Erika Lust es un referente del porno feminista y del porno ético, aunque ella hace algunas puntualizaciones sobre esas etiquetas. Entró en la industria para cambiarla, y cree haberlo conseguido. Celebra veinte años de carrera con la publicación de un libro que recoge su trabajo.
El sofá donde va a sentarse está húmedo, y ella recuerda entre risas aquella vez que se sentó encima de los fluidos de un squirt para hacer una entrevista en un rodaje y se fue con los pantalones mojados. Veinte años haciendo cine explícito para adultos dan para unas cuantas anécdotas.
En 2004 firmó su primera película, The Good Girl. Se rodó en el ático que compartía con su pareja y para rodarla hicieron falta diez personas. En 2023 estrenó The Wedding, una película que involucra a más de cien personas. Erika Lust estudió Ciencias Políticas y lleva veinte años haciendo cine político, o sea, cine porno. En este tiempo ha dirigido seis largometrajes y series, más de 130 cortometrajes y ha producido alrededor de 150 más. Por todo ello ha ganado 56 premios. En 2014 fundó X Confessions, un proyecto con el que produce vídeos basados en fantasías reales de personas que se dirigen a ella. En 2021 lanzó la iniciativa de educación sexual The Porn Conversation. Su empresa tiene hoy 50 personas empleadas.
Su nombre está asociado a las etiquetas de “porno ético” y de “porno feminista”, que ella describe como “confusas” para el público general. En estas semanas celebra sus veinte años de trayectoria con la presentación de un libro: Erika Lust Archives 2004-2024. El sofá sigue mojado y ella pone un cojín en el que sentarse antes de empezar esta entrevista.
Entrevista a la directora de porno feminista Erika Lust
En el libro cuentas que cuando empezaste a hacer cine porno había dos categorías. ¿Cuáles eran y qué podías encontrar en ellas?
Cuando yo empecé en 2004 y analizaba un poco el mercado de cine adulto de pornografía y lo que me quedaba muy claro era que había dos categorías principales: cine gay y cine heterosexual. Se definía por orientaciones lo que ibas a mirar y yo sentí desde el principio que era importante mezclar: mezclar todas las tendencias, los kinks, las identidades… porque no veía clara esta categorización. Esto es algo que durante estos años he visto que nos ha diferenciado de otras plataformas, porque nosotros hemos colaborado y hemos trabajado con muchos directoras, directores de diferentes identidades y sexualidades y yo creo que nos ha enriquecido enormemente la perspectiva y la diversidad en el proyecto. Y también lo veo por parte de los consumidores: un consumidor hombre cis heterosexual, no solo quiere ver ese tipo de contenido; una mujer lesbiana no solo quiere ver películas lesbianas. No, todo el mundo está haciendo mucho crossover, mirando muchas tendencias diferentes y descubriendo cosas sobre la sexualidad. Y lo que a mí me apasiona y me gusta tanto es esta capacidad que tiene el cine adulto de hacerte entender y aceptar otras maneras de desear y hacer el amor.
Esas etiquetas de las que hablas tienen en común una cosa: ambas eran para hombres.
A ver… no creo que fueran para hombres, por definición, pero estaban enfocadas para su deseo y para su sexualidad y para sus gustos. Y yo creo que eso tiene mucho que ver con quién estaba haciendo este cine. Los productores, los directores, los que manejaban la industria adulta… eran hombres y hacían películas pensadas para sus gustos. Yo he visto durante mis veinte años cómo muchas mujeres se han incorporado, gente non-binary y la comunidad queer en general, y cómo poco a poco se están empezando a mezclar más las tendencias y las sexualidades. Es curioso porque la gente siempre se refiere a la industria adulta diciendo que: “¡Ay, pero las que más ganan dinero son las actrices!”. Y es cierto que hay ciertas actrices, con nombres grandes, que ganan mucho dinero, que son marcas de alguna manera. Pero los que ganan el dinero grande en esta industria siguen siendo los hombres, que son los propietarios de las empresas. Quienes ganan dinero son los hombres tech que entraron en esta industria en un momento y poco a poco empezaron a transformarla, a comprar las empresas, a dominar lo que hoy en día es el cine adulto.
