El profesor de Derecho madrileño Juan Vilches documenta en “Te prometo un imperio” la estancia de los controvertidos Duques de Windsor en Madrid en el verano de 1940. En el momento más inoportuno, en plena Segunda Guerra Mundial, Eduardo VIII y Wallis Simpson pasaron unos días en un país amigo de Alemania y levantaron todo tipo de sospechas e intrigas. La suya es una novela que recrea un suceso real. Entre el 20 de junio y el 3 de julio de 1940, los duques de Windsor se alojaron en la suite 511-512 del hotel Ritz de Madrid. Nadie pudo comprender tan extraño comportamiento.

Eduardo VIII, archivos marburgo, windsor

  – ¿Usted se considera anglófilo?

– No me llamaba mucho la atención Inglaterra como régimen político. Cuando hice la carrera estudié el sistema político inglés pero no era un forofo especial de la monarquía inglés. A base de leer tantísimos libros, al final, tengo ya un conocimiento tan profundo de la monarquía inglesa que ahora ya leo por placer lo que puedo sobre los Windsor y me preocupan sus problemas. Antes de empezar la novela, no era un país que me llamase la atención, pero ahora ya me encanta cualquier tipo de película sobre sus reyes o leer algo sobre los problemas que tiene hoy la monarquía inglesa.

La monarquía inglesa tiene ahora mismo bastantes problemas, el principal es saber quién sucederá en un futuro a Isabel II.

– La monarquía está muy asentada en Inglaterra. Es algo muy suyo. Pero esto que ocurre hoy en día sobre si será Charles el rey o su hijo, ya ha ocurrido en otras épocas. Eduardo VII tuvo una madre que murió muy mayor: la reina Victoria. Él pensaba que nunca iba a reinar y fue coronado con más de 60 años, ya que su madre murió con más de 80. Lo que le pasa hoy en día a Charles le pasó a Eduardo VII hace cien años.

Además está el tema de Camilla y que Charles esté casado en segunda nupcias.

– Hay una diferencia con mi novela. La protagonista, Wallis Simpson, estaba divorciada y sus maridos vivían. En este caso, Charles es viudo.

Es la gran diferencia.

Claro. Es viudo. Camilla no es una divorciada que se casa con el rey. Es un viudo que se ha casado en segundas nupcias y, por tanto, la Iglesia Anglicana ya no tendrá tantos reparos. Además, los tiempos han cambiado. 70 años más tarde, la mentalidad es muy distinta. Creo que Charles podrá reinar sin ningún problema.

¿Y cómo ve a Guillermo?

– Mi opinión es que Charles sucederá a Isabel II, quizás ya muy mayor y que Charles, casi inmediatamente, o no tardando mucho, le dará el trono a Guillermo. Allí tienen las ideas muy claras: saben que la monarquía es una institución. No habrá diferencias con respecto al reinado de su abuela o de su padre. Allí está todo muy burocratizado, todo sigue el protocolo. Todo está muy previsto. No vamos a notar nada, ni los británicos ni el resto del mundo. Es una monarquía tremendamente constitucional. Reina pero no gobierna, por lo que sus influencias tampoco pueden ser muy grandes desde el punto de vista político.

–  Centrémonos en su libro ¿qué pasó en ese viaje a Madrid de Eduardo VIII y Wallis?

– Hay un antes y un después. Eduardo VIII había abdicado porque prefirió casarse con Wallis Simpson. El romance nace cuando ella está casada. Es decir, un caso de adulterio claro pero ella decide divorciarse para poder casarse con él. Eduardo VIII plantea al Gobierno británico que desea casarse con esa mujer y los dirigentes lo ven monstruoso. Es americana, es plebeya y, sobre todo, se ha divorciado en dos ocasiones y sus maridos todavía viven.

El rey Eduardo VIII luchó para poderse casar con Wallis.

, claro, hubo un pulso entre el Rey y el Gobierno británico. La Familia Real y la Iglesia anglicana apoyan totalmente al Gobierno. Todos se enfrentan a Eduardo VIII. Llevaba 11 meses reinando, llevaba poco tiempo como monarca, y llega a amenazar con formar un Gobierno con la oposición. Pero la oposición le contesta que ellos piensan igual que el Gobierno y que se debe casar con alguien conveniente para el Imperio.

Y Wallis no era conveniente.

