Recientemente el prestigioso periodista―ganador del premio Pulitzer― Seymuor Hersh ha publicado un artículo en que culpa a Estados Unidos del sabotaje a los gaseoductos que en septiembre de 2022 explotaron en el Mar del Norte. Sin embargo el periodista no aporta pruebas irrefutables, y solo se apoya en una sola fuente anónima. Sin perjuicio de que yo creo que en efecto todo apunta a que fue Estados Unidos el autor de dicho acto de sabotaje, me gustaría hacer una reflexión. Está claro que dicho atentado solo lo pudo realizar un Estado, es más, uno que se viera beneficiado por tal evento y que fuera lo suficientemente poderoso para no temer las consecuencias. Desde esa perspectiva solo nos quedan tres: Estados Unidos, Rusia o China. Aparte que no parece que sea el principal sospechoso, es difícil creer que China tenga la infraestructura necesaria para perpetrar dicho sabotaje en esa zona geográfica. Entonces solo nos quedan dos: Estados Unidos y Rusia. Se pueden esgrimir numerosos razonamientos para apoyar una u otra hipótesis, pero sin aportar pruebas es un ejercicio que entra dentro del teórico mundo de las conjeturas. Es cierto que hay conjeturas mejores y peores. Pero todas las conjeturas esgrimidas hasta ahora tienen pensamiento vertical y no parece haber muchas con pensamiento lateral. El pensamiento vertical es como si se ahondara en un mismo hoyo y el pensamiento lateral abre un hoyo distinto. Por lo tanto, si aplicamos el pensamiento lateral a dicho problema no tendremos un resultado, pero si veremos el problema desde otra perspectiva. Si en lugar de buscar el culpable analizamos el contexto en el que sucedió y los perjudicados, podemos llegar a otras conclusiones. En efecto, en aquel entonces el objetivo de la guerra era otro. Se trataba de un conflicto regional y Rusia amenazaba constantemente con el arma nuclear para que ni la OTAN se involucrara directamente, ni se le facilitaran a Ucrania armas de ataque. Recuerdo que cuando volaron los gaseoductos pensé que el conflicto de Ucrania ya era global. Sin embargo, lo interesante es que si fue Estados Unidos, está claro que a menos que se invada territorio ruso, Putin no utilizará el arma nuclear. Por otro lado, si fue Rusia, está claro que Estados Unidos solo aplicará con todas sus fuerzas el artículo 5 del tratado del Atlántico Norte cuando le convenga, es decir cuando vea amenazados sus propios intereses. En otras palabras, si dejamos de lado el debate sobre el autor del sabotaje, se podría decir que ambas potencias mienten, que el peligro nuclear es lejano y que la manipulación tendenciosa de la opinión pública es independiente de los hechos probados. La idea de debilitar a Rusia incluso a costa de beneficiar económicamente a su nuevo enemigo que es China, parece una idea tan obsoleta que podría ser una estrategia del imperio británico o incluso haber salido de la mente del mismísimo general Patton. ¿Cuáles son los intereses de Europa? Es difícil de saber porque Europa no está unida. Alemania parece tener una política errática. Francia parece querer ir en contra de sus propios intereses por tener un protagonismo propio. Nadie habla de España. Hablemos de Estados Unidos. Hablemos de Rusia. Lo cierto es que un problema en el Norte se puede arreglar con una solución en el Sur. El nuevo gaseoducto desde Nigeria hasta España pasará por Marruecos. En estas circunstancias parece que si España pierde perdemos todos. ¿No deberían los aliados europeos escuchar a España y apoyarla en sus proyectos, incluso si eso significa que Francia y Alemania se posicionen en este asunto frente a los problemas del Norte de África?. Hablemos del sabotaje en el Mar del Norte pero no hablemos del Sur porque no interesa. Por lo pronto, como Ceuta parece ser un punto débil de toda esta ecuación, sus mares cercanos ya han sido aprovechados por Rusia establecer una especie de gasolinera, un punto clave para evadir las sanciones, y que da apoyo a su nueva ruta de petroleros para llevar el crudo que no vende en Europa a India y China.
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.