba que el propio FBI los tenía clasificados como neonazis.
En ese mismo año, el Congreso de EEUU aprobó un proyecto de ley de asignaciones que prohibía la ayuda militar al batallón Azov debido a su ideología nazi. También entonces podíamos encontrar en la prensa titulares como estos:
«Nazis ucranianos flirtean con ultras españoles» (LaSexta)
«Atribuyen a neonazis ucranianos haber quemado vivo a un prorruso» (Público).
Sin embargo, al iniciarse el conflicto bélico en marzo, dejan de aparecer los nazis y los medios comenzaron a hablar de ultranacionalistas ucranianos, y siempre señalando que eran pocos:
«Ultranacionalistas y sus simpatizantes suponen, en cualquier caso, el 2% de la población ucraniana».
«Son los ultranacionalistas ucranianos quienes ‘impiden la evacuación de civiles'».
«Ya ha recibido formación de uno de los batallones ultranacionalistas ucranianos».
Bastó que Vladímir Putin hablara de desnazificar Ucrania para que desaparecieran los nazis de los medios occidentales, nadie se acordó de ellos.
De base militar a «Centro Internacional de Seguridad y Mantenimiento de Paz»
El Gobierno ucraniano disponía de una base militar de entrenamiento y recepción de armamento en Yavoriv, cerca de la frontera con Polonia. Cuando fue atacada, los medios la citaron con el nombre de Centro Internacional de Seguridad y Mantenimiento de Paz, a pesar de que no había duda de que lo que allí había era material militar y militares extranjeros entrenándose.
🔴 El gobierno regional de Lviv confirma la caída de 8 misiles sobre el Centro para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad Internacional en Yavoriv, cerca de la frontera con Polonia, territorio OTAN.
🗣️ Nos lo cuenta @NikoCastellano, enviado especial de @La_SER a Ucrania pic.twitter.com/xODSi4NA8b
— A vivir (@Avivir) March 13, 2022
De mercenarios a «combatientes extranjeros»
En todas las guerras hay grupos armados que se reclutan en otros países y son remunerados por ello. Como de todos es sabido, se denominan mercenarios. Un nombre con muy mala fama, por lo que en el caso de que luchen en Ucrania serán «combatientes extranjeros»:
«Es lo correcto»: 20.000 combatientes extranjeros se han alistado para luchar en Ucrania, según funcionarios.
«Los combatientes extranjeros para defender a Ucrania, un riesgo difícil de controlar»
«Miles de combatientes extranjeros llegan a Ucrania: ‘Mi plan es que no hay plan'»
Suelen ser presentados como voluntarios románticos que van a luchar por una causa, pero muchos tienen experiencia militar y la mayoría proceden de países que siempre han exportado mercenarios: Reino Unido, Colombia, Canadá o veteranos de Iraq o Afganistán. Al llegar firman un contrato con el Gobierno de Kiev.
Incluso algunos medios hacen claras campañas de reclutamiento:
De empresarios o multimillonarios a «oligarcas»
Los «inversores multimillonarios» se denominan «oligarcas» cuando son rusos. Si repasamos los medios occidentales, ni George Soros, ni Amancio Ortega, ni Carlos Slim son oligarcas. Forbes publica la lista de las «personas más ricas» del mundo. Solo cuando son rusos dejan de ser multimillonarios o empresarios para convertirse en oligarcas.
De crítico con la OTAN a «prorruso»
Es lógico que a determinados grupos de población de Ucrania se les puede llamar «prorrusos» por su cercanía lingüística, cultural e histórica. Sin embargo, en el debate político actual en torno a la crisis, a cualquier analista, político, o periodista que denuncie los crímenes de la OTAN o los que esté cometiendo el Ejército ucraniano, directamente se le etiqueta como prorruso.
No importa que no defiendan a Rusia ni a su presidente, si no aceptan acríticamente todas las acciones militares de Ucrania, incluidas las que se ejecutan contra la población civil o los abusos a prisioneros, se convierten en prorrusos.
Del mismo modo, recordar las sangrientas intervenciones de la OTAN en Yugoslavia, Irak o Afganistán, o incluso insinuar el papel de la ampliación de la OTAN en la actual crisis, les convierte en prorrusos.
De civiles ucranianos a «desertores»
Por desertor o desertar se entiende un soldado que abandona su Ejército, su bandera. Evidentemente, no se puede desertar si no se es un soldado. Un hombre que trabaja de fontanero, un ama de casa o un pensionista no puede ser desertor.