– Ni mucho menos. A todo esto, el Gobierno pide a los Servicios Secretos que investiguen a esa mujer y sus antecedentes son poco aconsejables. Su pasado está lleno de amantes. Es frívola y caprichosa. El Primer Ministro Stanley Baldwin les dice a sus ministros que acepta una fulana Wallis, pero no una Reina Wallis. No les importaba que Eduardo VIII tuviera como amante a esa mujer. Eduardo estaba todavía soltero con cierta edad. Estaba ya cercano a los 40 años y seguía soltero. Era muy juerguista, tenía muchas amantes, pero el pueblo le adoraba. Era un Rey muy querido.

Pero pierde el pulso.

– La gente se echa a la calle. Unos, a favor del matrimonio. Otros, en contra. Los que están en contra de Wallis Simpson apedrean su casa y le hacen pintadas. Ella tiene que huir a Francia. Él se queda solo en Inglaterra con todo el mundo enfrentado y llega a la conclusión que, si sigue allí, va a estallar una guerra civil entre los que quieren a Wallis y los que no. España estaba en plena Guerra Civil, en 1936. El ejemplo de España le aterra. Eduardo VIII tampoco tenía mucho apego al poder y, en el fondo, lo que quería era estar con ella. Abdica y se va a vivir a Francia con Wallis. Allí viven a cuerpo de rey, sin ninguna preocupación.

Nunca mejor dicho…

, exacto. Viven entre París y su mansión de la Costa Azul. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, no saben qué hacer ante el avance alemán. ¡Imaginen! Un antiguo rey británico, también emperador, no sabe qué hacer: si quedarse con los alemanes o huir. Al final, le convencen de que se vaya de ahí.

Pero vuelve a sorprender.

Tenía un carguero cerca que le podía llevar a Gibraltar. Pero no lo cogió. Tampoco fue a Portugal, una nación siempre amiga de los ingleses. En su lugar, se montan en sus coches y vienen hacia España, una nación que, en esos momentos, es muy amiga de Alemania y aliada. España estaba a punto de entrar en guerra con Inglaterra. De hecho, el Ejército español estaba atrincherándose frente a Gibraltar porque se pensaba en la idea que Hitler iba a llegar a los Pirineos y que, si decidía seguir, mejor ser amigos de él. A caballo ganador, Franco pensó que alguna tajada tendría. Franco pensaba en el Marruecos francés…

… y en recuperar Gibraltar.

Claro, hay hasta una carta que el Gobierno español manda a Alemania felicitándola por la victoria en Francia y comprometiéndose a entrar en guerra con la conquista de Gibraltar. El Gobierno español sólo pudo dos condiciones. La primera, que la conquista de Gibraltar fuese una acción únicamente del ejército español, sin ayuda alemana. Se quería que fuera algo de honor. La segunda condición era que España diría la fecha de ataque a Gibraltar y de entrar en guerra. La idea de España era entrar en guerra en el último momento, cuando los ingleses estuvieran ya casi con la pluma para firmar la paz. Franco no quería tener dudas de que ganaba. España estaba en la guerra más absoluta y podía entrar en una guerra larga.

Y menos con Inglaterra.

Menos con Inglaterra que, aunque estaba muy tocada, era la única que resistía a los alemanes, ya que Estados Unidos aún no había entrado en guerra. Y en ese contexto, Eduardo, que había sido Rey y Emperador, de forma misteriosa, se mete en España, donde podía haber sido secuestrado o asesinado.

¿Qué reacción tienen en Alemania?

– Le piden al Gobierno español que retengan lo máximo posible a los Duques en España por si hay que negociar con ellos. Hitler pensaba firmar un tratado de paz o un armisticio con el antiguo Rey, con Eduardo, y que los ingleses se echarían a la calle encantados con la paz y, también, porque una parte del pueblo inglés que ve a Hitler como una contención contra el comunismo. La burguesía inglesa está volcada en la paz. Piensan que si hay guerra entre Inglaterra y Alemania, los dos países van a quedar tan débiles que los rusos van a invadir Alemania e Inglaterra sin demasiadas dificultades.

¿Cómo logran retener a Eduardo VIII en Madrid?

Pues se le trata a cuerpo de rey. Él tampoco tenía muchas ganas de irse de Madrid, ciertamente. Estuvo dos días en Barcelona. Luego, un día en Zaragoza. A los ingleses no les gusta nada lo que hace Eduardo VIII en España. Incluso su ayudante de campo tiene que desmentir que haya una orden de detención para Eduardo del gobierno inglés, que se pone muy nervioso. Hasta el punto que le mandan numerosos telegramas a Eduardo para pedirle que se marche de España porque eso iba a crear malos entendidos con el resto del mundo. Temían que se pensara que Eduardo estaba negociando con los alemanes.

