La reciente muerte del empresario Juan Andrés Benítez a manos de los Mossos en el Raval de Barcelona y, especialmente, el video que atestigua el uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes, han reabierto el debate sobre la represión policial. Con esta polémica coleando, el Conseller de d’Interior, Ramon Espadaler ha anunciado la “retirada progresiva” de las pelotas de goma en los Mossos que el pasado 14 de noviembre provocaron la pérdida de un ojo a Esther Quintana en la última huelga general.

En declaraciones a Rac-1, Espadaler ha asegurado que estas armas serán sustituidas por otras herramientas “robustas” con el objetivo que la Brigada Móvil de los Mossos d’Esquadra (Brimo) “tenga la misma capacidad para contener situaciones excepcionales de violencia extrema”. En la cámara catalana, ERC, PSC, ICV y la CUP han exigido al Govern la retirada de estos proyectiles en las conclusiones de la comisión parlamentaria sobre los antidisturbios.

Remplazar las pelotas de goma en los Mossos

El Conseller d’Interior pone énfasis en “la voluntad política” del Govern de Catalunya de reemplazar las pelotas de goma, pero advierte que, mientras no se estudien y consensúen alternativas, se podrán seguir utilizando. “No habrá moratoria pero no se pueden sustituir de la noche a la mañana. No hablamos de instrumentos sencillos, fáciles o amables, por lo que no estamos en el final inmediato de las pelotas de goma en los Mossos sino en el inicio del final”.

En este sentido, Espadaler admite que todavía no se han concretado las armas sustitutivas y que la prioridad pasa por cambiar prácticas sin alterar el fondo de la cuestión, el “modelo de distancia entre agentes y manifestantes, que se respeta con el uso de cañones de agua, gases lacrimógenos o caballos. Queremos evitar el modelo de proximidad de otros países, el cuerpo a cuerpo”. Según el Conseller, la existencia de un clamor social generalizado obliga a una reflexión en la policía catalana para evitar “consecuencias indeseables y daños colaterales, pero el riesgo cero no existe. Contener las situaciones violentas, que son residuales, requiere el uso de la fuerza”.

Sea para calmar los ánimos, lavar la imagen del departamento o por la necesidad de una cortina de humo y de dar un golpe de efecto ante la gravedad de los hechos del Raval, la medida de Interior ha sido recibida con reservas. Esther Quintana muestra abiertamente su escepticismo mientras no se haya aprobado y alerta de la incongruencia que supondrá “sustituir esas armas peligrosas e incontrolables por otras que ya se están usando y que pueden ser igual de lesivas”.

Quintana, que insta la Brimo y los Mossos a revisar sus métodos y jerarquías, recuerda que, si bien Espadaler le comunicó telefónicamente su pesar por lo sucedido, todavía nadie del Govern le ha pedido perdón. Por su parte, Nicola Tano, representante de la entidad “Stop pelotas de goma” y que perdió un ojo en la celebración del Mundial de fútbol del 2010, es partidario de sistemas de mediación en lugar de armas.

Profunda reestructuración en los Mossos

En el Parlament no ha habido sólo declaraciones de intenciones. La CUP ha registrado en la cámara un documento para reformular el rol policial en materia de orden público que propone avanzar hacia “modelos sensibles, flexibles, preventivos y garantistas basados en la mediación y la lógica comunitaria que sustituyan el sistema actual basado en la dureza, el autoritarismo y la represión”. La izquierda independentista también sugiere mecanismos de control parlamentario para supervisar periódicamente la actuación policial (con la participación directa de entidades de derechos humanos), modificar los sistemas de identificación de los antidisturbios (de manera nítida y visible en la parte delantera y trasera de los uniformes), la aplicación de la doctrina internacional de los derechos humanos (reconocimiento del daño causado, reparación y garantías de no repetición), activar protocoles mínimos para detectar casos de abuso policial y la prohibición explícita de las pelotas de goma. “Queremos un país libre de esta arma donde nadie más quede lisiado o mutilado y donde ningún agente policial reciba la orden de disparar una bala perdida que nunca sabe donde impactará. Un país no puede jugar a la ruleta rusa con sus ciudadanos”, destaca el documento.