¿Y en qué forma lo están haciendo?
Pues en forma de pornografía online de tubesites, donde ya no les importa tanto las películas o las personas, o representar la sexualidad de una manera amplia y diversa y respetuosa, sino que les interesa traer tráfico y eso lo hacen a través de películas explícitas. A veces digo como broma que si a los seres humanos le gustara ver flores o peces nadando o pájaros volando pondrían ese tipo de vídeos ahí, porque lo que quieren es que la gente venga para vender publicidad a esa audiencia, pero no es realmente sobre el sexo.
¿Hombres tech propietarios de tubesites? ¿Nos explicas un poco qué es esto?
Cuando hablo de tubesites, no hablo sobre YouTube, sino sobre todas las otras marcas que no hace falta que mencione pero que conocemos todos. Y yo creo que la gente en general, cuando tú mencionas porno, es en lo que piensa: en estos sites online con un montón de vídeos, porque no creo que ni siquiera los podamos llamar películas, con contenido explícito sexual. A eso me refiero. Y lo que venden a la masa crítica es anuncios de dates —sexy latina en tu barrio— o estas píldoras para hacer tu pene crecer o muchos productos falsos. Podemos pensar que quién va a comprar eso, pero la verdad es que ahí hay una masa de personas que no tienen vidas ricas sexuales, intimidad, y etcétera, y se creen en esto y lo compran. Personas que, cuando no están funcionando los productos, no lo ven tampoco como un fraude ni van a la Policía y lo denuncian porque se queda todo en este mundo anónimo de la vergüenza de haber estado en estos pornsites.
No deberíamos tener vergüenza de querer ver imágenes sexuales, es una parte muy natural de ser humanos y lo hemos visto en todas las culturas en todos los tiempos. Cuando vivíamos en las cuevas ya dibujábamos imágenes sexuales en las paredes. Y después lo ves a través de varias culturas: kama sutra, shunga, los romanos, los griegos. La sexualidad era fluida y bastante abierta. Lo que después hemos visto es que cuando los hombres ricos, blancos, victorianos, ingleses, vinieron a encontrar estas antiguas culturas y se choquearon por el contenido sexual. Y lo que hicieron es que llevaron ese contenido a Inglaterra, a Londres, y lo pusieron en un museo secreto donde eran básicamente ellos los que tenían acceso de ir a verlo y lo querían esconder de las masas, de las masas más pobres, de las mujeres, de los niños, porque su cultura y su religión en ese momento les estaban diciendo que este tipo de sexualidad era peligroso.
Tu primera película, The Good Girl, es de 2004. En 2023 lanzaste The Wedding. ¿Cómo era la Erika que hizo aquella película y cómo es la que ha hecho The Wedding?
La Erika que hizo The Good Girl era una chica sueca que había venido a España, que tenía 27 años, que había sido estudiante de Ciencias Políticas y no había encontrado su camino y por varios motivos había acabado en el sector audiovisual. Empecé como runner, asistente de producción, production manager, location manager. Trabajé como freelance durante muchos años en la industria y al mismo tiempo me había apuntado a una film school para aprender sobre cine. Y tuve una oportunidad de hacer un cortometraje y ahí creé un poco esta idea de The Good Girl, que era coger un cliché del porno que todos conocemos, el chico de la pizza, para intentar darle la vuelta y hacer esa historia desde la perspectiva de la mujer. Y lo llamé The Good Girl también por quién era yo y de dónde venía yo, por mis intentos de siempre complacer y ser buena y pocas veces pensar en mis propias necesidades y deseos. Y yo creo que era eso que quería marcar. Cuando vuelvo hoy en día a ver este trabajo, veo que a nivel técnico, cinematográfico, hay cosas que faltan. Pero lo que sí que veo es el alma, este intento de narrar personajes, de hacerlo de una manera cinematográfica con ciertos planos que comunican cosas en un orden en concreto.