¿Cuál es su reacción?

Él no hace ni caso. Se queda en Madrid.

Supongo que en la Falange deberían estar encantados con la situación.

Bueno, Miguel Primo de Rivera es quien les va a sacar de excursión a Toledo, al Escorial y a las trincheras de la Ciudad Universitaria. Me imagino a Wallis Simpson, una mujer acostumbrada a las joyas, al lujo y a Cartier, visitando las trincheras… Venían de su mansión de la Costa Azul que era muy grande. Hasta tenían la piscina más grande de Europa en esa mansión. Hoy en día aún se puede alquilar la casa y cuesta una auténtica fortuna. Eduardo VIII y Wallis llegan a Madrid, a un país con sólo un año de paz pero mucha miseria y mucha hambre, y les enseñan las trincheras…

Ha mencionado a Miguel Primo de Rivera.

, entonces era el Gobernador de Madrid y, además, amigo de Eduardo desde 1927, desde que Eduardo VIII era Príncipe de Gales y vino a España invitado por Alfonso XXIII, que era su tío. En esa primera visita, le buscaron de cicerone a Miguel Primo de Rivera y recorrieron Andalucía juntos. Luego, volvieron a encontrarse.

El Gobierno de Franco estaría encantado también con esa visita ilustre.

Estamos hablando del Rey más poderoso del mundo que llega a Madrid en unos momentos en que no hay visitas de esa categoría, sólo venía mucha gente huyendo de Europa. Era el antiguo Rey de un Imperio que abarcaba el 25 por ciento del Planeta y 1.500 millones de habitantes. En el Ritz viven a cuerpo de rey y les organizan banquetes en muchos sitios de Madrid. La embajada inglesa les da una recepción y les tratan como auténticos reyes.

¿Y qué hace Eduardo en Madrid tanto tiempo?

Seguramente, entra en contacto con alemanes o con gente del Régimen. Hasta el extremo que hay un antes y un después. Su hermano, Jorge  VI, el Rey tartamudo, y Winston Churchill, se enteran de lo que hace en Madrid, algo que no puedo desvelar ahora…

…hay que leer la novela…

Claro. Por eso no puedo decir nada. Pero Eduardo VIII hace una serie de contactos en Madrid nada recomendables. A partir de entonces, se congelan las relaciones entre Jorge VI y su hermano Eduardo. No le perdonan su estancia en Madrid. Le recomiendan irse a Portugal. Eduardo pensó en irse a Inglaterra desde Portugal y… tan feliz. Pero no fue así. Les mandaron a las Bahamas e, incluso, pensaron en mandarles a las Malvinas, más lejos todavía.

Les castigan.

Desde ese momento, Eduardo y Wallis ya no existen. A los siete años de estos hechos, en 1947, se casa Isabel II, la actual reina, sobrina de ellos, y no les invitan a la boda. Poco después, muere Jorge VI e Isabel II es coronada. Tampoco les invitan a la Coronación. En 1960, 20 años más tarde de la estancia en Madrid, se casa Margarita, la hermana de Isabel II. Solamente invitan a Eduardo. A Wallis Simpson, no. Ni en la vida lo harán. Eduardo no acepta la invitación a la boda de su sobrina porque un matrimonio va siempre junto.

Eduardo VIII, archivos marburgo, windsor¿Nunca más les invitarán ya?

Sólo una vez. En el centenario de la madre de Eduardo. Asisten pero no les invitan al banquete ni a la fiesta posterior.

El Imperio no tolera traidores.

Claro. Inglaterra lo estaba pasando francamente. Churchill pedía unión contra Hitler mientras Eduardo propugnaba llegar a la paz porque. “Somos hermanos y países amigos”, dice él. En lugar de decir arios, él decía: “todos somos uno”.

Viene a decir que los Windsor provienen de Alemania.

– El nombre Windsor es un invento. El nombre de la familia de Eduardo es Sajonia-Coburgo-Gotha. Él nace siendo Eduardo de Sajonia-Gotha-Altenburgo y como alemán. Él decía: de mis 16 tatarabuelos, 14 eran alemanes. Eduardo hasta aprendió antes alemán que inglés. Hablaba en alemán con su niñera y con su madre. Hablaba alemán a la perfección. Por eso no le gusta nada un detalle de su visita a Alemania en 1937, ya cuando ha abdicado del trono. El primer país que le recibe es Alemania pero Hitler exige un intérprete en la reunión. Eduardo no soporta ese feo porque aseguraba que hablaba bastante mejor alemán que Hitler y se pregunta por qué tiene que hablar con un traductor al que, además, tuvo que corregir.

