Cualquier combinación de Gobierno tien e un enorme coste político. Si el PSOE cede y facilita la investidura de Rajoy no sólo reniega de su principal argumento electoral desde hace años «que no pase la derecha» sino que se pone en manos de la política represiva contra Catalunya, unido a las políticas de austeridad, una factura altísima. Tendríamos no una versión a la alemana de la gran coalición (CDU-SPD) sino una gran coalición a la griega (ND-PASOK), es decir el camino a acelerar el hundimiento de los socialistas. Un sector del PSOE –encabezado por Susana Díaz- está dispuesto al sacrificio, pero el aparato de Pedro Sánchez se resiste.

La otra opción tampoco está exenta de costes. Pedro Sánchez quiere un pacto de izquierdas con Podemos, que necesitaría la abstención de Ciudadanos para no tener que recurrir al apoyo de sectores nacionalistas catalanes o vascos. Pero eso sólo es posible si Podemos renuncia al referéndum. Ciertamente el referéndum fue un recurso de última hora en el programa lila, resultado del compromiso con Ada Colau para conformar En Comú Podem. Si el grueso de diputados de Podemos hubiera sido Madrid y Andalucía, la reivindicación del referéndum podía quedar matizada y dejada para más adelante, pero resulta que donde da el salto adelante es precisamente en Catalunya, País Vasco y Galicia. Con esa composición parlamentaria, renunciar al referéndum es garantía de una nueva crisis interna.

El referéndum además introduce una cuestión no menor en la política española. Uno de los temas silenciados bajo siete llaves en el Pacto de la Transición fue el del derecho de autodeterminación, un derecho que figuraba incluso en el programa del PSOE, como la República.

Y hoy se pone sobre el tapete entre los trabajadores/as en todo el estado con la fuerza de varios millones de votos de Podemos. La consecuencia inmediata es que debilita una respuesta de fuerza del Estado contra Catalunya.

La incapacidad para formar gobierno preocupa en la UE. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declara «quiero que España esté a la altura» para que se forme «un Gobierno estable» y que sea «lo más rápidamente posible». Su vicepresidente, Valdis Dombrovskis, ya avanza que el próximo Gobierno «está obligado a cumplir las metas de déficit» acordadas, que «Hace falta un ajuste» de entre 5.000 y 9.000 millones, que esta vez no habrá aplazamientos y que «No es nuestra intención imponer sanciones, pero las recomendaciones son claras». El PSOE es el blanco de todas las presiones para empujarle al pacto con el PP, pero parece que hoy estamos más cerca de unas nuevas elecciones que de hacerse el harakiri.

La crisis del régimen monárquico se profundiza… sólo le faltaba la infanta en el banquillo de los acusados.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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