La Erika de ahora, veinte años después, ha podido hacer un proyecto como The Wedding, que ha sido mi último gran estreno: una comedia pansexual divertida, con ritmo y con mucho trabajo, que lo filmamos con un crew de cuarenta personas, directores en todos los diferentes departamentos —directora de fotografía de arte, maquillaje, vestuario, casting, intimacy coordinator—, un montón de actores y sesenta extras que durante diez días caminaron cada día en la misma localización, porque The Wedding pasa durante una boda y cada día tenían que venir, ponerse su ropa, su maquillaje, su copa de cava y dar sus vueltas… fue muy gracioso.
Entonces, a nivel técnico hay muchas cosas que han cambiado y nivel de confianza en mí misma hay muchas cosas que han cambiado. Yo creo que cuando empecé me sentía muy insegura. Lo que pasa es que tenía esa sensación que, si no me atrevía, nunca nada iba a pasar en mi vida. También tenía mucho apoyo de mi pareja, que sigue siendo mi pareja, Pablo, que me ayudó a darme un poco esa confianza extra masculina que quizá me falta. A veces sentía que él creía más en mí de lo que yo creía en mí misma. Pero mis lemas también siempre han sido: fake it till you make it y done is better than perfect. Y creo que son dos lemas, aunque quizá un poco banales, que te llevan delante, te van a ayudar. Es curioso cómo muchas mujeres y personas non-binary tienen esta inseguridad, este miedo de no ser suficientes, a no llegar. Y mientras estamos dudando, hay un grupo de gente, que son los hombres cis, que no tienen absolutamente ningún problema de ir al mundo a decir: yo tengo este proyecto, yo tengo esta idea, yo voy a ser director de cine.
¿Con veinte años de carrera sigues teniendo el síndrome de la impostora?
Hay días de pereza y hay días que te despiertas y tienes dudas. Vi una charla con Michelle Obama donde ella dice que se siente como un fraude muchas veces. ¡Y estamos hablando de Michelle Obama! Es guay para otras personas ver que muchas mujeres que están on top muchas veces tienen dudas. Pero están ahí, creo yo, porque creen fuertemente en algo. Yo creo en lo que hago. Yo quiero ver un cambio en la sexualidad en general, un mensaje de sex positivity para las mujeres. Piensa que son cinco minutos que las mujeres hemos tenido derecho a crear nuestras propias vidas, a tener propiedad, una cuenta en el banco, votar. Antes de eso, éramos básicamente propiedad de nuestros padres o nuestros maridos. Son pocos años que hemos tenido algo de acceso a educación, a tecnología, a dinero. Y lo que me fascina es que hayamos hecho tanto con los pocos recursos que han estado en nuestro alcance. Imagínate lo que van a poder hacer la próxima generación.
Hay dos etiquetas que están fuertemente conectadas con lo que haces y quería revisar contigo: “porno ético” y “porno feminista”.
Cuando hablamos de porno ético y porno feminista, creo que para mucha gente es confuso, que no entienden exactamente qué es, porque de alguna manera creen que el porno es antiético y antifeminista, y no entienden cómo puede ser diferente. Pero yo creo que el porno es solo porno, es sexo explícito, y tú lo puedes hacer con tus valores, sean los que sean tus valores. Si tú tienes valores machistas, racistas y homófobos, vas a hacer ese tipo de porno y lo vas a poner ahí afuera. Pero si tú te consideras feminista, entonces tu pornografía va a tener esas guidelines, esos valores.
Y cuando hablamos de porno ético, a lo que nos estamos refiriendo es a un porno que respeta a los trabajadores. Estamos pensando en las condiciones del trabajo, en que todo sea claro, bien comunicado, que los actores tengan información correcta para tomar sus decisiones, que hayamos tenido todas las charlas sobre su seguridad, sobre lo que les gusta, lo que no les gusta, que trabajamos activamente para tener nuestros sets as safe as possible, lo más seguros posible, trabajando con talent managers, con intimacy coordinators que están ahí para garantizar que sean escuchados y cuidados antes del rodaje, durante el rodaje y después del rodaje.
