Cuando después de una guerra olvidada, Macondo terminó siendo gobernado por una férrea dictadura, sus habitantes, rápidamente se adaptaron a la nueva situación. Sin embargo, un veterano periodista cayó en el más completo ostracismo. De hecho, quedó sin ingresos junto a una mujer asmática y al recuerdo de un hijo fallecido. A pesar de su caída en desgracia, el prolífico prosista cada viernes se vestía de forma atildada, y se dirigía al puerto con la esperanza vana de ver hecha realidad su merecida pensión. Yo, que había leído cada una de sus crónicas y reconocía su enorme talento, compré un boleto en un avión hilarante para una visita a tal montaña de las letras modernas.
— Olvídese de la pensión… ¿Por qué no vuelve usted a escribir? —le dije.
— Nadie me iba a leer —replicó.
— ¿Cómo lo sabe?
— Desde que Macondo es una dictadura se me acabó la inspiración.
— ¿Es por la libertad de expresión?
— Claro. Eso influye. Pero son más cosas…
— No entiendo… ¿Puede explicarse mejor?
— Bueno, a mí me han censurado con la desinformación. ¿Qué pasa con la guerra de Gaza? Ahora no pasa nada, pero se habla de mil tonterías. Antes se hablaba más de lo importante: los políticos nos daban de que hablar a los periodistas, era la inspiración de todos los escritores. Le voy a poner varios ejemplos: en Macondo, a diferencia de España, no hay ningún presidente que escriba cartas de amor, un jefe de la oposición con una trama por investigar, ni un expresidente catalán que narre su propia fuga…
— Sin embargo, en España, la gente se queja mucho, de que todos son movimientos de red herring (pistas falsas) para no hablar de que realmente importa… es lo mismo que pasa en la guerra de Ucrania con la incursión en Kusk…
— Ese es el verdadero trabajo de los periodistas, desmontar la falsa narrativa política y centrarse en lo importante. Es decir, denunciar las verdaderas intenciones de los que mandan. Faltan políticos con sentido de Estado en Europa.
— ¿Y no hay muchas cosas que denunciar en Macondo?
— Obvio que sí. Pero los dictadores hacen ciencia ficción en lugar de ficción política, fuera de Macondo todo el mundo sabe lo que dicen sus gobernantes, es sencillamente mentira.
— ¿De qué escribiría si saliera de Macondo?
— Escribiría sobre la Política Ficción. Hay un poder en la sombra que está haciendo todo lo posible para que no se hable de él. De hecho, si pudiera yo escribiría sobre sectas como Skull and Bones. Es más, creo que la situación es tan complicada que se ha llegado un punto que se está denunciando la corrupción de los políticos, para no hablar de la corrupción del sistema. Tal vez el sistema entero necesita un cambio y eso es muy peligroso. Aquí en Macondo los dictadores con su propaganda nos han quitado el trabajo a los periodistas. Aunque sea triste confesarlo, echo de menos jovialidad de vuestra decadencia. Le voy a poner un ejemplo del Nuevo Periodismo: la fuga de Puigdemont es un claro ejemplo de periodismo gonzo, en otras palabras, Puigdemont está haciendo más periodismo que política. Aquí en Macondo nadie hace ya cosas así.
— ¿Quiere decir que ya no tiene nadie que le inspire?
— Quiero decir que en Macondo ya nunca pasa nada digno de interés…
— Sin embargo, desde que vine la última vez, Macondo ha cambiado mucho… ahora hay pisos turísticos por todas partes, una gran inseguridad en la calle y por si todo esto fuese poco, aquí también suenan tambores de guerra… ¿Por qué no escribe de eso?
— Me han ofrecido firmar mis textos para el régimen y que me los haga una máquina.
— ¿Lo harás?
— Le he dicho que yo no tengo nadie que me escriba.
— Pero de algo tienes que vivir.
— Lo sé. Incluso me he planteado vender mi gallo de pelea.
— No lo venda. Sé lo que representa para usted ese gallo.
— ¡Ah, sí! ¿Qué representa?
— La dignidad.
— ¿Y qué comeré?
— Pues está claro: ¡mierda!
Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.