Probablemente cualquier ejército de hoy, tenga todos los datos privados de los altos mandos de los ejércitos enemigos. Esos datos incluyen por supuesto, los datos de rango, su adscripción, su centro de trabajo, su domicilio privado y los datos de salud. Pero la guerra vecina no puede monopolizar todas las situaciones de la vida cotidiana. Tal vez por eso, cuando el coronel Lucas Brown estaba llegando al búnker, no tenía ningún miedo de las noticias de la radio, ni siquiera al misil intercontinental que había aterrizado a 13.000 km por hora, en un lugar no demasiado lejano de su país natal. Es más, su verdadera paranoia era vigilar los bajos de su coche, y sobre todo a los motoristas que iban vestidos completamente de negro y pasaban a veces cercanos, con extrañas intenciones. Entonces, cuando aparcó en su centro de trabajo con cierto desasosiego, a las afueras de la ciudad, observó detalles que no le gustaron. Las luces externas estaban casi apagadas, de hecho, en determinado momento, el búnker, se quedó en una inquietante total oscuridad. Solo los gatos le hablaban. Bajó por la escalera trasera, gracias a que se había activado un dislocado sistema de emergencia. La oscuridad era el cómplice de los ladrones y de los asesinos, y ellos ahora mismo a buen seguro le estaban vigilando. En efecto, hacía mucho tiempo que tenía la sensación de que estaba en un lugar en el que los delincuentes atacaban a menudo. ¿Quién le había asignado ese destino en un lugar tan peligroso y en el que tenía que desayunar tan cerca de la muerte? Alguien que quería verle muerto. Encima, cuando por fortuna aquel día, volvió indemne a casa, encontró una grieta en la escalera del piso que anunciaba a voces que o se arreglaba pronto, o el bloque se iba a derrumbar por completo como un castillo de naipes. Incluso había llegado a pensar que los enemigos del país —conocedores de su querencia por el casco antiguo—había comprado todos los apartamentos turísticos de su edificio para deteriorarlo y bloquear a través de ciertos testaferros morosos, cualquier pago a la Comunidad y dejar así, poco a poco, que aquel viejo edificio sin rehabilitar se derrumbara solo a ser posible con el coronel Lucas Brown dentro. En otras palabras, ya no podía estar seguro ni en casa ni en el trabajo. Pero la mejor jugada del enemigo hizo parecer ridículas aquellas retorcidas estrategias para matarlo. De repente, comenzó a sentir un fuerte dolor en el lado. Tomó un taxi, y en unos pocos minutos se encontró hablando con el enfermero que hacía la admisión. El coronel siempre se consolaba a sí mismo diciéndose que fortuna los enemigos le iban a matar de algo benigno. De hecho, le mandaron a la sala de espera justo cuando enseñó las pruebas que había recuperado desde la sanidad privada: todas llevaban al mismo punto, solo padecía un crecimiento benigno que debía de ser operado, una buena noticia, sin embargo, que se tornaba lúgubre, a la vista de la falta de inversiones en la sanidad pública, y sobre todo pensando en el futuro y su probable incremento del problema a causa de las acuciantes mejoras en defensa. Era una guerra cercana y su mera presencia provocaba que hubiera menos dinero para salvar a los enfermos. En efecto, todo eso daba como resultado un paisaje dantesco, que comenzaría en las próximas semanas, meses o años, cuando ningún médico le quisiera operar de una silenciosa patología benigna que quizá cualquier día podría decidir unilateralmente complicarse y matarlo en mitad de la noche, mientras todos los doctores de la ciudad se afanaban en derrotar a las innumerables patologías malignas que crecen, algunas insidiosamente, dentro de todos los cuerpos de los miles de pacientes sentados esta noche, en la abarrotada sala de espera del hospital más grande y moderno de la ciudad.
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.