Pero yo creo que porno ético es más que solo el proceso de producción y el cuidado de los actores. Porno ético también tiene que ver con el proceso de marketing y distribución, porque si la película fue bien hecha, pero después entra en el departamento de marketing y alguien decide marketearlo con palabras incorrectas —“joven”, “adolescente”, “destruida”—, entonces, entramos en un terreno otra vez, que para mí no es un terreno ético. Tienen que ser respetadas las personas que han participado y la manera en que comunicamos lo que está pasando en estas películas. La distribución también debe ser ética. Y eso tiene que ver también con el pay for your porn, paga por tu porno. A mí no me parece que un modelo de porno gratuito sea un modelo ético. Entonces, yo pienso que toda pornografía debería estar detrás de una barrera de pago para que puedan acceder los adultos con sus tarjetas de crédito, para que no esté en alcance de los niños y los jóvenes, y para que se valore el trabajo que se ha hecho, porque hacer pornografía cuesta dinero y se debe pagar igual que pagamos por nuestra música o por nuestras plataformas digitales para ver películas y televisión. Y eso hace que la parte ética también implique a los consumidores: todo el mundo mira pornografía forma parte de esta industria. En la presentación del libro Erika Lust Archives 2004-2024 enseñaste un momento previo al rodaje de una de tus películas, Dirty Martini Sex Party, donde se ve una charla con actores y actrices.
¿Por qué muestras estos momentos?
Porque veo que una de las dudas que la gente tiene cuando piensa en pornografía es justo el trato con los actores, y entonces para mí es muy importante poder mostrar al mundo cómo hacemos estas charlas de sexo que tenemos antes de un rodaje, para que nuestras audiencias puedan ver la profundidad de las charlas: dónde entramos, sobre qué hablamos, que vean que no hablamos solo sobre lo que los actores no quieren hacer, sino que también hablamos mucho sobre qué quieren hacer. Hay un mensaje de sex positivity ahí, donde preguntamos a nuestros actores, por ejemplo, cómo pueden llegar más fácilmente a un orgasmo, porque en el cine un pornográfico nos interesa ver momentos de éxtasis y necesitamos saber qué tratamiento, qué tipo de tocamientos les funciona mejor para llegar a ese momento.
Un buen ejemplo es este sex talk que hice con un grupo de actores antes de rodar esta película que se llama Dirty Martini Sex Party. Necesitaba que todos explicaran a los demás del cast qué les gusta, qué no les gusta, cómo se sentían ese mismo día. Lo que hicimos fue reunirles a todos antes de rodar esta escena y darles a cada uno su espacio para explicar a los demás en qué estado se sentían. Y es curioso, porque en este grupo hay una chica que dice: hoy siento que tengo más ganas de mirar que de hacer. Y yo creo que estas cosas también es muy curioso para la audiencia de ver, para entender que no siempre una situación sexual tiene que ver con penetración vaginal, porque la gente muchas veces piensa que sexo es penes en vagina, pero el sexo es mucho más.
En tus películas hay una gran diversidad de prácticas y de cuerpos. ¿En qué momento se introduce esto en tu cine?
Yo tenía la visión clara de la diversidad desde el principio, pero efectivamente no puedes hacer todo en un cortometraje. Creo que esa amplitud se ve ahora, con veinte años de trabajo: las películas que nosotros tenemos representan muchas sexualidades, diversos cuerpos, diversos fetichismos, diversas tendencias, gente de diferentes edades. Yo he hecho películas con personas 70 plus que comunican con nosotros quiénes son y cómo se sienten eróticos, cuál es su manera de tener sexo. Y yo creo que entrar en todo esto de diferentes cuerpos, diferentes edades, diferentes colores, diferentes identidades y sexualidades, nos ayuda a dar una visión de la sexualidad humana y también a la audiencia de buscar qué es lo que a ellos les funciona. Y también a saber que en diferentes momentos en nuestras vidas y en diferentes días tenemos diferentes apetitos.
En 2008 publicaste un libro que se llama Porno para mujeres. ¿Para quién es el porno que tú haces? ¿Quién ve tu porno?