Pero, a pesar de eso, Eduardo se encuentra a gusto en Alemania.

– Siempre se encuentra a gusto allí y recordaba que toda la sangre que corría por sus venas era alemana. Eso lo unía a la idea de la paz entre ingleses y alemanes, ya que su enemigo común estaba en Rusia. Eduardo era muy anticomunista ya que el Zar Nicolás era tío suyo y nunca perdonó que fusilaran a su tío y a sus primos. Tenía miedo que en Inglaterra estallase una revolución bolchevique, un miedo compartido con mucha de la clase media y la burguesía inglesa.

Muchos documentos que darían luz al viaje de Eduardo a Madrid aún están clasificados.

– Sí. La previsión es que en 2016 se puedan consultar los telegramas que se cruzaban la embajada inglesa y Londres, al igual que la embajada alemana y Berlín. Pero no es seguro que en el 2016 conozcamos estos documentos porque Jorge VI, el Rey Tartamudo, nada más acabar la Guerra, en 1945, mandó a agentes del Servicio Secreto a quemar cualquier documento que vinculase a su hermano con los nazis.

Todo para proteger la memoria de su hermano.

Es que hubiese sido un escándalo que hubiese colaborado. Hoy en día hasta incluso hay teorías sobre que Eduardo era espía alemán. O que Wallis Simpson lo era y pasaba información a Hitler sobre cómo atacar Inglaterra. Muchos historiadores defienden que en 1945 en el Castillo de Marburgo se quemaron 60 toneladas de documentos que vinculaban al Duque de Windsor con los alemanes.

Debían ser camiones enteros de papeles…

– Pero otros historiadores defienden que estos documentos podrían haber sido prefabricados por los nazis para vincular más a Eduardo con ellos. De hecho, en el Juicio de Nurenberg, Von Ribbentrop pide como testigo de descargo a Eduardo. Se le negó. No sabremos nunca qué quería Von Ribbentrop del Duque de Windsor en el juicio. Pero los jueces se opusieron a que fuese a declarar. Y Eduardo tampoco hubiese ido. Solamente le faltaba eso a su reputación.

¿Qué dicen las memorias de Eduardo y Wallis de esta época?

– Eduardo omite cualquier opinión sobre esta época. Llega sólo hasta su abdicación. Wallis sólo llega a 1945 y explica algunas anécdotas de su estancia en Madrid. Explica que estaban cenando en el Ritz y, de pronto, apareció la hermana del Duque de Alba y se cuadró. Levantó el brazo y dijo “Heil Windsor” o algo así.

¡Madre mía!

– Lo cuenta como un chascarrillo. Pero Wallis se desvincula de cualquier trato con los alemanes, ya que su prestigio hubiera caído en picado.

¿Y cómo queda el prestigio de Eduardo?

– Cuando él murió ya se sabían muchas cosas de lo que había hecho, aunque no tanto como ahora, porque la BBC ya ha realizado un documental sobre el Rey Traidor. En 1972, cuando muere Eduardo, unas 100.000 personas van a su capilla ardiente. Seguía siendo muy querido en Inglaterra. No tanto como entonces, pero aún hay gente que recuerda que era un rey muy popular, en el sentido de que era guapo, moderno…

… y vestía muy bien.

– Vestía muy bien, ciertamente. Ahí están sus trajes Príncipe de Gales y el nudo de corbata Windsor. Además, era muy campechano y abierto. Iba a las salas de fiestas y estaba toda la noche bailando. Al amanecer, en vez de ir a su palacio a descansar, podía ir a barrios humildes a rodearse de la gente, a darles dinero, a preguntarles por sus problemas. Hay anécdotas como cuando entró en una chabola, la mujer estaba de parto y él le sujetó la mano mientras daba a luz. Incluso pagó el parto. Le llamaban el Príncipe bolchevique, porque la gente de clase media le veía demasiado de izquierdas. Estaban equivocados.

Bastante equivocados.

– Sí, porque de izquierdas no tenía nada. Aunque es curioso que los socialistas le aplaudían y le defendían. Con todo lo que ha salido a la luz después, evidentemente, ya no es así.

Luego se convierte en el más odiado.

– Sí, pero es después, cuando se descubren ciertas cosas y llegan a llamarle el Rey Traidor.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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