“Preparados para el exorcismo televisivo”. Así rezaba el cartel que invitaba a todos aquellos amantes del audiovisual y teleadictos a asistir a la 21º edición del Miniput que acoge año tras año el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) durante una única larga y densa jornada. Este año la cita tuvo lugar el sábado 28 desde las 10 de la mañana a las 10 de la noche. Todo un “chute” de buena, innovadora y arriesgada televisión de cadenas locales, autonómicas y algunos proyectos difundidos vía online alrededor de todo el mundo. La comúnmente llamada “caja tonta” o “vacía” se convierte en una gran pantalla llena de reflexión y debate, tanto a nivel formal como a nivel conceptual. El diablo en pantalla que hechiza y ciega a los telespectadores sale al final con un ritual de exorcismo televisivo que muestra la que debería ser la esencia de la televisión más allá del entretenimiento y programación basura y sin sentido.

Muestra de estas obras transgresoras la constituyó una de de las primeras sesiones, a las 13 horas, fue la proyección de la serie chilena 12 Grade, de 2014. El primer episodio, de una duración de 52 minutos, introducía al espectador en el ámbito estudiantil de un grupo de alumnos de un colegio chileno. Se trata del último curso para todos, un año en el que unos niños y niñas de entre 17 y 18 años tendrán que decidir el rumbo de sus vidas adultas. Unas decisiones que, sin duda, marcarán el resto de sus vidas. Sin embargo, el programa huye de dramatismos lacrimógenos para contar y mostrar con ternura y siempre con alguna sonrisa empática las diferentes situaciones que viven los chicos y chicas. Es una clase con alumnos de muy bajo nivel en los estudios, la gran mayoría muy desmotivados e indiferentes hacia el futuro que se les viene encima como una jarra de agua helada sobre sus cuerpos perezosamente calientes. Para intentar guiarlos por el buen camino está la tutora de la clase, la profesora que ejerce como mamá, que advierte pero se divierte celebrando actividades para recaudar dinero para la graduación de sus alumnos. Ante una cámara que lo ve todo y que es lugar de acogida de confidencias, pensamientos e inseguridades de los alumnos, padres y profesores, se expresa el deseo común para todos de ser alguien en la vida o, al menos, de poder ganársela uno mismo. Todos esperan un futuro mejor pero se dan cuenta, algunos ya demasiado tarde, que el futuro tienen que trabajárselo.

Acto seguido a esta proyección, Francesc Escribano, director del programa radiofónico Minoria Absoluta, advierte al gran público de la sala de teatro del CCCB que el documental alemán Autumn Tingles fue y es muy polémico por ser “un rollo para muchos”, pero protagonizado por actores austríacos y alemanes muy conocidos en sus tierras. Autumn Tingles es el resultado de dos días de rodaje, 13 actores, 19 cámaras, ningún guión y ninguna segunda oportunidad. Se trata de un speed date meeting entre hombres y mujeres de avanzada edad (de entre 60 y más de 80 años) que buscan encontrar una misma cosa: compañía. Lejos de ser una ficción trágica o dramática, el programa se caracteriza sobre todo por el humor reflejado en un guión muy original y cuidado y en una música que dinamiza el ritmo. Así, los espectadores asistimos a varias citas que transcurren a lo largo de 7 minutos, en los que las mujeres, transcurrido este tiempo, cambiarán de mesa y de parejas. En esta hora y media que dura la obra, el director Jans Georg Schütte nos muestra la soledad de las personas mayores pero con el humor que incita a soltar más de una carcajada. Claro estápara aquellos que hayan tenido paciencia y hayan aguantado los 90 minutos.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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