Escribí Porno para mujeres un poco para provocar, para decir: oye, el porno que hay ahí afuera, en realidad, no está pensado para las mujeres. La idea con ese título es como si hubiera dicho “fútbol para mujeres”, que nadie en ese momento hubiera pensado que era posible, pero este año hemos visto que sí, que hay un movimiento fuerte de mujeres que le gustan el fútbol y que son increíbles haciéndolo. Era un poco eso lo que yo quería marcar, que el sector adulto era un sector muy limitado por hombres, y por ciertos hombres con ciertos gustos, porque estaba el porno heterosexual —que no se llamaba así, porque porno heterosexual era solo porno y porno gay era porno gay… la etiqueta llega en todo que no forma parte de lo heteronormativo—.
Pero, ¿para quién es mi porno? Mi porno es para todos, todes, todas. Es para la gente que quieren explorar su deseo y sexualidad en un contexto seguro, donde no sientan que van a ser ofendidos o maltratados o encontrarse una agresión hacia una mujer. Es para la gente que quiere explorar un placer compartido por todos que están en ese acto sexual juntes.
Te digo dos palabras para ver tu reacción: porno y adolescencia.
Porno y adolescencia: la bomba. No sé qué decirte, porque evidentemente la adolescencia es el momento que quizá más sexuales somos, es el momento donde todo se pone en marcha y donde todo es nuevo y donde tenemos una atracción muy de flor a piel. Y los adolescentes, creo yo, tienen derecho de buscar inspiración e ideas de su sexualidad. Lo que pasa es que estamos un poco en un problema, porque han pasado algunas cosas en los últimos años que han cambiado el panorama dramáticamente. Una es que sigue faltando la educación sexual en los colegios, ha faltado casi siempre. Pero en esta época creo que es más grave de lo que nunca ha sido, porque lo que hemos visto con la introducción de estos hombres tecnológicos que se compraron la industria adulta y que ahora están dominando lo que nosotros conocemos como pornografía mainstream, y ellos no han pensado en limitar el acceso a los jóvenes. Entonces, hoy en día los jóvenes, con la tecnología que les hemos dado, tienen acceso a todo tipo de pornografía sin ningún tipo de guidance o reflexión sobre lo que están viendo. Y se ha creado una dinámica donde muchos de ellos están usando la pornografía como si fuera educación, porque falta de educación. Yo creo que siempre es importante marcar estas cosas, porque para mí los dos problemas graves que tenemos son la falta de educación y el acceso ilimitado sin reflexión.
¿Qué es The Porn Conversation?
Thepornconversation.org es un proyecto que creamos mi marido y yo, en parte porque tenemos dos hijos, ahora adolescentes, y durante sus años en el colegio he visto la falta de educación sexual y he visto la desesperación de los padres, el sentirse muy inseguros en cómo hablar sobre sexualidad con sus hijos. Entonces, me vienen a mí y me dicen: “Erika, ¿tú qué haces? ¿Tus hijos saben? ¿Saben lo que tú haces?”. Y yo digo: “Sí, por supuesto que saben lo que yo hago. Yo estoy orgullosa de mi trabajo. Yo no tengo miedo de comunicar qué hago y quién soy y la importancia del trabajo que hago”. Pero efectivamente, ellos sí que tienen mucho, mucho miedo. Y ahí vi la necesidad de crear un proyecto junto con sexólogas que les ayudara a través de unas guías que se pueden bajar y explican cómo hablar sobre la sexualidad y sobre la existencia de la pornografía con sus jóvenes. Hay tres PDF para diferentes edades.
La verdad es que es a partir de unos ocho o nueve años que muchos niños empiezan a encontrarse con pornografía. Después, el grupo más grande donde se encuentran con este tipo de contenido es alrededor de 12, 13, 14 años. Ahí es muy importante ayudarles para que puedan entender qué pornografía está pensado para adultos, que la pornografía es ficción, que la pornografía está filmada por especialistas y actuada por actores y actrices. El sexo es complicado, el sexo es algo que se tarda, porque hay que aprender a conocer a tu propio cuerpo y porque se tarda en conectar con otras personas sexualmente. Y yo creo que también es muy importante entender que la pornografía no es solo pornografía, es realmente un discurso que nos habla de la sexualidad, pero también de la masculinidad y de la feminidad. Y creo que hay un trabajo importantísimo aquí de hacer en en estas normas que vemos en cómo se están tratando entre hombres y mujeres en una gran cantidad de pornografía mainstream que está ahí afuera, porque es mucho el papel de la mujer se queda a menudo en una situación donde está dando servicio a los hombres, pero que no son realmente historias de ellas. Y muchas veces no son realistas a nivel de sexualidad femenina. Sabemos que la gran mayoría de las mujeres necesitan estimulación del clítoris, que es sexo vaginal, penetración fuerte durante cuatro minutos, no les van a llevar a orgasmos. Sin embargo, seguimos viendo que en una parte grande de la pornografía es lo que todavía vemos. Entonces, crean desinformación sobre cómo funciona la sexualidad.