Sin embargo, los civiles ucranianos, que nunca cogieron un arma, y que se niegan a incorporarse obligatoriamente al Ejército, son calificados en los medios occidentales como «desertores»:
«Los desertores de Ucrania que piden asilo en España: ‘Mis amigos han muerto en la guerra'»
«La peste de ser un desertor del Ejército ucraniano: ni los suyos les quieren en los centros de acogida»
De «refugiados» a «emigrantes»
Los medios occidentales están recogiendo con fruición los datos de ciudadanos ucranianos que huyen. Aunque el quinto país donde están yendo los refugiados es Rusia, con 350.000 el 29 marzo, según el recuento de ACNUR, los medios nunca citan ese grupo o les llaman emigrantes.
El discurso mediático pretende señalar que la seguridad ante la situación solo la proporcionan los países al occidente de Ucrania, no Rusia, aunque haya cientos de miles que se dirigen al país vecino del este a buscar refugio.
«Averigua más antes de compartir este Tweet»
«Este tweet está asociado al sitio web de un medio de comunicación afiliado a Rusia. Averigua más antes de compartir este Tweet». Es la ventana que aparece cuando un usuario de Twitter tiene la osadía de pretender retuitear un tuit de origen ruso.
La red social le advierte que no es buena idea, que no difunda información procedente de medios rusos, que mejor retuitee solo medios occidentales.
De censurados a «este canal no está disponible en tu país», «cuenta retenida» o «perfil restringido»
La Unión Europea y varios Gobiernos occidentales han prohibido en su país medios rusos como Russia Today o Sputnik. Cuando se intenta acceder a ellos, en la red la terminología que uno encuentra es muy variada («este canal no está disponible en tu país», «cuenta retenida» o «perfil restringido»), cuando lo más claro y sencillo sería decir «su Gobierno ha censurado este medio porque no quiere que usted se entere de lo que en él informan”.
«Comunidad Internacional»
Como en tantos conflictos internacionales, los medios occidentales citan constantemente la expresión «comunidad internacional». En el conflicto de Ucrania escuchamos sobre las condenas a Rusia de la «comunidad internacional», las sanciones a Rusia de la «comunidad internacional».
Y como en tantas ocasiones, la comunidad internacional es, básicamente, Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, quizás se suman Canadá, Australia o Japón. Pero la gran parte de la población mundial se encuentran en países que nunca se contemplan en la expresión «comunidad internacional». Es decir, China, India, Indonesia, Pakistán, Brasil. América latina, África…
«Consejo de Seguridad»
Durante la guerra de Irak o la de Afganistán, en los medios aparecían muchas referencias al Consejo de Seguridad. La razón era que este organismo de la ONU había aprobado las invasiones de EEUU y la OTAN a esos países al no encontrar ningún voto negativo en el Consejo de Seguridad.
En la crisis de Ucrania las audiencias no están leyendo ni escuchando ninguna referencia al Consejo de Seguridad, la razón es sencilla, no se consiguió el suficiente consenso para aprobar una condena a la operación militar rusa.
Es por ello que la solución mediática es enterrar el Consejo de Seguridad, ya no cumple la función deseada.
El problema es cuando solo permiten una de las partes
Este es solo un repaso de cómo las palabras, aparentemente neutras, pueden ser retorcidas y estiradas para, como decía el conejo de Alicia, servir al poderoso. Está sucediendo en el conflicto de Ucrania, pero sucede en todos.
También es verdad que este recurso de poner las palabras al servicio de un determinado interés sucede en todas las posiciones políticas, el problema es cuando los ciudadanos solo pueden acceder a una de esas posiciones, porque la otra es silenciada o estigmatizada.
Y no, silenciar o estigmatizar las palabras de alguien nunca puede ser una acción de justicia.
*Publicado originalmente en https://mundo.sputniknews.com/20220331/diccionario-de-los-medios-occidentales-en-el-conflicto-de-ucrania-1123830613.html
Valencia (1964). Periodista independiente. Corresponsal en América Latina y Oriente Próximo. Uno de los fundadores en 1996 de la web rebelion.org. Colaborador habitual de Le Monde Diplomatique, Eldiario.es, Público,La Jiribilla, Mundo Obrero o Sputnik, entre muchos otros.