A través de la narrativa cinematográfica y con la participación de inmigrantes en el reparto, ‘Medusas’ expone la tragedia de miles de personas que arriesgan sus vidas en el mar
Medusas es más que un proyecto cinematográfico; es una llamada a la acción. Un cortometraje que no se anda con rodeos a la hora de mostrar la dura realidad de la migración en el contexto actual. Dirigido por Iñaki Sánchez Arrieta y producido por El Camino Producciones Cinematográficas, con la colaboración de la ONG València és Refugi, el proyecto busca remover conciencias, desafiar la indiferencia y generar un diálogo social constructivo que impulse un cambio real en las políticas migratorias y en la forma en que la sociedad percibe a las personas migrantes.
A través de una narrativa cruda, el film expone la tragedia que viven miles de personas que arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor. Con la playa de Port Saplaya (Alboraya) como plató, la historia se inspira en las alarmantes cifras de muertes en las rutas migratorias.
Una realidad muchas veces romantizada, tal y como señala Sánchez Arrieta, guionista, director y productor de Medusas: “Protegen a la sociedad del primer mundo de lo que no queremos ver y yo quería contravenir esta situación”. Es por ello por lo que el director lo ha abordado con el objetivo de “dar una bofetada” a las personas espectadoras. “Yo quise contar las cosas como son, sin artimañas y lejos de lo comercial”, asegura el director.
Medusas: Testimonios en primer plano
Historias que no podían ser narradas por otras personas que no fuesen las propias protagonistas. Es por ello por lo que el cortometraje cuenta con la participación de 40 personas migrantes como figurantes, un elemento clave para transmitir la autenticidad y la fuerza del mensaje. Un hecho que cercioró Ana Martínez, portavoz de València és Refugi: “Para muchas de las personas figurantes, aportar su voz fue una experiencia transformadora, ya que es su familia la que muere en el mar“.
La productora tuvo que acudir a València és Refugi porque, tal y como la portavoz de la ONG asegura, “hay mucho racismo dentro de la industria cinematográfica” y durante los castings no es habitual encontrar entre el reparto a personas inmigrantes. Pese a ello, ‘la excepción confirma la regla’ y, en palabras de Ana Martínez: “València és Refugi entró con el fin de mediar, pero el proyecto ha creado una cohesión entre el mundo del cine y el mundo del activismo”.
Iñaki Sánchez no dudó en contar con personas inmigrantes para completar el reparto para dejar atrás la idealización de la problemática y sus protagonistas y humanizar sus historias con el fin de generar empatía en el público.
Anna, una de las figurantes del cortometraje, nacida en Senegal, reforzó esta idea: “Que nos hagan parte de este proyecto es muy importante para que la gente se dé cuenta de lo que está pasando”. Ella llegó a España con 4 años “de forma menos traumática que el resto de gente”, tal y como ella misma afirma. Su madre, de nacionalidad española, consiguió trasladarla a España donde ahora puede vivir con ella. Una suerte que no tuvieron sus 5 hermanos menores, quienes todavía residen en Senegal. “Yo llegué al rodaje y me sentí mal porque no entendía la situación”, confiesa Anna.
En la misma sintonía, Julius Suh Assah, originario de Camerún, expresó su agradecimiento al director: ”Si hubiera más gente como Iñaki, el mundo cambiaría”. Julius es otro de los figurantes y no dudó en enfatizar la importancia de esta clase de proyectos cinematográficos: “Es una manera de llamar la atención, de despertar a la gente para que sepan que hay mucha gente que necesita ayuda“.
El ahora escritor abandonó su país de origen tras el fallecimiento de su mujer y su hijo por una enfermedad que lo dejó sin familia ni recursos económicos. “Cada día era un combate, salí para ganarme la vida porque allí yo ya no tenía nada”, intenta explicar sin dejar atrás su positividad: “Cuando llegué a tierra todo era una victoria, cada amanecer era un trofeo”.
Experiencias personales como las de Babacar, que enriquecen la narrativa del cortometraje, le añaden autenticidad y profundidad emocional. El también integrante en el reparto actúa como capitán en la película. Sin embargo, Babacar viajó a España desde Senegal en una patera “sin poder mover ni las piernas”, tal y como él mismo narra a este periódico. El segundo de los cuatro días se quedaron sin galletas, el único alimento que tenían para el trayecto, y tuvieron que sobrevivir, los que pudieron, a base de agua.