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Sin consecuencias en el Raval

En cuanto a la muerte de Benítez, ERC ha impedido que el Parlament planteara la dimisión del director general de la Policía, Manel Prat, tal y como solicitaba toda la oposición en bloque. Espadaler reconoce que las imágenes de la acción policial son “impactantes y no responden a la correcta aplicación del protocolo” pero encajan con la versión que le contaron. “Me dijeron que había una pelea y que los agentes se vieron obligados a usar la fuerza para reducir esa persona, que desafortunadamente murió. Pero no es normal ni habitual practicar la fuerza en las detenciones”. El Conseller d’Interior pide eliminar los juicios paralelos y recuerda que se ha abierto una causa judicial en la que está dispuesto a colaborar. Asimismo, ha iniciado una investigación interna para esclarecer los hechos y depurar responsabilidades pero no quiere precipitarse. “El vídeo no me ha dejado indiferente. El hombre estaba en un momento de excitación pero desconozco los detalles. A mí me toca mantener la cabeza fría, usar los instrumentos que tengo al alcance y llegar al final de esta investigación reservada”. Mientras tanto, los agentes implicados en la muerte del empresario no han sido apartados y continúan de servicio.

Este episodio coincide con la condena de seis meses de prisión a un Mosso reincidente por pegarle una paliza a un detenido, también en el Raval. La sentencia de la Audiencia de Barcelona establece que este agente, sobre el que ya había recaído una pena previa por golpear un sospechoso, quiso hacer daño a la víctima provocándole heridas profundas en la cabeza cuando ésta se encontraba en el suelo, esposada y reducida por otros Mossos. Curiosamente, el caso también se destapó gracias al vídeo grabado por unos vecinos.

Saura y Puig: llueve sobre mojado

La mala fama del Departament d’Interior de la Generalitat no lleva la firma original de Espadaler (hace menos de un año que ostenta el cargo) sino que es una pesada herencia de Joan Saura y Felip Puig. De la época Saura, todavía está fresca en la memoria la carga policial contra los manifestantes anti-Bolonia que tuvo lugar en el centro de Barcelona en marzo de 2009. El entonces conseller de Interior decidió destituir al director general de la Policía, Rafael Olmos, y colocar a Joan Delort, secretario de Seguridad y amigo de Olmos. Y así dio carpetazo a la polémica.

En lo que se refiere a Puig, actualmente recolocado al frente del Departament de Empresa i Ocupació, se “delató” a la hora de justificar la actuación de la Brimo durante la huelga general del pasado 14 de noviembre. Además de Quintana, un menor quedó atrapado en medio de una carga de los antidisturbios en Tarragona, fue agredido en la cabeza y necesitó cuatro puntos de sutura. Puig calificó el incidente de “fortuito” y también inició una investigación interna pero negó tajantemente que las fuerzas policiales usaran pelotas de goma.

Días después, se reafirmó en su versión y añadió que desconocía lo que impactó en el pómulo de Esther Quintana. El 7 de diciembre, un video colgado por la ONG Solidaridad y Comunicación demostraba cómo los agentes disparaban proyectiles en la confluencia de la Ronda de Sant Pere con el Passeig de Gràcia, la zona en la que Quintana resultó herida. Entonces Interior aseguró que no se usaron pelotas de goma sino otras de un tamaño inferior, el uso de las cuales “nunca había sido negado por el Conseller”.

El 13 de diciembre de 2012, el jefe de la Brimo, Sergi Pla, era relevado en el cargo por haber parado el informe sobre los disparos de proyectiles efectuados el 14 de noviembre. Según Puig, se produjo una “diferente apreciación en la relevancia de la información aportada” y este dato no figuraba en la documentación que solicitó el entonces Conseller para explicarse ante la comparecencia parlamentaria. Pero la información sí constaba y se quedó en el cajón del despacho de Puig hasta la aparición del video. La entrevista que hizo Jordi Évole a Pla en el programa ‘Salvados’ también ayudó a destapar la caja de Pandora.

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