El editor Pere Sureda (1957) pisó por primera vez una editorial con tan solo 14 años cuando trabajó durante un verano haciendo paquetes para así ganar algo de dinero para ayudar en casa. Allí se empezó a interesar por los libros. De esto hace más de 40 años, pero eso solo fue el inicio de una larga trayectoria editorial. Estudió bachillerato en horario nocturno para así poder trabajar como aprendiz en la distribuidora Les Punxes durante el día. A los 18 años ya empezó a salir a la calle como vendedor. Años después, fue nombrado subdirector general de Ediciones B, firma en la que permaneció durante 11 años hasta que, en el año 2000, fue designado director general de la editorial Grup 62. Tres años después, y tras cesar como director de Grup 62, reapareció en el Grupo Norma. Actualmente, tiene en sus manos un nuevo proyecto editorial que le permitirá seguir creando libros para venderlos.
Lleva casi 40 años en la Industria Editorial y, como afirma en su Twitter, pretende seguir. ¿La actual situación de la cultura se lo está poniendo difícil?
No nos encontramos en la mejor coyuntura pero los que nos hemos dedicado a este oficio somos luchadores vocacionales. Eso es muy estimulante, precisamente, en épocas de crisis. Que son como las modas, pasan. Tardan más o menos, pero se acaban.
Según la Encuesta de Presupuestos Familiares publicada por el INE, el consumo de ocio, espectáculos y cultura cayó un 4,1 % en 2011. ¿Cree que la cultura está en extinción?
No. Lo que está en extinción es el concepto anticuado y cerrado que hasta hace poco llamábamos cultura. Hoy es más transversal, más intercomunicativa y más participativa. Dejamos de ser «actores pasivos» y nos convertimos en «activos». Y las élites se descomponen, están despistadas y aun no han entendido muy bien que está sucediendo.
Además, en 2011 las artes escénicas perdieron un 12,2% de espectadores y, el cine, un 9%. ¿Podrá sobrevivir la industria cultural a la subida del IVA y a los recortes? ¿Seguirán descendiendo estos datos?
No es una buena época para la cultura en términos generales. Pero los libros están resistiendo a estas escandalosas subidas. Están peor que hace 10 años, ciertamente, pero resisten. Cuando finalice la recesión económica nos encontraremos con un cambio de paradigma en lo que respecta al concepto «cultura», que estará más cercado al ocio y al entretenimiento. Pero no por ello deberían bajar los estándares de calidad.
El nuevo mundo cultural lo imagino con grandes centros de ocio, al estilo tienda de Apple con diversos pisos en los que convivirán el libro electrónico, el físico, el cine, salas de danza, espacios para conciertos, internet libre y salas de arte
En una tertulia emitida en TV3 hace varios años y conducida por Llàtzer Moix, declaró que la cultura “le hace feliz y le abre pequeñas ventanas”. ¿Podría explicar esta frase?
La cultura bien servida, nos cambia. Nos hace sentir y ver el mundo «de otra forma». Y nos transporta a un mundo que no podíamos tener al alcance sin haber saboreado esa copa de vino. Después de ver las obras de Rotkho, Picasso, Bacon, etc., es evidente que, si nos han emocionado, nos han cambiado. Después de leer Anna Karénina y haber sentido y sufrido con ella, ya no ves el mundo como lo veías antes: esas son las ventanas que una vez abiertas, y visto lo que hay fuera, ya no puedes no verlo. Puedes cerrar la ventana, pero lo que has visto ya te ha cambiado.
¿Sigue pensando lo mismo?, ¿Cómo ve actualmente la cultura?
Hoy no podemos pensar lo mismo que hace 5 años. Ahora estamos cambiando todos los conceptos. Y no solo las formas de ellos; están cambiando los contenidos, el mundo en el que nos sentíamos cómodos y seguros y andamos por una selva que ni tan siquiera sabemos si es selva o no. El arte persistirá pero cambiarán los formatos y evolucionará el mismo concepto que el ser humano tiene de la cultura.
¿Y cómo cree que serán estos nuevos formatos?
