¿Cómo surge este libro de cuentos de boxeo «Un paquete para el mánager?
Cuando me concedieron el XXI Certamen Manuel Vázquez Montalbán, en el Real Sitio de San Fernando de Henares, por La gran oportunidad del Pelusa, me entusiasmé con la idea de hacer un libro de relatos de boxeo, ya que he sido aficionado a este deporte desde joven.
Los cuentos están ambientados en la ciudad de Buenos Aires, ¿no es así?
Sí. Aunque llevo casi dos décadas viviendo en España, me he formado al estilo de allí, que difiere mucho del boxeo en España. Aquí, el boxeo se ha civilizado mucho, es un deporte más, porque en España ya no hay miseria, y que así espero que dude. Argentina es y ha sido siempre un país de grandes diferencias sociales. Si tuviera que hacer una apretada síntesis, te diría que sólo hay dos clases sociales, el blanco, descendiente de inmigrantes, y el indio o mestizo, lo que en tiempos de Perón se llamaba «cabecita negra», en la práctica, considerado un ciudadano de segunda… ¡Y que no me digan que en mi país no hay racismo!
¿Y eso qué diferencia marca?
El «cabecita», que suele vivir en unas chabolas que allí se llaman «villas miseria», o en casuchas hechas con sus propias manos y a medio terminar, en barriadas humildes, es la materia prima de los trabajos más bajos, y no tiene acceso a la educación ni a la cultura, así, cuando llega al boxeo llega como a un desquite, porque el triunfo como boxeador le deparará fortuna, fama y una pseudo elevación social. Pero salvo excepciones, la ignorancia, los años de escasez, lo llevan a dilapidar pronto la fortuna que han adquirido, engañado por los «listos» que lo rodean, y aturdiéndose con alcohol, drogas y jodiendas. Así comienza y finaliza su quiebra, económica y personal. ¡Cuántas veces he visto, con suma tristeza, a Pascualito Pérez, primer campeón mundial argentino, del peso mosca, rodear por las noches el Estadio Luna Park, sucio, harapiento y borracho, pidiendo a todo Cristo para seguir chupando.
Una dura caída, recordando aquel clásico del cine negro
Sí, salvo excepciones, como el caso de Horacio Accavallo, nuestro segundo campeón mundial mosca, que invirtió el dinero ganado en una cadena de tiendas deportivas, en general el destino final de estos triunfadores es una miseria peor, el alcohol, una vida delictiva de pequeño alcance, y muchas veces una violencia acrecentada que los vuelve pendencieros y asiduos a las comisarías. Si a eso sumamos la corrupción policial, resulta un cóctel explosivo, como muestro en otro cuentos, El duro falso, premiado en el VII Certamen de relato de Coslada. Y cómo no tratar los años de la corrupción militar, del último golpe de Estado llamado Proceso de Reorganización Nacional, que nos azotó desde 1976 a 1983, con una bárbara e indiscriminada represión que en nada tiene que envidiar a la represión de posguerra del franquismo. Un clima de impunidad, en que grupos militares hacían una suerte de islas en cualquier zona del territorio argentino, llamadas «zonas liberadas», donde con soberanía propia y absoluta podían raptar y asesinar a quienes les viniese en gana (todo el país era «zona liberada», sería más preciso decir). En este telón de fondo se sitúan dos cuentos: Las «variantes» del Señor Subcomisario y Un round de entrecasa».
Pues no creo que tu libro se pueda definir como «optimista».
Como expreso en un momento del prólogo, acaso sí lo es. Estoy convencido que la ficción es siempre más clemente que la realidad.
Un paquete para el manager. Relatos negros de boxeo
El Garaje Ediciones SL
160 páginas
Precio Venta Público: 12 euros
San Sebastián, 4 de febrero de 1945. Periodista y editor español, antiguo luchador antifranquista. Integrante de La Comuna presxs del Franquismo.