El gran día que homenajea a escritores, lectores y enamorados ha llegado. Sant Jordi una vez más. Rambla de Catalunya y Passeig de Gràcia transformadas en una multitudinaria feria del libro y un todavía mayor mercado de rosas. Editoriales y floristas están contentos: 8 millones de rosas vendidas y más de un millón y medio de euros recaudados en los puestos de libros. Las cifras superan las del año pasado y el sector respira aliviado ante la amenaza de la crisis.
¿Quiénes han sido los escritores más demandados? Fácil de adivinar: Eduardo Mendoza en ficción castellana y Santiago Niño-Becerra en no ficción por Más allá del crash, libro que intenta acercar a un público amplio algunas claves de la situación económica mundial. En el terreno de la literatura en catalán sí que ha habido sorpresas: el más taquillero ha sido Jonas Jonasson, un sueco. El autor de L’avi de 100 anys que es va escapar per la finestra no ha venido a Barcelona porque está encerrado escribiendo su próxima novela, pero ha enviado en su lugar al actor Quimet Pla caracterizado como el abuelito de su libro.
Así va transcurriendo la diada en el centro de la ciudad. Largas colas delante de las grandes librerías para esperar que alguno de los archifamosos escritores firmen sus obras. Pero si se dejan atrás las Ramblas y se sube hacia elbarrio de Gràcia, Sant Jordi puede vivirse de una manera diferente. A lo graçienc: calles animadas, chispeo de rosas y libros por las plazas pero nada de esa vorágine que arrasa la cotidianeidad de Diagonal para abajo. La atmósfera distendida que caracteriza a la vila continúa presente y permite disfrutar de esta jornada sin el agobio de las aglomeraciones. Incluso la librería Taifa, punto de referencia en el barrio para todos los amantes de las letras, ha sabido preservar, pese al notable aumento de visitas, su cálida bohemia… pop.
Segunda característica que marca la diferencia con el resto de la celebración barcelonesa. En Taifa la mesa destinada a la firma de libros la ocupan Víctor Nubla, Martí Sales y Ramón Rodríguez, tres escritores que son también importantes figuras de la escena musical catalana. “Los de Gràcia son muy raros. Siempre llevan la contraria” dice Víctor Nubla, fundador del grupo Macromassay leyenda en el circuito underground de la ciudad, para intentar explicar la decisión de la librería de reservarles el protagonismo de su Sant Jordi.
Nubla acaba de publicar Cómo caza un dromedario, una antología que reúne textos suyos de los últimos diez años.El autor define la obra como un conjunto de ensayos, poesía, experimentos y humor dividido en seis libros (uno de ellos, por cierto, dedicado a contar “historias mágicas sobre Gràcia”). El singular vuelo creativo de Nubla es difícil de clasificar y, quizás por eso, desde la editorial han ideado un nuevo género a medida: el ocultismo pop. Pero el autor matiza esta catalogación: “Yo, en realidad, soy de la generación punk. Y también soy ocultista, pero si pusiéramos en la portada que soy ocultista punk nadie compraría el libro. Ahora hay que decir pop. ¡Y sobre todo en Gràcia!”.
Nubla explica que empezó dibujando cuando era niño y a partir de ello descubrió que las imágenes podía combinarlas con palabras para decir aún más cosas. Luego, a los 17 años, la música apareció para abrirle nuevos horizontes: otro lenguaje que explorar, un medio de vida y, según él, lo más divertido de todo: sexo, droga y rock and roll. Pero el artista asegura “que vive de la segunda mejor cosa que sabe hacer” porque, en realidad, es en la palabra donde encuentra la posibilidad de expresar “un mundo personal que es proverbial, un universo entero que se escaparía si tengo que esperar a grabar un cd”.
Un sentimiento similar ha llevado también a Ramón Rodríguez, más conocido en la escena musical como The new Raemon, a complementar la escritura de canciones con la de, en este caso, una novela gráfica (o mejor, de un tebeo, como él prefiere llamarlo).
Junto a la ilustradora Cristina Bueno, a quien conoce de toda la vida, Ramón ha publicado Ausencias, un proyecto que nace para darle la vuelta a la imagen que de él difundió un documental televisivo. “Quería quitarle hierro a ese retrato tan turbio que me hicieron porque no me vi en absoluto reflejado. Me mostraron como un tipo serio e intenso ¡y yo soy cómico y tranquilo!” confiesa el cantautor.
En su primera experiencia como escritor, Rodríguez se ha sentido muy cómodo gracias a las nuevas posibilidades expresivas que este canal le ha abierto. Reconoce que en el libro puede ser más sincero que en las canciones porque no corre el riesgo de quedarse eternamente atado al sentimiento que las originó. “La gente en los conciertos celebra tus temas más personales, entonces estás obligado a tocarlos y exponerte demasiado cada vez” confiesa. Así a través del relato de las sucesivas “ausencias” que dan nombre al tebeo (un principio de epilepsia que le diagnosticaron de niño), Ramón ha aprovechado para explicar con mayor libertad parte del universo que se queda fuera del pequeño formato de las canciones.
El cruce entre la música y las letras propuesto por Taifa se materializa ya por completo en la obra del tercero de los artistas invitados. Martí Sales, cantante del grupo punk Els Surfing Sirlesy Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, da rienda suelta a sus dos vocaciones en Ara és el moment, una investigación sobre las raíces de la escena musical catalana contemporánea. A través de las entrevistas a figuras clave del indi local, Sales busca revalorizar el presente culturaly escapar de la nostalgia. “El tiempo es una energía de la cual participas o eres un alma en pena” declara el autor en el prólogo de su libro.
En este sentido, Víctor Nubla también resalta la labor, en la actualidad, de editoriales valientes que garantizan la preservación de una literatura de calidad, más allá de los éxitos de ventas. Blackie books o La biblioteca para misántropos son dos buenos ejemplos de ello: pequeñas y autofinanciadas, independientes y críticas, estas editoriales procuran revertir un panorama en el que, según Nubla, “no se está leyendo la verdadera literatura que se está haciendo, sino lo que se publica exclusivamente para ser vendido”. En el Día Internacional del Libro, qué menos que un espacio para iniciativas como éstas. Feliz Sant Jordi en Gràcia.
Flor Ragucci
Periodista.