El nuevo mundo cultural lo imagino con grandes centros de ocio, al estilo tienda de Apple con diversos pisos en los que convivirán el libro electrónico, el físico, el cine, salas de danza, espacios para conciertos, internet libre y salas de arte. La cadena de valor de estos centros o empresas será única e integrará todas las actividades que ahora tienen su propia cuenta de resultados.
Y volviendo a la industria Editorial. ¿Cuál es su situación? ¿De qué manera está siendo afectada por la crisis, la subida del IVA y los recortes?
Hay un tendencia lógica a las fusiones de los Grandes Grupos, eso es inevitable. El accionista quiere resultados y no se conformará con pérdidas. Pero también están surgiendo con fuerza y coherencia pequeñas editoriales con propuestas muy interesantes y el mercado es receptivo.
También, es curioso observar que la subida del libro afecta gravemente al Formato Digital que, frente al libro de papel que se mantiene con un muy correcto 4%, ostenta el 21%. Es un desatino. Estamos en la época de invertir en «nuevos territorios» y no podemos «gravar la inversión de futuro». Pero lo estamos haciendo. No durará, espero. Los recortes afectan a la venta de libros, con toda seguridad y los datos indican que se están vendiendo menos, pero me parece que son más preocupantes en otros escenarios: la educación y la sanidad.
Acabaremos teniendo una industrial cultural y editorial más fuerte, pero partimos de -40 años, debido al subdesarrollo franquista y a la censura
En el caso de las Letras, hay escritores que están cobrando cantidades insignificantes por sus escritos, artículos o colaboraciones. El novelista Javier Calvo denunció en su blog, a través de un comunicado, que “En este país, en algún momento se volvió natural pagar sumas ridículas a las colaboradores del mundo de la cultura, o directamente no pagarles”. ¿Es una consecuencia más de la crisis? ¿Quién es el culpable? ¿Ve alguna solución posible?
Yo les diría a los escritores, con el mayor respeto y es mucho el que me merece su trabajo, que siempre ha habido desequilibrios en lo que cobran unos y otros. Los escritores cobran por libro vendido y si se venden muchos cobrarán el 10% de muchos, y si se venden pocos el mismo 10%. Los pagos por colaboraciones en revistas y prensa, si han caído porque también han disminuido las ventas y con ello la publicidad, y sin los ingresos publicitarios los medios de comunicación lo están pasando muy mal. No creo que haya culpables. Estamos en una situación de crisis muy fuerte y cada empresa capea el temporal con la imaginación y los medios que tiene.
¿Podríamos tener una industria cultural y editorial más fuerte?
La tendremos. Pero partimos de -40 años, debido al subdesarrollo franquista y a la censura. Esto es evidente si nos comparamos con nuestros vecinos europeos. Eso se irá corrigiendo. Pero los temas de cultura llevan mucho tiempo en asumirse e impregnar a la sociedad. Dependen en gran medida de temas relacionados con la educación y el bienestar social. Nos falta camino por recorrer, pero llegaremos a estar al nivel que nos corresponde en Europa. Sin duda.
¿Cómo definiría su trayectoria hasta el día de hoy?
Feliz. No sin pagar los peajes del aprendizaje, pero me siento formando parte de una extensa comunidad de personas que amamos los libros. Empecé en 1974 en un pequeña distribuidora y he trabajado ininterrumpidamente en este sector. Me siento un privilegiado, porque lo mío es vocacional.
¿Tiene algún proyecto en mente?
Muy pronto voy a colaborar en un proyecto editorial que me permitirá desarrollar mis competencias y seguir «creando» libros, para venderlos. Sin ventas no hay viabilidad y eso es imprescindible para poder seguir contribuyendo con mis granitos de arena a que este país sea, en cuanto a la Industria Editorial, lo que merece ser.
Un hombre como usted que ha trabajado y trabaja rodeado de tantos libros, ¿Cuál recomendaría?
Robespierre, de Javier García Sánchez. Una novela que se acaba de publicar y que revisa en profundidad al personaje, lo reivindica como el gran revolucionario no sanguinario. Rompe esquemas ,y sobre todo, es la culminación de 30 años de escritura y documentación. Una obra Maestra de la literatura de hoy.