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Galeano es un escritor que goza de una fuerte popularidad en los países de habla hispana, es una especie de guía espiritual para muchos y una de las plumas más populares a la hora de describir América Latina.

Y eso se nota en la gran afluencia de público que siempre atrae, la fila de seguidores que espera se abran las puertas del Paraninf, donde se presentó, lleva casi una hora, y es que según el rector Didác Ramírez, el lugar no estaba tan repleto desde la visita de Johan Cruyff años atrás, incluso, ha quedado gente sin poder ingresar y para quienes se ha dispuesto una sala donde podrán seguir la conferencia por medio de una pantalla gigante.

Nos logramos ubicar a un costado, no queda ningún asiento disponible, hay gente parada o sentada en el suelo y ese silencio de espera recuerda a ratos una ceremonia religiosa.

Entonces, puntualmente aparece Galeano y la gente se pone de pie para ovacionarlo, él también aplaude y se ve en el batir de sus manos y luego en su cansada voz, que sus setenta y un años, sus más de treinta publicaciones y sus viajes por el mundo lo tienen de cuerpo cansado.

Las palabras de introducción vinieron por parte del director general de Casa América  Catalunya, Antoni Traveria, y del propio rector de la Universitat de Barcelona, quien señaló lo vigente que sigue hasta hoy la obra del uruguayo, y no se quedó solo en la frase, sino que citando “Las venas abiertas de América Latina”, quizás su libro más famoso, comparó lo relatado por el escritor hace más de cuarenta años con las situaciones que se siguen viviendo hoy, como el caso de Repsol en Argentina, reflexión que le valió un fuerte aplauso.

altLa presentación no fue extensa, además de las palabras de agradecimiento y un par de recomendaciones sobre la firma de ejemplares al final, los anfitriones abandonaron la mesa para dejar al visitante con un público que quería escuchar de su propia voz algunos fragmentos de “Los hijos de los días”, su más reciente obra.

Y la lectura que hizo se paseó por más de treinta de sus microrelatos, y en ella saluda las nuevas constituciones de Bolivia y Ecuador, homenajea al Che Guevara, Emiliano Zapata y Augusto César Sandino, cuenta la historia de Macarena, la nieta secuestrada de Juan Gelman y la del zapato de Rosa Luxenburg.

Pero también se sirve de metáforas que están como siempre en el límite entre el humor y la ternura  para ilustrar , por ejemplo, los fracasos en las cumbres de naciones o la derrota empresarial de los McDonald’s bolivianos

La ovación es contundente, cada dos minutos se escucha el aplauso fuerte del público, y es que as historias que lee son de una extensión menor a una página, hay algunas que no sobrepasan las cinco líneas, según explica.

Sentada al lado nuestro una señora no cabe de la emoción, tiene en sus manos el ejemplar de la obra presentada, se la pido, es extraño, nunca había tenido un libro de Galeano tan bien encuadernado; este tiene un empaste de tapas duras diferente al de cartón blando común en sus libros, pero el diseño de sus páginas es el de siempre, un escrito corto en cada una de ellas que deja a ratos un gran espacio blanco sin tinta, con su clásico marco de delgada línea negra en cada hoja.

Es que quizás ese mismo libro de más de cuatrocientas páginas cabría solo en doscientas, pero el formato ya es parte de su sello y a la gente parece gustarle así.

Y ahí esta la señora, esperando que llegue el final para obtener una firma y una dedicatoria, tal como esperan muchos más que parecen no salir de un estado de éxtasis cada vez que el uruguayo comienza a leer esas pequeñas historias que escribió para cada día del año.

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