Si es usted aficionado a las aventuras fantásticas del género utópico, no debería perderse esta novela fundamental escrita en el siglo XIX, se trata de Erewhon, o Al otro lado de la montaña (Ediciones Akal), publicada anónimamente en 1872, pero cuyo autor fue el “raro” Samuel Butler, y ya saben que aquí nos gustan los autores raros o malditos.
Erewhon es el anagrama de la palabra inglesa nowhere (“en ninguna parte”) pero en el que se han cambiado el orden de la “w” y la “h” si lo leemos al revés. Empieza como un relato utópico, pero pronto vemos que en realidad se trata de una distopía, su contrario, donde el país o sociedad imaginada, lejos de ser ideal es un infierno, pero para ser más exacto, decir que nos encontramos con una utopía satírica donde su autor critica la sociedad victoriana, y la hipocresía y la inconsistencia social de la misma.
Claro que leída hoy, en plena crisis económica mundial, o mejor dicho, en plena Estafa Económica Mundial, la actualidad de algunos de sus pasajes me han dejado “pasmaito”, vamos, que cuando la ley erewhoniana considera la enfermedad como un delito y a los enfermos como delincuentes que deben pagar multas o acabar en la cárcel, no puedo por más que pensar en lo que están haciendo con la sanidad pública en España, con el repago de las recetas, los recortes económicos que están cerrando quirófanos, las privatizaciones encubiertas, con la limitación de la cobertura sanitaria (gratuita y universal, según reza la Constitución) a emigrantes y nacionales…, en fin, que ponerse enfermo en España no está lejos de ser un delito. Claro que esta situación es común a otros países europeos, por ejemplo, en Hungría, los enfermos de diabetes que no sigan el régimen prescrito por los galenos serán castigados. El castigo consiste en privar a los “infractores” al acceso a un tratamiento de calidad, por ejemplo, se les proporcionará insulina humana, que es de más baja eficacia y con efectos secundarios no muy agradables. Recuerdo que el añorado Manuel Vázquez Montalbán escribió que, en la sociedad en que vivimos de culto al cuerpo y a los productos pretendidamente milagrosos para la dieta y la salud, la enfermedad se le considera como un error personal, o con nuestra tradición judeocristiana, como un castigo divino, por ello cuando vemos que alguien tiene que acudir a un hospital no estamos lejos de pensar aquello tan castizo: “Algo habrá hecho”.
Perdonen por la digresión. Erewhon es una fantasía darwiniana, aunque resalta aspectos negativos de la teoría de Darwin, es un relato de viajes a un país remoto, un país cuya sociedad y moral es la antítesis de la Inglaterra del siglo XIX, una especie de Shangri-La, pero alejada de la idílica sociedad descrita en la novela Horizontes perdidos de James Hilton. Eso sí, la novela de Butler es ante todo una novela filosófica y antecedente del surrealismo.
El protagonista, pastor de ovejas (el propio Butler se dedicó a la cría de animales en Nueva Zelanda) decide aprovechar sus vacaciones para explorar las tierras ignotas al otro lado de las montañas, para buscar nuevos y mejores pastos. Después de difíciles jornadas en la que su guía local lo abandona presa del pánico, se encuentra con unas extrañas esculturas que son la antesala a un mundo y una sociedad desconocida y aislada del resto del mundo. Por lo pronto, en Erewhon no existen las máquinas, pero si existieron en otro tiempo:
“Me enteré de que aproximadamente cuatrocientos años antes, sus conocimientos de mecánica eran muy superiores a los nuestros y avanzaban con prodigiosa rapidez hasta que uno de los profesores de Hipotética más eruditos escribió un libro extraordinario (del que pretendo reflejar algunos extractos más adelante), demostrando que las máquinas estaban destinadas a suplantar a la raza humana y a desarrollar una forma de vida tan diferente y superior a la nuestra como la de los animales con respecto a los vegetales. Tan convincentes fueron sus razones, o sinrazones al caso, que convenció al resto del país e hicieron una purga de toda maquinaria…”
De hecho, el término erewhoniano se utiliza para designar a las personas que se oponen al progreso técnico e industrial. El autor del estudio preliminar, Ramón Cotarelo (el traductor es Andrés Cotarelo Jiménez), afirma que es la primera formulación de la clásica “rebelión de las máquinas” que tanta fortuna hizo, y hace, en la literatura y la filmografía de Ciencia Ficción. Como dije, en esta sociedad inventada por Butler, la enfermedad y el infortunio son considerados delitos, en cambio el timo, la estafa y la corrupción son consideradas enfermedades que deben tratarse con unos ligeros castigos y sobre todo, apiadándose de estos “enfermos morales”, ya que en la pena llevan la penitencia. Y a las víctimas de las estafas se les castiga por su mala estrella, porque: “…la suerte es el único concepto digno de la veneración humana”. Sí, otra vez no puedo por más que compararlo con la situación actual, donde banqueros y financieros que han llevado a la ruina a sus clientes, no sólo se van de rositas, sino que son recompensados con cuantiosas primas, indemnizaciones o sueldos de jubilación astronómicos, por no hablar de los políticos corruptos que una y otra vez son llamados por sus partidos para engrosar las listas electorales y, lo más grave, los ciudadanos les votan.
En fin, aún estoy engolfado en la lectura de este libro, pero me es imposible desligar su lectura de la situación actual, como han podido ver, quizá si alguien escribiera una novela de la situación económica y social (en franco retroceso en derechos civiles y beneficios conquistados) actual, dentro de cientos de años pensarían que lejos de ser la cruda realidad es un fantasía distópica de un escritor loco. Por cierto, el libro también tiene ciertas reminiscencias con Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, al que tampoco le faltaba humor y sátira para criticar la sociedad de su época. En este sentido, en el capítulo de Erewhon sobre “Los bancos musicales”, considerados como una especie de catedrales, hay toda una crítica a la hipocresía religiosa de la época.
Miguel de Unamuno comienza su relato corto Mecanópolis hablando de este libro y de Butler. Por su parte, Pío Baroja lo cita en su novela El Hotel del Cisne, aunque escribe que pese a las buenas recomendaciones recibidas sobre esta obra, él no ha leído más que el principio.
Periodista, fotógrafo, escritor e investigador.