“Muchos de mis amigos, con los que siempre había jugado, murieron en el camino”, lamenta. Hace tan solo un año de esta “dura” experiencia y Babacar poco a poco rehace su vida. Tras aprender la lengua en un curso de español, trabaja como costurero de indumentaria y accesorios falleros, algo que lo motiva a rehacer su vida y que le da la posibilidad de ayudar a su hermana, que continúa viviendo en Senegal sin una red familiar que la acoja.
Llegar a Europa arriesgando su vida es una realidad que para muchos se plantea como la única alternativa, tal y como esclarece Julius: “Aquí hay discriminación, hay malos tratos, hay racismo, pero aun así siempre será mejor que vivir en un país tercermundista”.
El cine como motor de cambio
Medusas se presenta como una obra necesaria y urgente en un contexto social donde la migración sigue siendo un tema controvertido y plagado de desinformación. El cortometraje busca impactar conciencias y generar un cambio real en la forma en que la sociedad percibe la migración en un contexto de creciente normalización de las muertes, la discriminación y el racismo hacia las personas inmigrantes con contextos más vulnerables. “No es una crisis migratoria, es una crisis humanitaria”, no duda en afirmar Ana Martínez, quien también nos invita a reflexionar: “¿Cómo puede abrir más debate la vida que la muerte?”.
De hecho, durante la preparación del rodaje, se produjo uno de los mayores naufragios en Canarias, con 89 muertos y 70 desaparecidos, una tragedia silenciada que resalta la pertinencia y la urgencia del mensaje del cortometraje. No es un hecho aislado, ya que en el territorio canario, según el Observatorio de Derechos Humanos del Colectivo Caminando Fronteras, más de 5.000 personas han perdido la vida en lo que va de año.
Es por ello por lo que el rodaje de Medusas es un proyecto que invita a reflexionar, a sentir empatía y a comprometerse con la búsqueda de soluciones a una de las crisis humanitarias más urgentes de la actualidad. Iniciativas cada vez más necesarias, como señala Martínez: “Es importante que la sociedad civil retome su posición como actor político y social porque hemos delegado demasiado en la narrativa política que tiene unos claros objetivos electorales”.
Así lo demuestra y ejemplifica la portavoz con el Pacto de Migración y Asilo de la Unión Europea, el cual ya está teniendo resultado. El mensaje de Ana es claro: “Si nos unimos y empezamos a crear una lucha interseccional, podremos retomar el poder de la sociedad, que nos pertenece de manera ilegítima. Solo entonces podremos ser esperanza y la alternativa para otro mundo que todavía es posible antes de llegar a un punto de no retorno”.
Más allá del rodaje de Medusas
Para completar el proceso de postproducción y asegurar una amplia distribución en festivales nacionales e internacionales, Medusas ha lanzado una campaña de crowdfunding . Además de ayudar a la financiación de la iniciativa, el crowdfunding incluye donaciones a causas relacionadas con la migración y obras originales del artista urbano Escif y el fotoperiodista Antonio Sempere, conocido por su trabajo con Open Arms. Asimismo, cuenta con el apoyo de À Punt, que ha adquirido los derechos de emisión del cortometraje.
Por otra parte, el proyecto ha sido galardonado con el Concurso de Proyectos de Cortometraje de Amnistía Internacional y Abycine 2024, por lo que ha contado con una subvención de 5.000 € para la producción y su estreno en la XXVI edición de Abycine.
Medusas está en camino de convertirse en una poderosa herramienta de concienciación y cambio. El director ha asegurado que este proyecto es tan solo el inicio. A partir de él han nacido otras iniciativas que poco a poco irán saliendo a la luz y generarán una respuesta social. “Aquí no acaba la cosa”.
El cortometraje es un recordatorio poderoso de las vidas humanas detrás de las estadísticas y una llamada a la acción a la ciudadanía. A través del lenguaje cinematográfico, busca derribar la indiferencia y despertar la empatía, y espera que sus imágenes y mensajes perduren en la conciencia del público mucho después de que las luces del cine se apaguen.
*Fuente original: https://www.elsaltodiario.com/migracion/cortometraje-medusas-una-herramienta-concienciacion-rutas-migratorias