El gobierno de EEUU exportará 41.280 kilos de cocaína incautados en Panamá para destruirlos en territorio estadounidense, según informa el Ministerio de Seguridad Pública panameño.
El objetivo no es otro que incinerar la droga de forma sostenible, es decir, sin quemarla a cielo abierto, causando un perjuicio al medio ambiente. Al menos eso es lo que explican desde el gobierno panameño, que añade que quemar droga en un montón le supone un costo de unos 200.000 dólares por hoguera.
Sin embargo, la distancia entre Panamá y EEUU es de, aproximadamente, 3.500 km. Esto supone que un vuelo de ida y vuelta, según cálculos realizados con Carbon Foot Print, produciría cerca de una tonelada de CO₂ que se emitiría a la atmosfera. El caso panameño no es el primero. Desde hace ya un tiempo, EEUU también exporta la cocaína de Costa Rica para una incineración ecofriendly.
En este sentido, según informó AFP, centroamérica decomisó cerca de 250 toneladas de droga en 2021, una cifra récord originada por el aumento en la producción de cocaína, la salida al mercado de droga almacenada durante la pandemia de coronavirus y las nuevas estrategias para su traslado a Estados Unidos y Europa.
El cártel de la CIA
Si nos remontamos al pasado, son varias las informaciones que revelan como la CIA -u otras agencias de seguridad estadounidenses como la DEA- utilizan la cocaína y otras drogas para pagar a mercenarios, guerrillas o señores de la guerra. Así, El Pais publicaba en 1996 como la CIA usaba ingentes cantidades de cocaína para recaudar dinero y financiar a La Contra nicaragüense. En ese caso, la Agencia vendía la cocaína en California para obtener efectivo que reembolsaba a la guerrilla antisandinista.
Es conocido, en este sentido, el caso de Manuel Noriega, un narcotraficante panameño, que recibió 110.000 dólares, por parte del gobierno de Bush padre, obtenidos con el dinero de la cocaína colombiana por sus servicios en la lucha contra el sandinismo nicaragüense.
Pero, el uso de drogas como canje en conflictos en los que se involucra el gobierno de EEUU no es nada nuevo, tal y como explica Nazanín Armanian en un artículo de Público. Ya después de la Segunda Guerra Mundial permitió a las mafias china e italiana, radicadas en Nueva York y Chicago, importar heroína con el objetivo de que ayudasen en la contención del avance de las fuerzas marxistas en Italia, Francia y China.
En la década de los setenta, la CIA utiliza la estructura de tráfico de opio creada por el colonialismo francés en Indochina y, uniendo a las mafias de Laos, Tailandia y Birmania, forma el Triángulo de Oro de opio para destruir al recién fundado estado socialista chino. La organización producirá el 70% del opio y la heroína del planeta, y a cambio de su cooperación anticomunista, la CIA exportará su mercancía al mismísimo suelo de la patria, utilizando los vuelos chárter de Air América. Con este mismo fin, ficha al grupo anticomunista de delincuencia japonesa Yakuza, «los intocables», echándoles una mano en el tráfico de metanfetamina.
En Asia Central se diseña la Medialuna Dorada de opio, compuesta por Afganistán, Pakistán e Irán; y con sus ganancias financia a las fuerzas reaccionarias islamistas, incluidas su ejército de yihadistas de chiitas y sunitas (Al Qaeda, Muyahidines, Estado Islámico, etc.).
Hoy por hoy, el conflicto bélico que más debe preocupar a EEUU es el que enfrenta a Ucrania y Rusia, o al menos así se desprende de la desmedida ayuda económica y militar que está brindado el país norteamericano al gobierno de Zelenski (cerca de 50.000 millones de dólares solo en lo que llevamos de año, para ser más exactos). Ante esto cabe preguntarse si EEUU necesita más dinero sucio para pagar a mercenarios, yihadistas o, simples, asesinos/terroristas en Ucrania o Rusia. No sería nada nuevo. Así que lo de proteger el medioambiente sería sólo humo.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.