¿La pornografía es política?
Sí, por supuesto que es política. La pornografía es política, aunque no quiera ser política, aunque quizá no tenga ninguna intención de ser política. Pero sí que lo es, porque en la pornografía hay mensajes sobre cómo nos comportamos. Y, como la pornografía es política, la podemos usar como una herramienta para contar otras historias. La podemos usar para que las mujeres puedan empoderarse a través de ver a otras mujeres teniendo placer.
En estos meses hemos visto un intento de llevar una ley abolicionista al Congreso, y ya en la anterior legislatura se aprobaron algunas medidas como la prohibición de los anuncios de trabajo sexual. ¿Cómo es dedicarse al trabajo sexual en España?
Ahora mismo estamos viviendo un momento de culturas muy polarizadas. A un lado, estamos viendo un movimiento conservador, bastante moralista, que tiene muchas dudas sobre la existencia de la pornografía y del trabajo sexual. Al otro lado, durante algunos años habíamos visto que el movimiento feminista había ido aceptando más y más la idea del empoderamiento sexual a través de la pornografía. Pero los últimos años ha habido más un split otra vez en este movimiento y se ha visto un aumento de abolicionistas que no están enfocándose en la seguridad de los trabajadores sexuales, sino dedicándose a crear una confusión entre lo que es el trafficking y lo que es el trabajo sexual.
Están infantilizando a los trabajadores sexuales, quitándoles agencia y diciendo que no pueden elegir este tipo de trabajo por sus propias ganas, sino que siempre están forzadas por el sistema, pero no están hablando y escuchando a las propias trabajadoras sexuales. Y si tú hablas con ellos, la primera cosa que piden es: habla con nosotros, pregúntanos sobre quiénes somos, por qué hacemos este tipo de trabajo, cómo nos sentimos, cuáles son nuestras condiciones y cómo podemos mejorarlas. Porque la realidad es que muchos de ellos no van a dejar de hacer trabajo sexual.
Se habla mucho de consentimiento y aprobación de la ley de es sí sí. ¿Qué tiene que ver el porno con el consentimiento?
Todo. Porno es consentimiento. No hay pornografía sin consentimiento. Esa es toda la idea con el porno. Porno es una categoría cinematográfica o un género que se construye alrededor del consentimiento. El consentimiento es la base de cualquier tipo de pornografía. Otras cosas nos son pornografía: lo que se llama revenge porn no se debería llamar así, porque eso es abuso sexual en imágenes; lo que la gente ahora llama deep fake es abuso sexual en imágenes, no es pornografía. Entonces, aquí otra vez es muy importante que separemos el idioma y tengamos claro lo que es sex work y lo que es trafficking, lo que es pornografía y lo lo que es abuso.
En 2004 decías que querías cambiar la industria del porno. En 2015 publicaste tu charla It is time for porn to change y decías que aun necesitabas ver cambios. En 2024: ¿ha cambiado el porno?
Sí. He visto que el trabajo que nosotros hemos hecho con las ideas de las condiciones para los trabajadores, las reclamaciones sobre un porno más ético, más diverso, más inclusivo, más feminista… ha influenciado a la industria más grande. Yo he visto grandes empresas en Estados Unidos, en Silicon Valley, cambiando sus políticas y estando muy atentas a cómo pueden hacer esta industria más segura para todo el mundo que está dentro. Durante mis veinte años en esta industria ha cambiado la pornografía y yo he formado parte de ese cambio.
Fuente original: https://www.elsaltodiario.com/cine/erika-lust-pornografia-es-politica